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Siempre se ha escuchado decir que “la libertad del uno termina donde comienza la libertad del otro”.  Teniendo claro esto, no debería surgir controversia alguna al respecto, puesto que cualquier normatividad sería un límite a la libertad.  Sin embargo, parece ser todo lo contrario según lo proclaman algunos personajes de la vida nacional que hacen parte del privilegiado mundo de los medios de comunicación, para quienes aquello de que “no le hagás al otro lo que no querás que te hagan a vos” se quedó en una simple expresión religiosa, y como la moda es ser ateo, entonces no aplica.

 

Hago esta acotación por dos casos muy puntuales que han hecho noticia al respecto de la libertad de expresión que,  de manera absolutamente justa,  exige la prensa de todo el mundo.

 

·         A comienzos de este año hubo un revuelo nacional por el matoneo, reprobable desde todo punto de vista, que le estaban haciendo a una periodista de un medio de comunicación bogotano, no recuerdo el medio.  El hecho es que la comunicadora Antonia García denunciaba una serie de calumnias y amenazas en las redes sociales y reclamaba respeto por ella y por su familia al tiempo que invocaba su derecho a la libertad de expresión.  De todo esto me enteré en la radio porque no hago parte del maravilloso mundo de las redes sociales.

 

En entrevista en la W Radio, la señora estaba indignada porque  en las redes sociales le recalcaban el hecho de que su papá, ya fallecido, había pertenecido al grupo guerrillero m19 y que también había sido acusado del asesinato de una de sus esposas.  Según la señora periodista todo esto era mentira y no entendía porque la gente insistía tanto con este cuento si ella ya lo había explicado muchísimas veces.    A la pregunta del periodista  Julio Sánchez Cristo sobre cómo era su manejo o tratamiento en las redes sociales la respuesta de Antonia García fue contundente: “absoluto respeto para todo el mundo…”.   

 

Al preguntarle por un personaje de la vida política nacional en concreto, la mujer dijo muy segura: “yo jamás lo he ofendido, si es que alguna vez me he referido a él…”.  Pues inmediatamente Julio Sánchez Cristo le replicó diciendo que había leído no menos de sesenta twist en la cuenta de la señora Antonia García haciendo una referencia despiadada y cruel al citado personaje en donde lo menos que le dijo fue: “descuartizador”.    Al final de una muy larga entrevista, la  mujer en un acto de dignidad y gallardía, reconoce que tendrá que replantearse su comportamiento en las redes sociales pero: “es que a mí se me da muy duro tratar con criminales o hijos de criminales”,  (complejo de hija, tal vez) el paréntesis es mío.  Lo que sí dijo Julio Sánchez Cristo fue que esta señora escribió un twit muy emotivo enalteciendo los valores del hijo fallecido  de Antonio Navarro Wolf, quien no ha sido justamente un angelito ,el papá,  nada más y nada menos que uno de los cabecillas del grupo guerrillero m19.

 

La señora Antonia García se escuda en su derecho a la libertad de expresión para disparar veneno a criterio propio, pero no aguanta cuando la tocan a ella y a su familia…  “NO LE HAGÁS A OTRO LO QUE NO QUERES QUE TE HAGAN A VOS…”.  Esto nos aplica a todos porque todos tenemos sentimientos y padecemos emociones…

 

·         Ahora nuevamente otro escándalo sacude al país mediante el cual queda claro que el abuso de la libertad de expresión sobrepasa la raya de la cordura y la sensatez; cambiando  de protagonista pero con el mismo antagonista.  Pues ahora, so pretexto de que el arte de la sátira y el humor no tienen límite se pretende utilizar esta destreza sin medida y sin control para despedazar social y moralmente al contradictor pero esperando y reclamando para sí respeto  y consideración.   

 

El señor Daniel Samper ha pegado el grito en el cielo con toda la razón, porque un señor en el twiter lo llamó “violador de niños”.  En una entrevista con Vicky Dávila en la W Radio notoriamente emocionado el periodista Daniel Samper dijo: “se me hizo muy difícil explicarle a mis hijas como es que un señor en twiter me llamó violador de niños”.  No lo dudo, esto es algo estrafalario y todos tenemos sentimientos, sensaciones  y emociones que compartimos aunque pensemos diferente.

 

También para el señor a quien se refiere el gran humorista Samper debe haber sido tremendamente difícil explicarle a sus hijos, a su mujer, a la familia y al resto de la sociedad muchos, muchos de los comentarios de Samper hacia él.  Comentarios, sátiras, chistes y burlas por demás crueles y despiadados.

 

 

No puedo compartir este trato inhumano venga de donde venga ni vaya para donde vaya.  Yo sí creo que el progreso de una sociedad se mide muy precisamente en el grado de respeto que se profese entre sus ciudadanos, con todo y que se admitan y toleren las diferencias.  Si la libertad de expresión no tiene límites no podemos exigírselos a los demás.  “EL LIMITE DE LA LIBERTAD DE EXPRESION ES EL RESPETO POR EL PRÓJIMO”.  Lo que sí es muy claro es que no le puedo brindar a mi oponente más del respeto que siento por mí mismo…..

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