Por la misma senda por la que el hombre avanza vienen ahora a toda carrera una legión de duendes de punteadas orejas y verdes ropajes, que se confunden con la hierba que crece en las praderas por las que cruza el camino. Gritan al hombre que se detenga, mas este no hace caso y continua caminando hacia su encuentro, una nefasta sonrisa cruza su apergaminado
rostro y saborea como un delicioso manjar la próxima pelea. El sabe que tienen que detenerlo.
Los duendes corren formando una media luna que se cerrará en círculo para detener al mago. El hombre levanta la mano y murmura unas palabras, sobre su palma extendida al gris cielo una bola de espesa niebla va formándose, cubriéndolo de a poco hasta que no se ve mas que una turbia nube que avanza por el camino, los duendes no se detienen y armas en mano rremeten contra la nube.