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Si alguna vez, alguien derrama una lagrima por ti, mientras te despide en el aeropuerto; si esa persona no te quiere dejar ir, y te abraza y te besa repetidamente; si cuando por fin te suelta, te sigue lanzando besos desde el automóvil, baja la ventanilla y te sigue despidiendo y no avanza, a pesar del insistente pitido del policía que le dice que se mueva, tú has experimentado uno de esos momentos por los que tu vida valió la pena.

Si alguna vez, alguien te llamo por teléfono desde el aeropuerto para decirte que está a punto de abordar un avión, pero quería despedirse de ti, y sigue hablando y hablando contigo hasta que ya sentada en su asiento le piden que apague el teléfono y aun después de haber cortado la llamada todavía te manda un mensaje de texto diciendo que te va a extrañar mucho, ya experimentaste algo que muy poca gente ha sentido.

Si alguna vez, alguien se pone visiblemente nerviosa por tu simple presencia, si alguien te dijo que sintió mariposas en la panza al verte, o si tú has sentido lo mismo por alguna persona, considérate dichoso, pues has experimentado uno de los muy pocos sentimientos por los que vale la pena haber pasado por este mundo.

Considera que mucha gente, pasara por este mundo, inspirando nada más que miedo, tristeza, odio, lastima, o peor aún, nada, en la gente que lo rodea. Considera cuanta gente vive inmersa en la terrible monotonía que como sarro crece poco a poco en el corazón.

Cuanta gente, no ama ni es amada. Cuanta gente vive resignada en la costumbre, cuantas personas están con otros, simplemente porque es lo que más les conviene.

De tal forma que si en el devenir de tu vida, hiciste alguna locura que te llevo a que alguien te extrañe tanto como para que la separación cueste, debes de pertenecer a un muy restringido porcentaje de gente, que hizo que todo aquello valiera la pena. Eres alguien que hizo que otra persona lo amara, pero más aún, que fue necesitado, como una droga en un síndrome de abstinencia. Eres alguien que amo, con ese fuego que te hizo dar el paso extra, que casi nadie da. Eres alguien muy dichoso, tan solo por haber experimentado eso que resulta ser, el verdadero motor que ha movido al mundo e inspirado los poemas inmortales, las canciones que perduran en el tiempo, las obras de arte que hacen que el mundo sea más bello. La llama que inspiro a los artistas, ya ardió en tu corazón.

Fuiste protagonista de uno de esos momentos que se han inmortalizado en fotografías. Esa despedida de película ya fue tuya. A ti fue a quien la gente que caminaba alrededor, se detuvo a ver con una sonrisa en el rostro, anhelando ese beso apasionado que te dieron en medio de la calle, sin importar nada de lo que sucedía alrededor. A ti fue al que extrañaron. Tú fuiste quien saboreo la melancolía de dejar a aquella mujer (u hombre) con la promesa del reencuentro. Eras tu el dichoso, y no aquella pareja con maletas Louis Vuitton haciendo fila en la sección de First Class, que durante los 10 minutos que duró la espera, no se dirigió la palabra, ni siquiera la mirada y no digamos una caricia. Ellos no sintieron la necesidad del contacto físico. No querían ese último beso que cada vez que se daba se convertía en penúltimo, pues tenía que haber uno más. Ellos no fueron los que sintieron el olor de la otra persona aun impregnado en la nariz, como dichoso resabio de una noche entera fundidos en abrazos y caricias. Ellos no hicieron eso nunca. Tú lo hiciste anoche. Y por eso eres casi único. Anoche consumiste más pasión, que la que mucha gente no saboreara en toda su vida. No importa entonces, que pasara mañana.

Ya podrías irte en paz en cualquier momento. Entre tú y ese alguien más, ya hicieron que dos vidas, entre millones, valieran la pena.

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