Juro que por un momento lo pensé al ver sus ojos fijados en mi, pero lo consideré como un sueño. Y el maldito sueño no acabó, porque la perrita negra de ojos vivos se me acercó un poco jadeante de tanto juego y meneándome la cola, me pidió que le devolviera la mitad del papel que había escrito y que su hermanito accidentalmente había roto con los caninos, caninos de canino!