El ensayo es la opinión llevada a un nivel más alto. En este género literario, la exposición del punto de vista personal analiza de manera profunda el tema. Lo sopesa y compara con otras teorías y oposiciones y, por medio de directrices lógicas, lleva a una conclusión en defensa o detracción del tema analizado.
Este género no se limita a temas específicos. El escritor es libre de aplicar su estilo que puede variar desde el extremo netamente técnico, hasta el de literatura poética. Las anécdotas y recuerdos personales tampoco están fuera de lugar y antes dan agilidad al texto.
La estructura del ensayo no es una camisa de fuerza. Aunque el fin es introducir un tema, desarrollarlo y, con base en el desarrollo, llegar a una conclusión; siempre y cuando tenga conexión lógica, el autor puede variar este orden, de acuerdo con su estilo y la intención final.
Aunque la definición general de ensayo le atribuye una estructura subjetiva, la comprobación del tema lo convierte en objetivo[1]. Desde el punto de vista literario, los temas subjetivos son más fáciles de desarrollar mediante un ensayo, que los temas objetivos. Una realidad social es un tema subjetivo; mientras que un ensayo que analiza la estructura de un libro, basándose en definiciones aceptadas y reconocidas por instituciones acreditadas, es objetivo.
La estructura básica del ensayo es la siguiente: Introducción, desarrollo, conclusión. Se presenta el tema y se desarrolla, de acuerdo al planteamiento del autor, hasta legar a una conclusión lógica, no forzada.
Al escribir el texto, el autor debe pensar en el público al que va dirigido. Esto determinará el estilo, la complejidad de la estructura, las referencias para sustentar la tesis, así como la necesidad de anécdotas personales y citas populares.
[1] Siguiendo este orden de ideas, la misma definición actual de la “subjetividad” del ensayo ES subjetiva, por tratarse de interpretaciones personales de literatos y estudiosos del tema.