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Después de muchos años, y cuando ya pensaba que mis hijos no me darían la alegría de ser abuelo, nació mi nieta, la única que tengo y probablemente la única que tendré. Escribo esto con el corazón porque era posible que no naciera, o si llegaba a este mundo podía ser con alguna anormalidad o un problema de salud.

Mi nuera, o sea su madre, tuvo un embarazo de alto riesgo, con un nombre científico que nunca pude aprenderme pero que la obligó a estar acostada durante los nueve meses de gestación. Cuando llegó el momento de la cesárea, resulta que en la clínica donde estaba programada, llegaron muchas parturientas a punto de dar a luz, de manera que aplazaron varias veces la operación con la consiguiente angustia de toda la familia.

El 29 de abril de 2015 llegó a este mundo mi bella nieta Violeta Galatea, vaya para nombrecito, pero es el que escogieron sus padres. Como siempre hago con los recién nacidos la miré a ver que le veía bonito y me pareció morada, arrugada y feo como todos los bebés que aterrizan en el planeta tierra. Y como siempre en los siguientes días y semanas todas las visitas le encontraban parecido a algún miembro de la familia. La verdad yo la veía mejorar de aspecto y de color pero no le encontraba semejanza con nadie conocido.

Con el paso de los meses, los movimientos, el balbuceo, esos sonidos que a uno le parecen hermosos, se fue metiendo en mi corazón de abuelo primerizo. Paso por alto que come, llora y caga como todos los bebes de este mundo, sin excepción; desde el nieto de la reina de Inglaterra hasta el del pordiosero. Ya cumplió un año de vida, y para mí es la niña más hermosa del mundo. Nos reímos y jugamos, escuchamos música y conversamos de todo. No sé si ella me entiende algo pero siempre contesta cuando le hablo. Lo cierto es que yo no le entiendo ni pio pero me divierto oyéndola.

Todos los días le doy gracias a Dios por la presencia de mi niña en este mundo y en mi vida. Es un milagro porque, como ya lo dije, no solo el embarazo fue de alto riesgo sino que, advertidos por los médicos, podía no nacer viva, o con alguna anomalía. Es una niña normal, con buena salud y una vitalidad asombrosa. Quiero compartirlo porque no aguantaba las ganas de contárselo a todo el mundo.soy un abuelo feliz y espero tener la dicha de verla crecer y compartir muchos momentos de su vida. Lo mejor de todo es que la abuela comparte todo lo dicho... y sospecho que es más feliz que yo.

 

Edgar Tarazona Angel

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