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En el cielo todo se encuentra en movimiento. La Tierra, gira sobre sí misma y en torno al Sol, mientras que la Luna, satélite natural de nuestro Planeta se contonea; el Sol, se precipita hacia un punto situado en alguna parte de la constelación de Hércules, y ésta se abalanza hacia yo no sé dónde.  Así principia mi relato con la emoción y la nostalgia que me causa la primera estrofa musical de la hermosa melodía compuesta por el maestro colombiano José A. Morales, “Pueblito viejo” “Lunita consentida colgada del cielo, como un farolito que puso mi Dios, para que alumbraras las noches calladas, de este pueblo viejo de mi corazón” cuando escucho sonar este vals en la radio, la piel se me eriza y saboreo -la patria como un caramelito hasta el palito - 

El caso de la Súper Luna Azul de Sangre.

Nadie que viva ha sido testigo de este fenómeno tan excepcional durante la noche. La última vez que ocurrió fue en 1866, (hace 152 años) el mismo año en que se inventó la dinamita, se difundieron las bases de la genética y se publicó una de las grandes obras de la literatura rusa, Crimen y Castigo de Fydor Dostoyesvsky, y ¿por qué no? decirlo... haciendo una retrospección del tiempo, en esa misma época coexistía  el escritor francés Jules Gabriel Verne (Julio Verne), poeta y dramaturgo, célebre por sus novelas de aventuras y por la profunda influencia en el género literario de la ciencia ficción; tendría 38 años de edad, cuando de alguna manera “Verne” viviría la experiencia del fenómeno lunar “cuatro en uno”; (coincidencia  astronómica ocurrida los días 30 y 31 de enero de 2018); a la mente ingénita de este  escritor versátil, que comenzaba hacerse popular en Francia por sus escritos de ficción y quién ya había publicado su novela “científica” en 1865   “De la Tierra a la Luna”. Talvez este fenómeno inusual ocurrido en los cielos de una súper luna, una luna azul y una luna de sangre; trascendental en esa época; lo llenaron de motivos para inspirase a escribir otra obra del mismo tenor sin ejemplo en los anales de la ciencia, intitulada “Alrededor de la Luna” que apareció de manera seriada en 1869 y luego fue publicada en el año 1870.

Luna travel: inconsciente colectivo que sobrepasa la personalidad individual.

¿Quién no ha soñado, frente al cielo despejado, con conquistar el espacio? La Luna, nuestra inhóspita musa es la primera etapa del proyecto de conquista de “tierras” ignotas siderales. Todos soñamos, de eso no hay duda. En mi juventud de bohemio, loco y soñador, en singular culto a la noche y a mi prodiga imaginación, literariamente muchas veces me imaginé ¿Cómo ir a la luna? porque la he tenido tan cerca por encima de mi ego; en  los patios interiores de las pequeñas casas; en las terrazas de los edificios; a veces arrimada a los cristales fríos de los ventanales; descendiendo a los tejados de arcilla; sumergida entre las aguas apacibles de los ríos, o en las olas turbulentas de los mares atrabancada; en las hojas caídas de las ramas secas de los árboles; o a veces   encumbrada altiva cabalgando en el horizonte gris por las lejanas montañas; en los frisos del campanario de la vieja iglesia del parque; en los ojos salvajes del gato que se cruza maullando  por mi camino; o en las gélidas noches, bañarse desnuda en mis ojos, que en llanto se anegan, cuando pienso enamorado en algún desamor. (recuerdo cuando me decidí poner en marcha la misión épica de ir a la luna… Pedí prestado sus alas a la libélula; su Eco-localizador, especie de un radar al murciélago y al escarabajo su coraza de acero, resistente al sol color capulí…con esos elementos construí una máquina (astronave) lista para viajar… Desde su punto de salida; la montaña más alta el monte “Everest”, logré que el habitáculo despegara hacia el espacio después de varios intentos…Quería llegar pronto a mi destino selenita…Pero, no fue así, la alegría se transformó en una mueca de angustia y desesperación… Ya había volado tan lejos y alto que estando próximo a cruzar la “ionosfera” mi nave se averió y comenzó a perder el impulso, precipitándose a tierra como una “tectita lunar” sin remedio… sucedió algo semejante a la historia de “Ícaro”, quién pese a las advertencias de su padre, se remontó por los aires, que el calor del sol derritió la cera de sus alas y desfallecido cayó de picada al mar de Icaria, encontrando la muerte, irremediablemente…Yo, no morí como Ícaro, porque al momento de irme a dar contra el mundo, ahí fue cuando desperté bruscamente,  asustado y gritando…sudaba copiosamente con el impacto cognitivo del sabor amargo que deja un mal sueño...afortunadamente aquella aventura lunar fue el producto de un terrible sueño-pesadilla.)

Selenofilia: Es el amor, la fascinación y la locura desenfrenada que podemos sentir los seres humanos por la luna.

¡Tú, deidad maravillosa! me parece apenas asequible a mis deseos de ensueño, ese   distante lugar selenita lleno de misterios y múltiples matices nocturnales; que se desplaza garboso en el confín lejano de la bóveda celeste…desde que tengo uso de razón aprendí a convivir y comprender su fría imagen malva reluciente, suspendida solitaria en ese más allá que llama cielo. Siempre sigues siendo tú… Así, tan nueva es tu magna presencia de un regalo de Dios, para la humanidad. ¡Tú, sublime entre el aroma de flores terrenal! perfuma el viento tus nimbos argentados que lo llenan todo frente a frente a la tierra, cuando asomas en lontananza. ¡Oh, luna millonaria de dones! para mí sos la idea y el concepto sublime de la perfección… Siempre te contemplo a lo lejos adormecida, reposar entre un leve cortejo de nubes vaporosas, cual tules de seda de tonos azulados que envuelven cadenciosas tu contorno glacial fluctuante.

¡El hombre en la luna!  Aún hoy resulta increíble.

Desde aquel 21 de julio (20 de julio en Estados Unidos) de 1969, algunas honrosas excepciones han trascendido; el envío de poderosas sondas al espacio, la invención de Internet, el celular como medio de comunicación o el desciframiento del genoma humano, nos pueden llevar a pensar, al menos, que la investigación científica no ha estado del todo estancada durante los últimos 50 años de nuestra historia. 

Pero nada ha superado el programa Apolo. Los viajes a la Luna fueron hazañas tan impactantes que, todavía hoy, hay gente que se niega a creer que ocurrieron realmente. El proyecto Apolo requirió una excepcional combinación de creatividad tecnológica, coraje, genio administrativo, voluntad nacional (es decir, un montón de dinero de los contribuyentes) y un exquisito sentido de la oportunidad política.

Sin distinción de raza, cultura o religión se habla de la luna, ello nos obliga a reconocer que el primer astronauta debe tanto a Newton y a Einstein. La astronomía no es obra de un hombre, o de un equipo, o incluso de una nación, sino de toda la Humanidad y de toda la ciencia que la misma ha acumulado hasta el presente. ¡Si la luna está ahí, próxima y distante al mismo tiempo! Se precisa toda la inteligencia y la tenacidad humanas para conquistarla.

 

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