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La fiesta de cumpleaños de Germán había pasado a ser la mas memorable de todas las realizadas hasta el momento, habían asistido entre invitados y no invitados unas doscientas personas. Eso era un logro extraordinario, considerando que a Germán no lo quería nadie, era una persona por demás aborrecible, así que pensar en que su fiesta fuera a ser un fracaso era algo que todos daban por hecho, nadie se imaginó que fuese a ir tanta gente, parece que todos fueron a ver la cara de decepción de Germán y se quedaron ellos con los crespos hechos.
El día anterior a la fiesta casi todos habían recibido una tarjeta amanera de invitación, no llevaba ningún adorno ni nada por el estilo, solo indicaba el lugar y la hora en la que Germán esperaba que llegasen. Eso era muy de Germán, algo así como una orden, a la que todos decidieron ignorar, sin embargo se presentaron en la fiesta a la hora indicada. Germán la pasó bomba vanagloriándose de la fiesta que estaba dando a todos sus amigos por festejar su cumpleaños "El mas importante de todos", ijo, y no por la edad que cumplía sino por que era "su" fiesta. Serían casi las tres de la madrugada cuando se terminaron las bebidas, así que se nombró una comisión para ir en busca de mas.

Germán en persona se encargó de pedir cuotas a sus amigos para continuar con la fiesta, nadie dijo "no tengo dinero", así que las bebidas llegaron a eso de las tres y media. La fiesta volvió a levantar en entusiasmo...Todos se sentían extraños, estaban demasiado bien en aquel lugar, bebían como nunca lo habían hecho (muchos no habían bebido nunca, pero lo hacían igual que los demás). La euforia del alcohol llevó a muchas parejas a buscar las habitaciones de la casa de Germán. El los miraba divertido.

Sonaron las cuatro de la mañana cuando Germán salió de la casa, subió a su auto agarrado de dos maletas de viaje. Nadie escuchó el encenderse del motor. El aire se hizo mas pesado a medida que pasaron los minutos, todos se miraban entre ivertidos y adoloridos; el continuo baile, los juegos de a dos que tuvieron muchos, habían hecho mella en sus organismos, además que ahora sentían un sopor extraño que les impedía moverse, poco a poco iban cayendo en el mismo lugar en donde estaban, algunos trataban de alcanzar un asiento pero su cuerpo no los podía sostener, nadie entendía que era lo que estaba pasando.


Mientras tanto Germán subía a un avión con rumbo desconocido. Los ojos de todos los presentes buscaban en la mirada de los otros una respuesta a esa inmovilidad que los agobiaba, porque era eso lo que tenían, o mejor dicho, no tenían, estaban paralizados, lo único que podían mover eran los ojos, y sentían la presión de la cabeza contra el suelo. En medio de la sala todo era un caos total, poco a poco habían ido cayendo todos, y muchos que estaban bailando cayeron al piso sin posibilidad de levantarse, acurrucados en el mas absoluto caos todos se miraban sin siquiera poder hablar. Los mas ebrios dormían sin preocuparse de nada.

Formaba un cuadro extraño toda aquella gente tirada en todas partes mientras la música estridente sonaba entre el silencio de todos los presentes. Un grito rompió la monotonía de la canción que sonaba en todo el ambiente, todos abrieron mas los ojos y quisieron mirar de donde venía, pero nadie podía moverse, solo algunos observaron a la muchacha que gritaba mientras el cigarrillo que estuviera fumando minutos antes le quemaba los dedos sin que ella pudiera evitarlo, ella trataba de moverse pero solo sus ojos se abrían con desesperación ante lo que le estaba pasando, de pronto su boca no volvió a emitir ningún sonido y ante las otras estáticas miradas sus lágrimas comenzaron a salir, todos le vieron a sus ojos, el cigarrillo seguía quemando y ella no podía hacer nada, ni siquiera cerrar la boca...

La música se detuvo, un silencio de muerte envolvió el lugar, todos los que podían se miraron haciendo un esfuerzo en los ojos para alcanzar a tener mas visión, pero nada sucedía, sonaron las cinco de la mañana y todos sintieron como un temblor suave en el piso, las puertas comenzaron a cerrarse automáticamente, sin detenerse ante nada que las pueda impedir, varios quedaron mutilados ante el avance implacable de las puertas que se cerraban, solo unos ojos suplicantes y aterrorizados fueron los mudos testigos de un dolor jamas imaginado, la inconsciencia se llevó a muchos evitando que sigan pensando.


Un humo blanco comenzó a invadir todo el lugar, el sordo crepitar de las llamas de un fuego que partía del sótano se dejó oír uerte y claro, el aire comenzaba a faltar. Los ojos miraban de un lado a otro pero solo cuerpos inertes de ojos inquietos les respondían. El suplicio vino después, cuando el aire comenzó a faltar, cuando las llamas comenzaron a tocar las carnes vivas de los hombres y mujeres que no podían siquiera gritar. El fuego creció rápido, inundó las dos salas principales de la casa devorándolo todo, principalmente a los ojos que parecían querer volar para salvarse del suplicio....

Seis de la mañana. Las sirenas de un carro de bomberos rompe la quietud de la ciudad a esa hora de la mañana, el incendio de la casa ha sido avisado y los bomberos van presurosos a detener el siniestro, cuatro cuadras antes de llegar oyen una explosión que rompe los vidrios de los edificios y casas que circundan la casa de Germán. Cuando llegan solo encuentran escombros de toda la casa, no hay nada de pié. Algunos ojos todavía brillan en la oscuridad del sótano donde cayeron los inertes cuerpos al estallar la casa, los ojos reconocen figuras sobre ellos.

Cuerpos sobre cuerpos, un caos enfermizo de vida en muerte. Los ojos ruegan por apagarse lo mas pronto posible, el fuego consume a los que están sobre ellos cubriéndolos de los escombros. Los ojos tienen la esperanza de que los que acaban de llegar puedan rescatarlos, pero no lo hacen, solo pueden combatir contra el fuego que consume la torre de concreto en lo que se ha convertido la casa, tampoco nadie grita, nadie pide auxilio, nadie se queja, ni se mueve, concluyen que no hay nadie..., los ojos los escuchan y quieren gritar, pero si no pudieron antes, tampoco podrán ahora.

Quince días después una pala mecánica retira los escombros en la casa de la calle 8, de pronto un grito detiene a todos los trabajadores en saco, los cuerpos consumidos por el fuego aparecen allí con todo su terrorífico espectáculo y saliendo de las entrañas de esos cuerpos cientos de ratas que corren a esconderse entre la tierra. Un único ojo los mira observar el dantesco espectáculo pero tampoco puede gritar, ya no tiene lengua ni nada con lo que pueda emitir un sonido. Quince días esperando que alguien lo salve y cuando llegan, la pala mecánica se lleva la mitad de aquel cuerpo que mantuvo vivo a merced del cuerpo que tenía bajo suyo.

Quince días y el único ojo se apaga...

F I N
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