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Yo, al igual que la inmensa mayoría de las personas, no puedo escapar a esa sensación de rechazo que nos produce a todos así sea tan solo el recuerdo del cadáver de un cristiano o de unos restos humanos; yo no puedo ser ajena a esa rarísima sensibilidad que posee la enorme capacidad de afectar casi todos nuestros sentidos físicos y humanitarios.  Sin embargo, para Jorge el cadáver de un Ser Humano es algo totalmente indiferente tanto en lo físico como en lo mental; a Jorge los restos de un cristiano no le ocasionan el más mínimo estupor, ni para bien ni para mal…

A mi particularmente me produce mucho miedo ver un cadáver; en la medida de lo posible evito intencionalmente observar unos despojos mortales, tanto por el insondable misterio que me simboliza como por la enorme realidad que me trasluce.  Misterio? Sí, un extraño misterio que me paraliza la razón y me impide usar la inteligencia para estipular que es algo totalmente inofensivo;  un grotesco enigma que me veda la capacidad de análisis para consentir que,  por más  que me parezca muy tétrico,  mas tarde o más temprano yo estaré exactamente en las mismas condiciones pues esto es con lo único que todos podemos contar, porque es un hecho, ese es el fin de todo lo material y, por ende, de toda nuestra lucha.  Por todo esto,  busqué a Jorge para tener una idea distinta a la mía, una idea  muy distinta a la percepción general.

“Jorge: cuéntenos de un muerto que lo haya puesto nervioso o que lo haya perturbado por cualquier circunstancia”

Muy seguro y enfático, Jorge me responde:

“ninguno, no he enterrado a alguien que me haya puesto nervioso, ni por más que la gente invente mitos o fantasías, no me afecta nada de eso.  Todo cadáver es un muerto más y ya, no importa quien haya sido en vida ni la manera como haya muerto.    A mí me tocó enterrar a mi abuela, de pronto eso si no me fue del todo indiferente porque ha sido la única persona tan cercana a mí que he enterrado, pero tal vez lo que sí me  perturbó un poco es que cuando realicé la exhumación de sus restos, el esqueleto estaba entero, es decir, que me tocó desmembrarlo para poderlo llevar al osario.  Es lo especial que me ha sucedido en mi trabajo.  De lo contrario mi trabajo es como el de todo el mundo, nada extraordinario ni fuera de lo normal, ni mucho menos algo misterioso o de otro mundo”.

¿Qué tal la frialdad de este hombre?  ¡Dios mío! Pero si para nosotros uno solo, un solo cadáver humano ya nos inquieta, pues con mayor razón el cadáver de un ser tan allegado.

La gente busca y encuentra paz en el cementerio, yo no he podido entender eso porque para mi un cementerio no es un sitio agradable. 

Entonces qué es lo que tiene que lo hace un sitio de paz?

“aquí viene mucha gente en busca de paz, tal vez por el silencio; no sé, no tengo ni idea porque para mi simplemente es un lugar muy tranquilo, en el cementerio no pasa nada extraordinario, en el cementerio no sucede algo que no pueda suceder en cualquier otra parte.  Sencillamente aquí no hay bullicio ni algarabía de ninguna clase, quizás esa sea la única diferencia con algún otro sitio de trabajo”.

Ja, ja, ja pues al menos yo, busco paz y tranquilidad en cualquier otra parte, menos en el cementerio; a, a, ese universo no existe en mi mundo particular.

 Qué piensa usted del miedo que le tienen muchas personas  a los muertos?

“ja, no nada, no lo comparto simplemente.  Si yo de repente me encontrara con un cadáver no me causaría ni el más mínimo miedo o fastidio, será como encontrarme con cualquier otra cosa.  Para mí no tiene nada ni de raro, ni de misterioso.  Aquí se escuchan ruidos o se ven sombras pero yo continúo con mis labores común y corriente, jamás me detengo a investigar o a buscarles explicaciones maliciosas por que tengo claro que no tienen algo que ver con muertos o con fantasmas y todas esas cosas que la gente asocia con las personas muertas.  

Sí, definitivamente el trabajo influye y moldea notablemente  nuestro carácter.  Me pregunto: como hará para cambiar su actitud cuando  llega a la casa una persona que ha pasado todo el día  con armas, que las tiene que usar en función del ejercicio de su labor profesional y que se entrena permanentemente para ello; como será su trato con la familia?; cómo será su actitud al momento de una rabia o un disgusto?; cómo sopesar las emociones de todo un día de trabajo con las vivencias de la vida íntima?    

Yo no entiendo qué buscan las personas cuando asisten a una exhumación?.  

Cuando hay exhumaciones, es muy frecuente que los asistentes se acerquen a mirar los restos del cráneo porque dicen que allí, en las fisuras del cráneo encuentran los números para los juegos de azar; yo no sé si eso será cuento de la gente o qué, pero a veces les sale y se ganan el chance”.

¡Caramba!, esto si me sorprende, no tenía idea de ese agüero.  Pero esto si me obliga a revaluar lo que dije antes; porque entonces: donde queda el miedo, el fastidio y el rechazo que dije en un principio que sentía la gente por un cadáver?.  Pues parece quedar en el bolsillo, ja, ja, ja.  Sí,  también el dinero altera uno que otro de nuestros principios y valores humanos.  Sin embargo, ni por eso, ni por que me garantizaran que me voy a encontrar con un número ganador de la lotería más millonaria del mundo, yo me voy a inspeccionar unos restos humanos.  Nunca...

 Si fuera necesario por cualquier acontecimiento imprevisible, un vigilante nocturno para el cementerio, usted aceptaría ese trabajo?

“Ufff, de una acepto.  Yo aquí he venido por la noche, cuando de pronto algunos muchachos se entran a hacer daños me toca venir y no tengo problemas con eso, ni por miedo ni por supersticiones de ninguna clase.  A veces la policía me colabora, otras veces mi me hermano me  asiste y el día que me toque solo, pues solo vengo y ya”.

¡Sii, cómo no! Uno por la noche metido en un cementerio, eso sí ni pa' machos por muy varón que sea.

 Ni hablar del incomodo olor que expide un cadáver en proceso de descomposición y que me fastidia tanto al olfato como a la razón que me indica que por el aire viajan un sin número de infecciones y enfermedades   incontrolables, como advirtiéndonos o mejor recordándonos  aquella verdad universal que nadie puede ocultar, ni negar, ni mucho menos escapar…

Jorge, a qué le tiene fastidio, qué le da asco?

“Absolutamente a nada, pero nada es nada.  Este trabajo no es para personas escrupulosas.  Aquí toca convivir con cosas muy poco comunes para la gran mayoría de personas pero que para mí son lo cotidiano, nada extraordinario, nada fuera de lo normal.  Es muy normal que un cadáver reviente cuando ya se ha cerrado la la bóveda.  Por más que uno  meta el ataúd hasta el fondo, cuando un cadáver revienta se lleva todo”.

Ja, allá no valen lociones, ni perfumes, ni aseo,  nada; en eso nos identificamos y nos encontramos todos y somos milimétricamente igualitos…

Aquí no hay diferencia entre pobres y ricos, negros y blancos, mujeres y hombres...  La humildad y la soberbia se confunden  para dar paso a la unidad indivisible que pretendemos evadir mientras estamos vivos; la humildad y la soberbia ceden su lugar a esa igualdad inocultable que durante el tiempo de vida  queremos ocultar porque nos negamos a reconocerla.

Hábleme de los agüeros o supersticiones de la gente con los muertos o con el cementerio…

“Ja, eso si uno encuentra en las tumbas frascos con agua, fotografías, chuspas con cosas.  La gente cree y hace cochinadas; quien sabe cómo será eso?, pues a lo mejor hasta les sale.  No sé, pero si las hacen y mucho”.

Que tal la candidez y la estupidez de un Ser Humano?.  Depositar en un ser inerte todo el poder que posee en su propia mente creadora no tiene un mínimo de inteligente o evolucionado.

 Como es una tormenta, la oscuridad, un gato negro, cosas así?

“Como cualquier otra circunstancia, con los animales no tengo ningún inconveniente.  Aquí aparecen perritos y gaticos, y uno los mantiene hasta que la gente se los lleva.  Con lo de las tormentas o ventiscas tampoco tengo problema alguno.  Ahora días me tocó venir en la noche porque durante una tempestad, un rayo cayó en una palma y esta se  prendió y hubo que venir a apagarla antes de que se propagara el incendio.  Entonces por eso, no tengo agüeros ni miedos con eso, ni con nada”.

M m m, como será eso? Uno encerrado en un cementerio durante una tormenta a la media noche y un perrito aullando o un gatico chillando, no, no, no…

 Los agüeros de la gente:

“La gente sí encuentra en cualquier cosa signos o señales misteriosas.  Por ejemplo hay veces que van y me buscan todos asustados  y me dicen que en una tumba tocaron o que vieron una sombra.   Una vez una señora me preguntó que si yo no vi a unos niños descalzos que andaban por ahí, y que desaparecieron extrañamente; pero yo no vi nada.  Ja, ella si los vio y estaba bastante asustada”.

Uy, uy, uy, por eso, yo más bien no visito cementerios.

Qué sentimientos o pensamientos se le ocurren cuando realiza la exhumación de los restos de una persona que usted conoció en vida?     

“Absolutamente ninguno; para mí, conocido o no conocido, todo muerto, todo cadáver, todos los restos son lo mismo; los trato con mucho respeto pero por igual a todos; con mucho respeto por los restos tanto como por el doliente”.

Uy no, este hombre si es de piedra…

Cuentos, chismes, burlas en los entierros. Por ejemplo:  la diferencia entre el que tiene plata y el que no tiene…

“!ah si, eso sí es bien distinto!.  El doliente del pobre es más expresivo al momento del entierro y  mantiene las tumbas con flores y bien lavaditas; en cambio el  doliente del rico es más sobrio, vienen al entierro y nunca más vuelven.  Aquí uno se da cuenta en esos mausoleos de las familias ricas que nadie visita, tan solo por el tiempo de la Semana Santa mandan a un empleado a que laven eso y ya.  Me parece algo muy triste, porque yo considero que el Padre y la Madre merecen atención y cariño hasta después de muertos, al fin y al cabo, por ellos esta uno aquí”.

Ja, ja, ja; el show es bien distinto.  Pero ojo que por fin le toque la fibra a este hombre, pues habló de que hay algo en el mundo que le parece muy triste.

Entierro con esposa y moza…

“jum, eso si hay con frecuencia, pues a veces la segunda viene y pide permiso para ver el entierro desde aquí desde la capilla,  otras veces se hace por allá retiradita de la oficial.  Ja, de eso si hay mucho.  Muchas veces hay problemas porque la otra viene a arreglar la tumba a su manera y cuando viene la propia pregunta quien mandó a hacer eso y lo cambia.  Lo mismo pasa cuando hay hijos en varias mujeres, cada uno quiere apropiarse y hacer las cosas a su manera”.

Qué tal? Así habrá sido el hombre pues, que  se pasaron la vida peleando por él y después de muerto siguen disputándoselo.  Típico del Ser Humano buscar pretextos y encontrar motivos que justifiquen los conflictos. 

Algo insólito que usted haya visto…

“hubo un caso, hace ya varios años, el cuerpo de una niña de unos dos o tres añitos que no se descompuso y la mamá venia a cambiarla de ropa con frecuencia.  La gente venía y veía a la señora cómo sacaba el cuerpo y lo arreglaba.  Al tiempo hubo que clausurar esa tumba, porque eso se estaba convirtiendo en un espectáculo muy morboso”.

Esto no es algo racional, no; la muerte es el final de la vida física tan real como irremediable y así sea el ser más querido hay que aceptarlo con cordura y sin mayores excentricidades.

 Cuéntenos algo raro, algo misterioso que para usted no tenga explicación…

“Lo único medio extraño que me ha pasado es que una vez estábamos en la exhumación de los restos de una señora y los hijos estaban muy atentos y a la espera de encontrar algo fuera de lo común porque, ellos decían que ella murió de algo rarísimo y que nunca se supo que era.  El hecho  insólito fue que de la parte del vientre ellos le sacaron algo así como un caucho y se lo llevaron disque para examinarlo, no sé en que haya podido quedar esa vaina”.

No creo…

 

Jorge, un hombre sencillo y humilde que, sin mucha intelectualidad, nos lleva a pensar en la inutilidad de la vanidad y de los escrúpulos que hacen parte de la cotidianidad general; un Ser Humano que, a través de su trabajo muy poco habitual para la gran mayoría de la gente, nos permite ver que hasta un miedo es posible superar o ignorar cuando está de por medio una oportunidad económica.  

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