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Su voz enérgica y autoritaria decía: Si no me trae el examen del médico no le hago la terapia. Eso significaba pagarle al médico, luego el examen, luego pagarle a ella la valoración y después las costosas terapias. Antiguas experiencias me hicieron pensar que más importa la experiencia que el trato amable, y según referencias aquella mujer es una eminencia.

Mi madre mujer amante de la medicina constantemente deslumbrándome con su generosidad entregando sus conocimientos respetando la vida humana como un baluarte inviolable y sagrado me advirtió no seguir con esa idea.

Tres citas 250.000 pesos, un exámen, y 2 terapias, la última un video de 20 minutos con temas de anatomía que se encuentran en internet. Clavada en la silla me preguntaba y ahora?

" Eso le sirve aunque usted no crea… usted está muy estresada... relájese piense en más cosas para hacer, no se las digo porque yo se que usted sabe" ... sentenció la urraca.

Para ese momento yo estaba parada apunto de irme vencida, solo atiné con la voz quebrada y llorando decirle no estar de acuerdo.

Ni se inmutó, selló su función acomodándose los anteojos diciendo " la siguiente cita me espera, para el próximo miércoles a la misma hora no?"

Caminé unas cuadras tratando de entender mi pasividad, "Porque no le arranqué el cuello?" me preguntaba. Después controlándome la disculpaba dándole la razón "es verdad, tengo que calmarme, el video no estaba tan malo, es la presión de los últimos años, ella sabe".

Subí a la 15, me subí a la buseta llena como siempre y sentada al lado de una ventana que no se abría empecé a disfrutar el regalito de mi doctora.

El aire no me llegaba, el pecho cerrado como un puño, la cabeza ardiendo y lo poco que acerté a comer a la mañana revolviéndose con la ira que me inundaba, intenté respirar hondo, pero fue imposible, después de veinte minutos en el puesto de adelante justo frente a la puerta se levantó una mujer y salté inmediatamente a ocupar su puesto o bueno casi. Al lado, la mitad de mi compañero desconocido ocupaba la totalidad de su asiento y la mitad del mío. No me importó le di prioridad a la puerta y la fuerza del aire entrando. Mi rostro seguramente delató mi estado pero no pasó más que por la curiosidad de la adolescente hablando por el celular mirando de reojo, la mujer que a mi lado acomadaba su cartera encima mío y un par de desafortunados sobre las escaleras de la puerta arriesgando su vida, entreteniéndose con el acontecimiento durante su incomodo trayecto.

Cada cuadra era una hazaña, " ya casi llegó, no llores, no seas floja, tal vez la medicina de la mañana te cayó mal".

Al bajarme esa cuadra, esa maldita maratón que hace unos años caminaba indiferente y ahora es un reto diario, todo el esfuerzo de hoy para nada.

"Mi hogar se ve" por fin, Madre cuando te haré caso, si me dijiste que esa bruja no tenía buena voluntad, que ironía yo leyendo hace unos días ese libro de Morton Thompson que te regaló mi papá anunciándote su poca valentía en pleno romance, que profético.

Ellos tienen el conocimiento, lo ocultan y lo dosifican para agrandar el negocio. No importa si mueres, el dinero o la vida.

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