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Mariana (“Seguiré viviendo” 28a. entrega)Eleonora iba apenas por unos pijamas para llevárselas a José, pero se tropezó con tanto desorden en la habitación, que decidió primero organizarlo. Así había quedado el cuarto cuando tuvieron que salir con celeridad para la clínica. Había ropa arrugada y sin doblar sobre la cama, un par de camisas en la silla, y sobre ellas un par de corbatas y una bata. Las pantuflas a la entrada del baño; libros, periódicos doblados, lapiceros, discos compactos, hojas impresas y manuscritos, esparcidos sobre la mesa de noche, en un montículo a punto de caer.Con paciencia Eleonora cambió la cara de aquél cuarto caótico. Por último se dedicó a guardar en una carpeta los escritos de su padre, ojeando una que...

Inevitablemente el hombre es religioso (“Seguiré viviendo” 27a. entrega)Aunque había varias personas en la habitación, no sentía deseos de entablar conversación con nadie. Estaba adolorido a pesar de los calmantes y aún me sentía atontado por los anestésicos. Conservaba un vago recuerdo de una cara oculta tras el tapabocas. «Todo salió bien», me había dicho, si bien no estaba seguro de que fuera cierto. El atolondramiento era tal, que ni siquiera me importaba preguntar por el desenlace de...

Lo que el hombre oculta (“Seguiré viviendo” 26a. entrega)La muerte carece de expertos que absuelvan el menor interrogante. Sin embargo cuando por curiosidad hizo José el intento de buscarlos, miles de páginas de embaucadores aparecieron en los motores de búsqueda de la internet. Para él la empresa era una pesquisa sin respuesta, especulativa sin remedio y presa de la vacilación de siempre: el premio o el castigo, la reencarnación, la eternidad... la nada. Se preguntó sin ánimo de...

Pensar en la muerte es saludable (“Seguiré viviendo” 25a. entrega) Hablando de la muerte terminé hablando de lo irremediable; y especulando sobre lo irremediable volví a ocuparme, cosa rara, de las relaciones de pareja. Advertí, para mostrar la conexión, que la relación entre el hombre y la mujer encierra verdades tan inexorables como el fin de la vida, a las que reaccionamos de la misma forma: creyendo que sólo aquejan a los demás y sorprendiéndonos cuando nos afectan.Fernando y Nayibe...

Eutanasia (“Seguiré viviendo” 24a. entrega)Había amigos de José para los que era un suplicio departir con él a sabiendas de que estaba moribundo. Se preguntaban qué decirle; vacilaban entre hablarle con naturalidad, excluyendo el tema de la muerte, y referirse a ella invocando esperanzas ilusorias. Alguno pensó que era mejor hablar de la enfermedad en forma descarnada. Muchos optaron por una solución pragmática: no volvieron jamás a visitarlo. Otros, como Andrés, lo sorprendieron con su...

Primer adelanto de una novela que estoy escribiendo, es el primer asomo de un diario de aproximadamente cuarenta días, ruego a los lectores ser lo suficientemente críticos con la estructura del escrito, no está de más aclarar que es la primera vez que me aventuro a escribir esta clase de textos. La siguiente historia trata sobre aquellos relatos juveniles y pasionales que por algún momento todos hemos pasado, pero que sin duda también se consideran...

El peligro de la sociedad y el Estado (“Seguiré viviendo” 23a. entrega)Muchas veces escribí que la vida pertenece a quien la usufructúa, a quien la siente consumirse en su piel, a quien con ella sufre o se alboroza. «La vida es el tesoro más valioso y el mínimo bien del que puede sentirse amo y señor el ser humano. Que la existencia provenga de Dios no cambia la condición de dueño que tiene el hombre de su propia vida. Y es el propietario el que dispone con plena licitud –bien o mal– de sus...

Muerte y bondad: objeto de mis sueños (“Seguiré viviendo” 22a. entrega)José podía parecer inalterable, pero era temperamental y apasionado. Un hombre de pasiones intelectuales y afectivas, pero conciliador: «Soy amigo de tolerar lo tolerable». Y en efecto, en el trato personal buscaba más la concordia que el conflicto. Tras una explosión de ira podía albergar sentimientos de destrucción y de venganza, pero al igual que una tormenta terminaba en calma, con un pensamiento despejado...

La nostalgia de un amor duradero (“Seguiré viviendo” 21a. entrega)Ante la premura de la muerte decidí inventariar mis pertenencias. Entre las más queridas estaban mis escritos. Se hallaban dispersos por el apartamento, en libros, en revistas, en carpetas, en el computador, en cajas, o simplemente en hojas sueltas que hacían parte de todo mi desorden. Intenté reunirlos y clasificarlos. No todos habían sido publicados. Muchos eran personales, íntimos y comprometedores. Ponían, por...

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