- No lo sé. - Juan se encogió de hombros. - Pero juro que lo encontraré. Si pierdo el año, perderé a Diana. Y yo no la puedo defraudar. Aunque nunca me lo ha dicho, sé que me quiere como yo la quiero a ella y no estoy dispuesto a perderla por un maldito trabajo.
- En realidad, a mí me importa un pepino. - Dijo Alejandro y también se dirigió a la puerta, pero con diferente intención a la de su amigo. - Tengo la palanca necesaria para que me haga pasar Español.
- Pero esa no es la gracia. Yo quiero cumplir con ese trabajo. En realidad la nota no me interesa. Lo que me interesa es la reacción de Diana y no la puedo defraudar, diciendo que he pasado la materia por medio de una palanca. No sería ni justo, ni valeroso, ni tendría alguna importancia para ella. Tengo que cumplirle y no lo debo hacer por medios... - Se interrumpió, buscando una palabra diferente a "sucios", para no ofender a su amigo. - ...frágiles. - Esa fue la palabra que le pareció más apropiada.
- Bueno, haga lo que quiera, hermanito. Yo me largo. - Y Alejandro comenzó a caminar.
- Espere, Alejo. - Juan agarró el hombro de su amigo y lo detuvo. - No es la forma. Más bien ayúdeme a encontrarlo. Así tendrá la conciencia limpia.
- Mi conciencia, déjela en paz. A mí lo que me importa, es la nota. No una conciencia limpia. - Con un movimiento brusco, liberó el hombro y comenzó a alejarse de nuevo.