Identificarse Registrar

Identificarse

Índice del artículo

Adriano y Charlotte traían varias bolsitas de cuero llenas de cerveza y lanzaban una a cada uno. Estuvieron un rato sentados en la casa bebiendo cervezas de malta, jugando pool y discutiendo las ideas que tenían para después de la fecha de graduación que se avecinaba.

Poco más tarde del ocaso emprenderían camino a sus casas.

Tevin se levantó del mueble donde estaba recostado, como si le hubiesen pinchado una nalga, tropezó con una mesa y aparatosamente se enderezó_ ¡Bueno, me voy! Tenía una lista de cosas que hacer y no hice nada_ Abrió la puerta y salió disparado sin despedirse.

_Este tipo está loco_ dijo Adriano burlándose mientras se ponía de pie trastabillando a propósito para tomar su turno en la mesa de pool.

La puerta se abrió de golpe y Tevin estaba de vuelta_ Mi carruaje no prende_ dijo mientras la cerraba.

_Toma el carrebus_ dijo Charlotte.

_Los asientos son de paja. Esa vaina pica en las nalgas_ sonrió y se dirigió a Barán_ ¿Me prestas uno de tus caballos de paseo?

_Seguro, están en el establo, atrás.

_Voy a agarrar a Lucero, como siempre_ Barán se encogió de hombros. Aunque era muy protector de sus caballos, le era indiferente cual tomara Tevin. Él sabía que su amigo adoraba a esa yegua y le daba buen cuidado.

_Aliméntala cuando llegues a tu casa_ dijo.

_Seguro, gracias_ Tevin salió sonriente por la puerta de atrás y entró al establo. El suelo de paja crujió y dos de los tres altos caballos blancos despertaron. El tercero estaba fuera del alcance de la luz de luna que entraba por la alta ventana. Tevin se acercó en silencio y le acarició la cara. 

Lucero despertó y pateó el suelo contenta al ver a Tevin mientras él abría la puerta para ensillarla_ Hola, bonita_ La yegua no movió un pelo y se dejó ensillar tranquila en menos de un minuto.

Tevin saltó poniendo un pie en la pared e impulsándose de ahí como todo un profesional. En seguida galopaba por el relativamente corto camino a su casa.

Adriano y Charlotte se fueron juntos un poco más tarde dejando a Lucas con Isabela y Barán. Se sentaron en la cocina mientras Isabela servía tres platos de cereal.

_¿Puedo tomar uno de tus caballos, Barán?_ Preguntó Lucas sonriendo.

_Tu carruaje está aquí.

_Sí, yo sé. Pero me da fastidio, es escandaloso y es tarde. Lo vengo a buscar mañana.

A Barán le pareció que Lucas le pedía un favor impertinente y quiso decirle que no pero igual le dio permiso de tomar uno._ ¡Pero me lo devuelves, tipo! No te desaparezcas.

Lucas era el amigo más conservador de su espacio. Siempre se perdía de vista por unos días y volvía como si nada, sin dar explicaciones. Vivía sólo y ninguno de los jóvenes conocía a su familia.

Devoraron el cereal en un instante y se despidieron de Lucas. Barán e Isabela entraron a la casa y se volvieron a sentar en la sala, contemplando un gran jarrón de porcelana de su papá mientras escuchaban la radio.

_¿Sabes en qué pensaba?_ dijo Isabela mientras Barán pasaba una mano por su hombro. Ella se recostó en su regazo._ El día que nos cacemos, en unos cuantos años… Tendríamos una pequeña boda y nos iríamos a vivir totalmente al sur de Aldenberg, veinte horas de aquí. Es mucho más verde de aquel lado. Lejos, donde nadie nos molestase_ hablaba lento y en armonía con sus palabras casi cantadas; imaginando todo lo que decía. Ambos nostálgicos y contentos, poco a poco quedándose dormidos en el mueble.

_Estos tipos irían haciendo sus casas cerca de la nuestra, hasta tener nuestra pequeña comunidad_ dijo Isabela completando la fantasía que creaban juntos algunas veces desde hacía varios años_. Estoy segura que mis padres se construirían una casa cerca de la nuestra.

_Yo estoy seguro que mi padre no se mudaría por nada del mundo_ dijo Barán sin dar importancia a lo que decía.

Isabela y Barán siempre estaban juntos y nunca dejaban de hacer nada el uno por el otro. Se querían y respetaban, aunque muy de vez en cuando Barán salía con patadas inesperadas. Casi siempre había respeto dentro de la picardía y nunca había discusión que durara más de un par de horas. Dentro de Barán se formaban a veces dudas que le daban a pensar que el brillo de sus ojos era la única razón por la cual Isabela nunca se molestaba con él.

_¿Dónde está tu papá, Barán?_ continuó Isabela mientras se quedaba dormida, tengo varios días que no sé de él.

_Aldenberg Sur, siempre dice que viaja al sur a trabajar y nunca voy a verlo allá porque no me dice en que parte está. Además tendría que rodar unas catorce horas y no sé dónde están los posos para cargar con agua los carruajes hacia aquel monte_ La Pregunta de Isabela parecía haber amargado a Barán un poco; en realidad no hacía mayor esfuerzo por viajar al Sur.

No le gustaba hablar de su única familia. William Hoffman no era la clase de padre que Barán deseaba tener. Siempre tenía a su hijo a oscuras de información, no le contaba que hacía en sus múltiples viajes ni mostraba gran afecto cuando estaba en la casa. Para Barán, era más un compañero de cuarto que un padre_ No se que hace, en realidad.

_Disculpa que te hable de eso. Te molesta_ Ella acariciaba su mano mientras lo veía a la cara. Barán tenía los ojos en el aire, viendo imágenes en su cabeza.

_Sabes_ dijo luego de unos segundos en silencio_ nunca le he parado mucha bola… ¿Te conté que ayer soñé con mi mamá otra vez?_  Terminó, cambiando el tema. Isabela volteó entretenida.

 

email

¿Quiere compartir sus eventos, noticias, lanzamientos, concursos?

¿Quiere publicitar sus escritos?

¿Tiene sugerencias?

¡Escríbanos!

O envíe su mensaje por Facebook.

Están en línea

Hay 297 invitados y ningún miembro en línea

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver