¿Por qué nos empeñamos en inventarnos nuestras propias historias?
¿Por necesidad de mantener nuestra esperanza intacta?, ¿por aferrarnos al último asomo de felicidad compartida?, ¿por contagiarnos la confianza que nos mantiene enteras?
Por las razones que sean, por aquellas que valoramos certeras y por las que no nos conforman realmente, pero definitivamente por todas ellas.
Nos pasamos gran parte de nuestro día cavilando sobre nuestras razones. Discutimos con nosotros mismos por la infinidad de pensamientos que nos acechan en dudas y por enormidad de razones que nos convierten en responsables de nuestras decisiones; para llegar a reconocer que aunque equivocados… somos expectantes manipuladores de nuestras propias realidades.
- ¿A donde quiero llegar con esto? Pues, simplemente a confesar que nos equivocamos, y gracias a ello vivimos, lloramos, reímos, amamos y nos entregamos por entero, conscientes de que dejamos la vida en una relación.
Alguien dijo; “La realidad es aquello que creemos saber…” y es verdad. Nada está sobreentendido, nada es tangible y real cuando se trata de sentimientos.
Mis cuarenta y tantos años me han advertido de la inseguridad de mis razones, me han dado la experiencia de mis errores y he caído una y mil veces y me he vuelto a levantar… siempre por otras razones.
"No importa cuanto tiempo te tome equivocarte, solo importa que vuelvas a confiar. No importa cuantas veces te equivoques, simplemente vuélvete a levantar…"
Mi historia es entre tantas, una más de aquellas que por diferentes razones no llega a ser la realidad que creo…
No imagino otra realidad que la que tengo, no quiero otra realidad que la que deseo ahora y obviamente que “mi realidad” es el resultado de la confianza que tenga en ella.
Leía entre las letras que me regaló alguien especial; “Difícil el amor y entendimiento entre seres humanos, somos de la misma raza y no podemos llegar a comprendernos. Simple pregunta. ¿Quién cuenta con la valentía de batallar por sus propios sueños, sin lo exigido por la sociedad, sino llanamente, por lo anhelado en el alma?
Y aunque parezca paradójico “mi realidad” es la que me invento.
