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Mientras que la física cuántica hace inteligentísimas investigaciones para devolver el tiempo, en tanto que los científicos más sabios estudian la forma para ubicarnos físicamente en el pasado, el resto de mortales, ni inteligentes ni sabios, sin exhaustivas investigaciones y sin menores estudios todo el tiempo estamos viviendo y reviviendo el pasado.  La muy poco valorada memoria es la apetecida condición humana que ahora los genios cuánticos pretenden superar, de tal forma que podamos estar física y realmente en hechos y sucesos del pasado.  Sin embargo, también el Ser Humano sin tanta inteligencia ni investigación ni estudio, ha desarrollado consciente e inconscientemente la forma de ubicarse en el pasado ya sea reviviendo y repitiendo las historias cotidianas o reconociendo y corrigiendo las vivencias rutinarias.

Tengo una amiga muy querida que, a duras penas sabe leer y escribir, encontró la fórmula que tanto desvela a los científicos cuánticos, esta amiga tiene la técnica perfecta para retroceder en el  tiempo.   Silvia es el ejemplo perfecto para ilustrar cómo están perdiendo tiempo, esfuerzo y neuronas los  iluminados que sueñan con retroceder en el tiempo;  Silvia es el prototipo que nos sirve de espejo para reflejarnos esta condición de revivir el pasado. 

Silvia, mi mejor amiga, tenía más o menos 22 años cuando quedó embarazada de su única hija.  Esta niña nació en un hogar normal en el cual papá trabajaba en una empresa y mamá trabajaba en las labores domésticas.  En medio de peleas, bochinches y enemistades esta pareja logró convivir algo así como año y medio después de nacida la niña.  El hombre se abrió radicalmente de su familia abandonando económica y emocionalmente a su pequeña hija con el mezquino argumento de que Silvia, la esposa y madre de esta historia, era muy vulgar y altanera, lo cual es absolutamente verídico, mas no con eso puede justificar el  desamparo a su hija.

Yo he sido testigo de primera mano de como a esa mujer le tocó trabajar a lomo partido para criar a su muchacha.  Silvia tuvo el coraje suficiente para sacar adelante a su hija, ella sola.  Obviamente que la soberbia y la frustración, que ella sentía,   ocasionada por el despiadado abandono del padre de su hija por lo que la dejó a ella sola en el mundo luchando por sostener y educar a su pequeña, se las transmitió a la muchacha durante su convivencia cotidiana.  Como es lógico, esta niña, que hoy tiene 33 años, es una mujer, grosera, rebelde, interesada, humillativa y rencorosa.

Bueno, el caso es que, la antes niña, cuando tenía 30 años tuvo una niña.  Esta vez el hombre sí resultó ser un muy buen padre, absolutamente responsable económica y emocionalmente con su niñita.  Pero el temperamento hostil y peleonero que la ha formado le impidió conformar una vida en pareja con el papá de la hija.  Ahora este papá tiene plata y esta mujer no tiene que trabajar en labores distintas a las del hogar, por ende esta señora está en casa al cuidado de su pequeña.

Aparentemente esta chiquita está teniendo una crianza muy distinta a la de la mamá porque la niña cuenta con todos los privilegios económicos y emocionales apropiados y necesarios en el proceso de formación del Ser Humano; pero en lo que no se distinguen en nada es en la misma soberbia y la misma frustración, transmitida de madre a hija, ahora con el pretexto de que este hombre es mujeriego. 

 

Nos devolvemos en el tiempo sin tanta ciencia, repetimos y revivimos el pasado sin tanta sabiduría…

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