Criollo tañedor de líricas cordófonas. Salteador de caminos andinos, con correa o bandolera impalpable cruzada entre pecho, alma y espalda, en la que jamás ha portado armas menos nobles que bandolones, bandolines o bandolas.
Poeta armonioso de valles y montañas, con espíritu aguerrido por la lealtad folklórica. Bandolero de plectros
púa en sus dedos;
púa en sus corazón;
púa en su fino humor.
Pasaporte humano hacia la historia musical de linajes bandurristas de Colombia, desde el insigne lunario Diego Fallon, en gran Morales Pino, Timoteo Ricaurte, “El Chato” Melo, “El Manco” Arango, “ El Negro” Pasos y “El Mono” Núñez entre otros, hasta la estrada o camino de su Estrada.
Artífice infatigable y desprendido, que se entregó con toda su vitalidad al enriquecimiento de nuestro “realismo mágico”; virtud propia de nuestros genios con la cual ha trascendido hasta este milenio, con su equipaje de anhelos, sentimientos y tañidos de inconfundible bandola.
Gracias Maestro Diego por toda esa idealización y entrega de cautivantes sonidos. La estrada continua…
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juandiegovejaranomoreno-Bellas Artes-Cali- año 2000