Hoy salí muy temprano en la mañana. Como iba a hacer una vuelta rápida, yo andaba humildemente vestida, como de costumbre, y sin maquillar.
El primer saludo que recibí al salir a la calle esta mañana fue el de una vecina amiga muy querida quien me dijo: “para dónde vas tan elegante?”… Pero esto fue solo el principio, el abrebocas que algunos llaman. No contesté, solo pensé: “tan querida y noble como siempre Amparito”.
Mucho más adelante, yo estaba parada en una esquina explicándole a una amiga un trámite que hay que hacer por cuestiones de trabajo; de repente, un hombre por detrás de mí, me dice: “oiga, usted sí debe haber sido una mujer muy hermosa…”. Aunque me pareció muy ordinaria la primera parte de la frase: “… debe haber sido…” y que además le sobraba, sí preponderé la parte que me convenía: “… una mujer muy hermosa.”. Yo no sé todavía este hombre de dónde salió, ni recuerdo haberlo visto antes.
Yo me voltee a mirar, pero sin ver al personaje a quién me dirigía y dije: “gracias…”; pero mi amiga, que sí tenía una perfecta visibilidad del señor le dijo: “cómo le parece y está sola…”. Inmediatamente yo le hice una seña a Fabiola para que no continuara esta charla; pero ella se reía maliciosamente e insistía. El amable caballero al verse acogido por Fabiola, reiteraba su galanteo: “oiga, cómo habrá sido usted de 15 o 20 años?”. Debe haber sido una mujer divina.
Sinceramente y con toda humildad, reconozco que yo lo único que había visto era que se trataba de un señor muy mayor y mal vestido y no me despertaba un mínimo de interés; y eso que yo todavía no lo había visto bien.
Entonces, el hombre me preguntó: “con cuántos niños?..”; sin mirarlo, contesté: “con cinco…”, y maliciosamente el hombre dijo: ”yo necesito un niño siquiera de dos añitos para dejarle la pensión…”. Fabiola persistía en este diálogo y algo le dijo de mujer, no sé, no me di cuenta que fue lo que ella le dijo. Pero el hombre le contestó: “si, yo sé que hay muchas mujeres, pero el problema es para encontrar una mujer buena. Yo necesito una buena mujer, que me haga de comer y me arregle la ropa…”. Yo no hablaba, tan solo pensaba: “este tonto lo que necesita es una empleada…”. En fin, cada que este pobre hombre habría la bocota, me gustaba menos y me desinteresaba más; y eso que yo aún no lo había visto bien. Pero ya yo me estaba cansando de esta estúpida conversación y decidí acabar con ella, no sin antes agradecer el gentil coqueteo de este desconocido hombre.
Entonces, con algo de curiosidad, yo me di vuelta para conocer mi levante del día de hoy y darle las gracias. Y, realmente solo pude decir esto: “gracias” porque ver el rostro de este hombre si me impresionó mucho ya que es tuerto…