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Durante una sonata de luna clara, a un mes de un día de vida acumulado, mientras el cinc se resiste a ser agujereado por cada gota de agua que lo golpea, mientras los árboles son abofeteados por un fuerte viento que escupe sus hojas, mientras la luna se oculta para que los niños no le vean llorar. Después de doscientos años una sonata hace bailar mis neuronas, evitando, cada una, ser pisada por los pésimos pasos que realizan los recuerdos. La pista es extensa, el tiempo no es aseado: la ha contaminado. Sus movimientos son destellos de luz que las delatan: son estrellas que bailan al ritmo de una sonata.
Miles de parejas bailan, nunca fueron invitadas, muchas bailan tan fuerte que dejan cráteres en la pista, otras se cansan, algunos recuerdos son tan mal bailarines que las neuronas deciden irse y dejarlos a la deriva, solo les queda marcharse. Hay demasiados. Después de doscientos años una sonata de luna clara la trae a ella y yo la veo bailar en el centro de la pista. Anhelando que su luz nunca se apague, y así mirarla toda mi existencia. Se mueve tan suave y delicado, al son de cada tecla de esta sonata. Solo baila, indiferente a las demás parejas, para mí. Eso siento. Siempre con un pies al aire al girar, da suaves pasos saltados, que cuando por fin hacen contacto con la pista siento oleajes en formal de ondas, todas dirigidas a mí, que hacen sentir al universo: ella. 
Quisiera rosar delicadamente la piel de mi mano derecha con la suya, mientras miro su rostro y en el veo sus ojos observándome entretanto bosqueja una suave curvatura de sus labios y que está sea sonrisa de felicidad, con la cual diga sin palabras "te esperaba", mientras yo al mismo tiempo pronuncio "baile contigo, aunque solo sea en mi querer".
Pero siento que es mejor mirarla a la distancia, ver cada detalle. Grabarla en mi ser. Para que cuando su luz deje de brillar saber dónde buscarla, donde ahora está...mis recuerdos 
Le pido al universo que de mí nunca la borre...

Un pequeño y brillante fotón que rechazó la piel de su rosada mejilla, choco contra mis ojos, iluminó mi camino.... Allí esta ella, en aquel lugar, inalcanzable para mi ser. 
Es ella quien da luz a mi vida, es ella quien ha creado este camino, es ella el motivo de mi existencia. 
En mi  esfera gris esta ella, en un pequeño rayo de luz que ocupa todo el espacio. Caminando entre la multitud, con una hoja en su mano izquierda. Pedaleando en una bicicleta color blanco Camino a clases. Sentada a no más de tres metros de distancia de mí, mientras en una Guagua vieja que está en la estación suena la canción que se titula "Fuera del planeta". Allí: alejándose en el camino mientras mi cuerpo en su estado de calma, serenidad, felicidad; a punto de estallar, sigue ese fotón rosa que llega desde sus mejillas. 
Allí, allí, cerca de mí, dentro de mi ser se encuentra ella, allí en un tormentoso e inolvidable recuerdo..... Ella.... ella... Ella. 
Solo eso se dé su existencia y que mi cuerpo siente todo aquello por su presencia, pero que al mismo tiempo hace que se cree un caos en mis emociones...

En un canon de Pachelbel en D Major, veo tu imagen dibujarse fugazmente. Con el nostálgico e indescriptible canto de aquellos violines percibo  que eres parte de mi ser; y que haberte conocido fue mi único designio en aquel lugar.

Antes camine a tu lado y rosé la piel de tu mano izquierda, húmeda y nerviosa, sonreí mientras observaba el color de tus ojos; tu voz fue la melodía de Canon en D major para mis oídos, antes camine a tu espalda para contemplar tu caminar.

Antes Una Sonata de Luna Clara nos juntos, luego Un fugaz fotón de color Rosa iluminó mi camino, hoy un Canon en D Major hace bailar aquellas neuronas... despacio me dirijo a ti, invadido por millones de emociones, intentando coger el paso de aquel vals que mueve tu silueta…

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