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Mi superyo onírico (“Seguiré viviendo” 36a. entrega)A diferencia de todas las enfermeras de la clínica, Aminta sí disponía de todo el tiempo para escuchar y de no poco para hablar. Era su oficio. Eleonora le pagaba el turno para acompañar a su padre las noches en que más decaído lo veía. Con Irma, José no necesitaba hablar, que no sobraba, pero su dicha mayor era admirar su figura menuda, seductora y tierna. Con Aminta bastaban el diálogo en la penumbra de la alcoba, nada de ella le interesaba ver, era al fin y al cabo una mujer entrada en años. «En el diablo, Aminta, yo no creo, y es bien osado que lo diga cuando puedo estar a punto de ser recibido en el infierno». Aminta se rió con la ocurrencia de José, pero algo le advirtió...

El doloroso mundo de las calles (“Seguiré viviendo” 35a. entrega)Mi vista no pudo resistir Venus tan exquisita. Mi mirada se deslizaba turbada desde su talle hasta sus glúteos adorables. Ceñidos por un pantalón blanco que dejaba traslucir la seductora tanga, me habían quitado todo interés en el sermón del párroco. Había comenzado viéndolos de reojo y había terminado mirándolos con descaro. Estaba en éxtasis; en un éxtasis mundano. Gozaba con cuanto me dejaba ver, pero mucho más, con...

Nunca sojuzgado (“Seguiré viviendo” 34a. entrega)El taxi había sido siempre para José la alternativa al automóvil, pero un día sintió el deseo de explorar el caos que lo había ahuyentado de montar en bus. Se había propuesto conocer en lo poco que de vida le quedaba, cuanto había desdeñado en sus largos años de existencia. Subió al vehículo totalmente despistado. Ignorando del valor del pasaje, armó una congestión al paso por la registradora cuando intentó pagar con el billete de mayor...

Feminismo absurdo y feminismo razonable (“Seguiré viviendo” 33a. entrega)La bondad y la libertad fueron mi escala para juzgar. Confrontaba con ellas desde gobiernos hasta religiones, desde normas hasta obras literarias. Todo lo podía poner bajo su lupa. Bajo esa perspectiva escribí un artículo que controvertía las relaciones entre las empresas y sus empleados, y que recriminaba la exclusiva consagración de la vida a las obligaciones. «Creen las entidades a sus trabajadores artículos de...

El estoicismo (“Seguiré viviendo” 32a. entrega)Decían de Eleonora que ella era una copia de su padre y que tan sólo se sometía a su propio pensamiento. Aunque encantaba, a la hora de una relación los hombres le temían a su independencia y a su personalidad arrolladora. José sabía que tenía responsabilidad en ello. Desde el colegio había descubierto en su hija posiciones críticas y alguna rebeldía, y las había alentado. Las quejas no eran motivo para reprenderla. Más que su juez era su...

No sé si soy un insensato cuando me dejo asaltar por estos pensamientos. Te amo y pienso en ti como la amante eterna, pienso que nuestro afecto se burlará del tiempo y la distancia, porque fenecerá primero lo infinito. Sin embargo cuando mi razón pone al amor bajo la lupa, tal vez por el influjo de pasadas experiencias o porque lo reflejan las parejas que conozco, surgen consideraciones como ésta: El amor es más lo que soñamos...

Conflictos entre la razón y las creencias (“Seguiré viviendo” 31a. entrega)Para hablar de mujeres y lujuria Joaquín es el perfecto; Javier para tratar las cosas trascendentes; Alicia y Piedad para desnudar el alma; Claudia y Pilar para sentir el placer de las caricias; y Elisa, claro, para tranzar agravios. Tantos temperamentos tan disímiles, tantos pareceres tan opuestos, y todos, salvo uno, engranados por un positivo sentimiento. Aunque cada relación sea un mundo diferente, la...

Un juicio en mi inconsciente (“Seguiré viviendo” 30a. entrega)Reconocido como noble y bondadoso, José también era severo; visto como reflexivo y sereno, también era impulsivo. Enjuiciaba las normas, pero las cumplía. Era un crítico mas no un antisocial. Caía bien, a tal punto que la ampolla que levantaba su escritura, se desvanecía cuando los contradictores trataban al autor. A veces porque la exposición de sus motivos convencía, otras más, porque algo en su naturaleza llevaba a apreciar...

Ideario del moribundo, sus sentencias (“Seguiré viviendo” 29a. entrega)No alcanzaba a comprender como había llegado a aquél paraje. Era amplio y pleno de luz, pero brumoso. Parecía campestre, ocupado por poltronas blancas y mullidas. Aunque próximas a mi vista, debía esforzarme para saber si estaban ocupadas. Cuando casi tenía la certeza de que estaban vacías, la última mirada me convenció de todo lo contrario. Desconfiando de mi vista avancé dispuesto a esclarecerlo con el tacto, pero mi...

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