Identificarse Registrar

Identificarse

Índice del artículo

Frente a la fuente, como si hubiese salido de atrás de una cortina invisible con un leve silbido, apareció un hombre encapuchado con un sobretodo de cuero blanco caminando en apuros hacia el área de emergencia.

El anciano armó un escándalo ante lo que había visto. El doctor se dio la vuelta al escucharlo para ver a un hombre de blanco cargando un bebe que lloraba desesperadamente.

_Su madre ha muerto en nuestro carruaje_ dijo el hombre de blanco, quitándose la capucha. Había una emocionante mezcla de tristeza y vida en su mirada.  Era un hombre corpulento, de unos treinta años. Muy parecido a Darío pero unos veinte años más joven.

El doctor corrió hacia el hombre dejando caer su maletín de cuero y tomando al bebé en sus brazos. Dirigió una mirada al viejo y le habló intentando calmarlo_ tranquilo, William. Es solo un bebé_.  Al ver al bebé a los ojos, el viejo dejó de gritar, cautivado ante un ocre amarillento que parecía brillar un poco. El doctor se dio la vuelta y llamó a unas enfermeras que estaban en la puerta. El bebé lloraba ruidosamente.

_Sígame_ dijo al hombre de blanco mientras las enfermeras corrían a ayudar al viejo.

Una vez que habían entrado a la sala de emergencias el doctor entregó el niño a otros miembros del personal médico_ Estará bien, señor. Ellos se encargarán de su hijo_ La conmoción se disipó en seguida.

_Se lo agradezco mucho… ¿Doctor…?_ preguntó el hombre levantando la mirada.

_Hoffman... Por favor sígame. Lamento escuchar sobre su esposa, sepa que su cuerpo ya está siendo traído dentro del hospital_ El doctor colocó su mano en el hombro del hombre pero este no parecía estar sufriendo en absoluto. A este punto estaba inmóvil, tranquilo_ ¿Cómo se llama usted?_ continuó.

_William_ mintió el joven Darío en voz baja.

_Sígame, William. Debemos poner un nombre a su hijo_ El doctor empezó a caminar esperando que William lo siguiera.

Darío se quedó plantado donde estaba, observando a la gente que cruzaba por el pasillo. Escuchaba como cada una de las personas que cruzaban susurraban sus nombres sin siquiera verlo. Barán, fue el cuarto o quinto nombre que escuchó.

_Barán_ dijo al doctor antes de seguirlo. Un joven detrás de él volteó como si lo hubieran llamado_ Mi hijo se llamará Barán.

_Bonito nombre_ respondió el doctor con una sonrisa cuando ambos cruzaron y se perdieron de vista en otro pasillo.

Mi historia comienza cuando Barán Hoffman alcanza los veinte años de edad; se encontraba en su último trimestre de bachillerato, pensando que su vida era normal. Vivía con su padre, quien no le prestaba mucha atención y la ausencia inmensa de una madre, sin la menor idea, al igual que todo el mundo, de lo que había pasado poco antes de su nacimiento. Un acontecimiento sin sentido alguno, que lo habría puesto en el lugar donde se encontraba ahora, escrito para cambiar su vida.

Los habitantes de Aldenberg estaban acostumbrados a los límites de la ciudad, a nunca traspasar hacia las inmensas montañas nevadas que los rodeaban. Todos consideraban que más allá del bosque y la nieve no había vida alguna, y nadie lo dudaría. Estaban conformes con el pequeño espacio civilizado que tenían; para ellos el mundo era perfecto.

A la orilla de las montañas había pequeñas colonias, las ciudades se extendían un poco, pero luego de algunos cientos de kilómetros, no había más que eminencias y bosques poblados de inmensos pinos.

Barán creció en este mundo, donde por la falta de su madre y prácticamente la de su padre,  aprendió a apoyarse en algo que todos aprecian en el mundo, un pequeño grupo de amigos; por quienes daría la vida, sin estar seguro de que la darían por él. Era una persona confiada. No sabía que algunas veces no hay mejor amigo que uno mismo, y que quien en verdad podía ser su amigo pasaba desapercibido.

Grupos

Están en línea

Hay 146 invitados y ningún miembro en línea

Concursos

Sin eventos

Eventos

Sin eventos
Volver