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LA BARBIE HUMANA

El Ser Humano produce ciertas noticias que francamente desconciertan.  En la era del conocimiento interior y la espiritualidad, en una época en la que la mujer da la lucha por la vida a la par con el varón, en algunos casos suceden cosas que honradamente una se queda sin palabras…

Algo que se leyó con algo de sarcasmo y burla por parte del periodista, no es para menos,  a mí sí me dejó seriamente perpleja: “la Barbie humana, una joven mujer ucraniana  que se ha hecho múltiples cirugías para quedar semejante a la famosa muñeca”.    Ya esto es una soberana estupidez que refleja toda serie de inconformidades consigo misma y con su naturaleza, pero además esta obsesiva mujer no conforme con sus propias frustraciones quiso compartirlas con los pobres médicos que, obrando en nombre de la ciencia debieron asumir un reto profesional inocuo y, por lo demás, bastante desilusionador. 

Y es que no era para menos, debe ser muy aburridor para estos científicos “buscar y no encontrar” tanto como para la chica “creer que tiene y no tener”… esfuerzo inútil para ambas partes, frustración compartida  por ambos implicados.

Y es que, una vez alcanzada la similitud física a punta de cirugías con la famosa muñeca a esta “ingeniosa” joven se le ha ocurrido hacerse una cirugía un poco más interior y definitiva…  A esta chica se le antojó la genial idea de hacerse una cirugía para que le extraigan las neuronas…

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ZAPATO ROTO

En medio de la rutina y la cotidianidad nos suceden algunas cosas que marcan la diferencia y hacen unos días especiales; distintos a los demás.  A veces son cosas que se nos hacen agradables y nos elevan la vibración y la autoestima y otras veces suelen ser dificultades que nos atemorizan momentáneamente, pero que tampoco nos pueden derrotar; al menos mientras haya un poco de ingenio y creatividad se podrán superar.

Pues sí, todo esto resume mi pasado día jueves.  Como de costumbre madrugué para irme a trabajar.  Este día comencé a arreglarme muy animada.  Como iba a lucir una blusa con pintas azules, usé un pantalón azul.  Me gustó mucho este atuendo, yo me miraba en el espejo y me veía muy elegante.  Busqué unos zapatos azules que, aunque eran muy viejos de unos 5 o 6 años, habían tenido muy poco uso debido al color, pues como que no pegaban con todo. Ya lista para salir a trabajar, volví al espejo y la verdad, sin mayor presunción, me encantó mi indumentaria de esta ocasión, entonces confiada y segura me marché a trabajar..

Este día yo estaba sola en la oficina y por los pasillos tampoco se veía mucha gente.  En algún momento tuve la necesidad de ir a buscar a un empleado para solicitarle unos documentos para una incapacidad.  Me tocó caminar unos 150 mts. más o menos.  Ya de vuelta para la oficina, yo sentí como un chasquido en mi zapato derecho.     De momento me alarmé, pero inmediatamente ignoré el suceso y seguí mi camino normalmente.

Llegué a mi oficina y continué con mis labores habituales.  De repente sentí que se me enredó el zapato derecho en los rodachines de la silla giratoria, hale y me levanté…  pero al dar el paso me doy cuenta que la plantilla del zapato derecho se había despegado de la plataforma un poco más de la mitad, mejor dicho casi me quedé sin zapato en mi pie derecho.  Pero yo soy bastante dura de derrotar y, en medio de la más absoluta soledad y sin alguien que me auxiliara intenté de varias formas superar mi dificultad…

Busqué en el cajón de mi escritorio algo que me sirviera  para pegar la plantilla a la plataforma del zapato de mi pie derecho pero no encontré algo útil para esto; busqué puntillas pequeñas para clavar mi zapato pero no había; lo que sí encontré fue unas tachuelas o chinches.  Con mucha esperanza clavé estas tachuelas en el zapato de mi pie derecho, pero tampoco me sirvieron porque estaban muy corticas y no cogieron.

Aunque ya tenía el inconveniente controlado, sí me sentía muy tímida e insegura; de todas maneras al terminar la jornada hacia las 5 de la tarde, salí del colegio caminando con mucha cautela para no tirarme la solución tan superficial a este trastorno que se me presentó el durante este día.  Pero sí, si me alcanzó este recurso para llegar hasta mi casa de manera decorosa y digna; no fue ni tan  trivial, si fue muy suficiente.  ¡Ah perdón!  No he dicho cuál fue el recurso trivial con el que solucioné este impase.  Pues escarbando en el cajón de mi escritorio me encontré un rollo de cinta transparente de unos 6 cms. De ancho más o menos, con la cual envolví el zapato reventado…

 

 

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