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No soporté ver tus ojos y me fui deslizando desde tus senos hasta el vientre, ahí quedé. Me recargué mientras ajustaba tu espalda entre mis manos, las deslicé recordando lo que jamás había olvidado. Tu cuerpo ausente de rencores se dejaba hacer caminos de evocaciones y desprendía tu  olor natural, sin que el perfume pudiera hacer nada por ocultarlo.

¿Cuánto te sabía y cuánto intenté olvidarte? No existió ninguna de las horas de todos los meses que dejé de verte. Puse la oreja en tu estómago. Una de las heridas que hice latía con vida propia, el dolor se sentía por debajo de la piel. Hace mucho sentí con las manos el pasar de la sangre en entrecortados golpes del corazón… entonces no sabía que era una herida… hasta que provoqué que se abriera del mismo modo que te abrías a esperarme cada noche que pasé a tu vera.

Era una herida sin exposiciones lóbregas ni sangrientas, una herida cubierta de piel que punzaba en golpes intermitentes haciéndote presa del recuerdo, no permitiría el olvido jamás. Te dejabas abrazar y yo me enredaba sin dejar que tus brazos y tus piernas tuvieran movimiento. El latido que movía mi cabeza seguía sin presentar alteraciones, ni tus sacudidas de llanto podían sacarlo del ritmo de tu corazón. No quería llorar, no quería; pero el querer es diferente del poder y las lágrimas escurrieron: una sobre el puente de la nariz hasta alcanzar a la otra y ambas se despeñaron explotando al contacto de tu piel. Tus brazos contenían mi torso agitado, y también me abrazaste la historia y hasta la respiración, yo me abandonaba a un llanto quedo escuchando el corazón que se te movía dentro. Suplicaba en silencio que me perdonaras, que no fue intencional el amarte sin tenerte, que la vida estaba lejos de mi cuerpo, que no quería llorar sabiendo que no podría estar contigo mucho más, que esa habitación oscura me gustaba tanto como las luminosas siempre que estuvieras ahí, que nada valía mucho, que todo valía poco. Y seguí llorando y pidiéndote perdón de muchos modos que sólo conocen los que aman, y perdonaste en silencio, el silencio piadoso de quien ama dentro del dolor de mucho tiempo y que nomás entienden los que realmente aman. Así: sin miedo, sin trabas.

El pulsado de la herida acompañaba rítmicamente mis dolores internos, mis desprendimientos. El llanto pasó de a poco y el cuerpo mío se deslizó desde tu vientre desgarrado al colchón, dándote la espalda, como siempre hago cuando no quiero que me veas llorar. Con el dorso de la mano me enjugué las lágrimas y espanté el dolor del futuro y de cuanto ignoraba.

Calmado empecé a tocarte y no hubo rechazos, el cuerpo y el alma te dolían pero no hubo rechazo. Abandonaste todo de ti a mí… como siempre. Retiré tu ropa y en la penumbra acaricié la piel tan blanca. Eras la misma pero diferente, tus latidos eran heridas causadas a lo largo de un tiempo amoroso lejano y torpe. Amor de cualquier modo, esa cosa que no podría provocarme nadie vivo, esa cosa que se murió cuando comprendí que no podía ser tuyo: que no podría ser el carcelero de la libertad.

Ni siquiera necesité la luz, mis dedos presintieron cada peca, lunar, cicatriz y tañido interior de las heridas. Te sabía completa, pero desconocía que ese retumbar de hierros por debajo de tu piel eran heridas esperando por mí, por tu eterno verdugo ¡Cuánto te he hecho sufrir! Esperaban ser abiertas y sangradas por mí. No lo dijiste pero yo sabía que hubieras preferido tenerlas expuestas y que no dolieran tan dentro. Sobrepuse el sentido al sentimiento y volví a entender que te sabía más que a mí, estas manos sólo tuvieron que recordar tu vegetación y los caminos que te preceden. El olor a flores me condujeron a tu campiña fresca y abundante de humedad, ese olor me arrastró a tus brazos, a tus piernas, a tu centro; me llevó a recorrer con la lengua cada una de esas llagas que te hice ¿Por qué te herí tanto? No pude pensar ya nada y sin hablar me puse a amarte pensando que era el desenlace de nuestra historia.

Cuando abrochaba los botones de la camisa, frente al espejo, vi en el reflejo tu cuerpo batido en la sangre de mis propias mutilaciones.

ErosWolf

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