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Después de pasar treinta años de matrimonio con el marido de una, ¿a una que le queda?: continuar con él, sus buses, sus sueños de que cuando tenga treinta carros nos iremos para la capital para instalarnos en un buen barrio, sus intenciones de mejorar nuestras vidas y otras mentiras; así me dijo cuando solo tenía dos buses y le pedí que compráramos una casa: cuando tenga tres con mucho gusto, mi amor, y los tuvo; entonces que cuando completara cinco, y los reunió; después me afirmó que con nueve buses pararía su inversión rodante; ya tiene diez pero sigo sin esperanzas de salir de este cuarto inmundo donde he visto crecer a mis hijos y transcurrir veinte años de mi vida llena de iniquidades, o algo así dijo el padre en un sermón; siempre me promete que cuando tenga dos o tres buses mas, ¿Cuándo terminará de ambiciar?, creo que nunca, perdónenme las palabras que voy a decir, pero con lo malparido que es, nunca en la gran puta vida… perdónenme señores, pero como no soy capaz de decírselo en la propia cara de él, pues… 

ES UN VIEJO TRÁFUGA Y MALDADOSO

Don Hermógenes Venegas es un viejo tráfuga y maldadoso, detallen, voy y le digo así de frente que mi compadre se metió en un verguero el madre, y, ¿saben lo que me responde?; no me diga, ¿Qué le pasó al busecito?; viejo tetrahijuemadre, no hay ninguna forma de explicarle que los choferes somos seres humanos, que valemos  más que un bus por nuevo que este sea, y que necesitamos, como sus trabajadores que somos, de su ayuda para sortear un problema berraco en el que nos metimos con uno de sus carros. A mi compadre Uldarico lo metieron a la “casa cárcel” que tenemos los choferes, pero el juez que conoció el caso unos días después, dijo que eso era una vagabundería y suaz, de culo a la cárcel del distrito en calidad de delincuente común; yo, Carlos Villalba, su compadre, ¿Qué puedo hacer? Pues volver a donde mi comadre para consolarla y decirle que cuente conmigo para lo que sea que se le ofrezca, porque nuestro patrón “Pance burra”, (así le decimos a don Hermógenes) dijo que no le importaba un carajo la suerte de Uldarico sino el tiempo que iba a estar parado el bus; comadre, al puto bus no le pasó ni un carajo y tranquila por lo del arriendo, el mecato y los diarios que aquí estaré yo para que no les falte nada, ni a usted ni a los niños, mientras se arregla el problema de mi compadre, que es su marido del alma.

COMPRÉ ESTA TREMENDA NAVE Y AQUÍ ME TIENEN

A Uldarico Morales lo condenaron a prisión por el tiempo de diez años acusado de homicidio culposo. No me joda, en esta vida en este país del carajo al pobre y al pendejo se la montan, pero el que tiene moneda marranea, aquí me tienen ustedes llavecitas, sí, el mismo “carepalo”, con cinco años mas en las costillas, libreta militar, pase y chequera entre el bolsillo, vestido de paño y bus propio, como les quedo el ojo, ¿ah? No me miren mal cabrones, la vida es de los vivos y de los de buenas, ¿se acuerdan cuando me gane una fracción de lotería?, bueno, pues me fui para los llanos y allí me pescaron para prestar el servicio militar, dejé la mosca en un banco ganando intereses, después, bueno no me crean gran güevones, me saque diez fracciones de la lotería de meta, recién salido de la milicia, compré esta tremenda nave y aquí me tienen; claro señor, yo era el ayudante de don Uldarico, por eso se me todo el rollo, pare la oreja llave; su mujer y sus hijitos, de mi ex patrón que en la cárcel descase, debían quedar en la calle, comiendo física porquería, se dan cuenta que ya no soy tan grosero?, pero su Dios que es tan grande decretó que Carlos Villalba tuviera un corazón muy caritativo y se hiciera cargo de la familia de su compadre del alma, jajaja, cuatro años pasaron y el compadre del alma tuvo un chino con su comadre del alma, detallen hermanolos, mientras uno estaba en la guandoca el otro le castigaba la vieja, jajaja, así son las cosa cuando son del alma; si a mí me hubiera tocado dar la notica por los radios y los televisores detallen poco más o menos llavecitas:

-         “Piernonas y piernipeludos, muy buenas noches, paren la antena para que escuchen el rollo de los últimos pedos que se han tirado en la bolita del mundo, (tos, tos): en la “cárcel modelo” de la capital, Uldarico Morales quien fue chofer de profesión y ahora era cornudo por desgracia, acaba de dar término a su vida o se ha fetecuado para siempre, ahorcándose con una cuerda de guitarra; pensamos que la causa fue la traición de su mujer del alma que le daba el turututú con su compadre del alma, jajaja, este a cuenta de que estaba dando para el techo y la lata, decidió cobrar en carne lo que daba en dinero y una noche cualquiera, tal vez pensando que su comadre tenía dos varones y tres mujeres, decidió completarle las parejitas, jajaja, como la oyeron?”, ¿Cómo la oyó señor?, si, usted, el de la grabadora, si no le gusto no me haga mala cara y vaya pregúntele a otro man. 

CLARO QUE ELLA TAMBIÉN DIO LO SUYO 

El chofer profesional, Carlos Villalba, se despidió con un beso de la que había sido la esposa de su compadre y que ahora era la propia, le hizo muecas al niño que ella sostenía en brazos y que había completado las tres parejas de hijos de ella; miró amoroso a la mujer, que aún estaba resentida y dolida por el triste fin que tuvo su primer marido en la cárcel pero que le agradecía a Dios la buena suerte de haberle enviado una persona como su compadre que ahora era su nuevo marido, y no permitió que ella y los niños se hundieran en la olla de la miseria. Después de encarcelado su marido ella quedó desorientada; sin familiares a quienes acudir, de Uldarico o de ella, sin el apoyo de Hermógenes Venegas que es una mierda y a quien su mujer había abandonado para irse a vivir con los hijos, solo le quedaba su compadre Carlos que se hizo cargo de los gastos desde el primer día, claro que ella también dio lo suyo, pero, bueno, no se arrepentía, era tan… cariñoso. Lo vio tras del volante tirando de la cadena de las cornetas como despidiéndose y levantó sobre su cabeza, la de ella, al niño, para que Carlos se despidiera y como años antes, sintió algo que le oprimió el corazón, oprimió al niño contra el pecho y penetró en la casa con dos lagrimones que le escurrían por los cachetes.

Ir a: ¡Soy chofer... y qué! (Final)

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