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El día 16 de Abril era, supuestamente, el gran día.

Con anhelo esperamos esa dulce fecha, para ver la carita que por nueve largos meses habíamos imaginado. Pensamos que en la última cita en la clínica del Dr. Gurland, seguramente nos anunciarían que los primeros indicios del proceso del parto habían comenzado, pero no fue así. “debemos esperar” afirmo el doctor con voz firme, “el tiempo normal de gestación oscila  entre 37 y 41 semanas aproximadamente, y todo esta dentro de lo normal”.

La cara de Saira fue de total desconsuelo, de desilusión y por que no decirlo de desconcierto. “como que hasta 41 semanas?”  “no puede ser, un mes tiene cuatro semanas y nueve por cuatro son 36 no 41”“le acepto que se extienda a 37, pero ¿41 semanas?” “eso es ridículo”

Luego de unos minutos de reflexión ella se calmó y juntos repasamos todo lo que habíamos leído.

“De todas formas” continuó el Dr. “haremos un monitoreo de cómo esta el bebe”.

Para la tarde del día 19, ya teníamos  los resultados del ultrasonido para que se pudiera hacer una evaluación.

“Todo esta bien, tranquilos”  “considerando que la fecha original era el 16  y basado en los resultados de los exámenes pertinentes, he decidido que, como no hay señales de contracciones, le vamos a inducir el parto”. “Este niño tiene buen tamaño” dijo, “esta en la posición correcta y además, hay que tener en cuenta un margen de error en el cálculo inicial debido a la irregularidad de su período menstrual”.

El proceso de inducción consta de tres partes, cada una de las cuales puede iniciar por si misma el proceso que culminara en el parto. De no funcionar la primera, se pasa a la segunda y así sucesivamente. A su vez la primera puede repetirse hasta un máximo de tres veces dependiendo de la paciente y sus tolerancias y reacciones.

Tal cual nos lo anticipó el Dr., el día 23 le aplicaron un gel vaginal que debilita la rigidez del cuello uterino, permitiendo así el comienzo de una más fácil dilatación del mismo. Esa tarde, contrariamente a lo que yo esperaba, no la dejaron internada, sino que nos explicaron que debíamos ir a casa y esperar a que el gel hiciera su trabajo, el cual podía durar hasta doce horas. Aquella noche Saira trato de descansar lo mas posible, esperando al mismo tiempo algún indicio de las tan esperadas contracciones. Nada. El siguiente intento fue por la tarde del día 24, pero esta vez ocurrió algo inesperado. Al llegar al hospital, el medico de turno era el Dr. Tiger, quien tomo una posición algo mas determinante. El nos dijo: “por experiencia sabemos que casi nunca la primera aplicación del gel surge efecto, especialmente en una primeriza”  “Es el segundo intento el que generalmente funciona y en algunas mujeres, es necesario llegar incluso a una tercera aplicación”. “Sin embargo, en este caso, considero que no hay razón para seguir esperando, por lo que pasaremos al segundo método para acelerar las contracciones”.

Fue entonces cuando, con la ayuda de una enfermera, el Dr. se dispuso a romper la membrana que contiene el líquido amniótico, lo que comúnmente se conoce como “romper la fuente”. Todo indicaba que el comienzo de las contracciones no tardaría, por lo que me dispuse a tramitar todo para dejar a mi esposa internada.

Aproximadamente una hora más tarde, Saira comenzó a sentir leves contracciones.

Un monitor mantenía informados a las enfermeras y al  doctor, acerca de las pulsaciones del bebe y la frecuencia e intensidad de las contracciones, y por la tarde hubo un cambio de equipo y se presento ante nosotros la doctora Roberta Mackenzie, quien estaría a cargo de ahora en adelante. Ella se dispuso a realizar un tacto vaginal para determinar la dilatación, pero nos informo que aun estaba en una etapa muy temprana del proceso. Yo estaba algo nervioso, ansioso por llegar al final del parto y al fin conocer a nuestro hijo. Las contracciones comenzaron a aumentar en intensidad y frecuencia, pero no había progreso en la dilatación. También le agregaron al suero una dosis de Oxitocina para aumentar aun más las contracciones, pero el dolor se torno insoportable y Saira solicito que le pusieran una inyección raquídea para disminuir el mismo.

Transcurridas algunas horas, la doctora y su equipo observaron que la presión sanguínea de Saira comenzó a bajar, lo cual traía consigo la disminución en la entrega de oxígeno al bebe, por lo que se tomo la decisión de no esperar ya mas.

Cesárea fue la última opción, la única opción restante.  Me hicieron esperar en un cuarto adjunto mientras preparaban la cirugía y, luego de unos treinta cinco minutos, pude pasar a la sala de operaciones.

Eran las 12 horas y 21 minutos de la madrugada del 25 de Abril cuando pude cargar finalmente al niño mas lindo del mundo, y su llanto junto al de Saira, me hicieron presenciar el mas maravilloso amanecer que cualquier padre pueda ver.

El “Credit Valley Hospital” de la ciudad de Mississauga me pareció el edificio más hermoso  que he visto.

Llegó Diego, y un nuevo capítulo de mi vida junto a El dio comienzo gracias a la bendición de Dios.

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