Recorrió mil veces el barco donde vivía, lo conocía de punta a punta, era un viejo pesquero de fines del siglo pasado, el timón aún funcionabna, la grúa ya no, además estaba desmantelado su malacate, por donde recogía las redes, el casco era metálico pero gran parte de su cubierta de madera, sus motores también con faltantes por desmantelamiento seguían aun dentro de la sala de maquinas.
Cuando recorria la nave y miraba sus partes se repetía," esto sono materiale forte, materiale de anti ""
Pero a veces su cabeza parecía perderse, ""ma no entendi"" solía decir.
Por las noches dejaba sus líneas de pesca como espineles, y en las madrugadas aparecían enganchadas lisas,bagres y otros que Carmelo convertía en escabeche, consiguió también algunos bidones que siempre tenía llenos de agua potable, otro bidón con kerosene, un primus que funcionaba perfectamente, unas cobijas para el frío, guardaba también una gorra para lluvia de alas alargadas, bien marina. Tenia todo listo, en espera de la señal, vívía a la espera de ese momento.
Una tarde con viento norte suave, de pronto en el horizonte aparecieron nubes arrolladas por el sudoeste, oscuras, con forma de cigarro, la tarde se vuelve noche, el viento rota totalmente tornándose violento, era una fuerte tormenta cargada de agua que precipitó a raudales, el viento era tan violento que la lluvia caía casi horizontalmente .
El sietemares recibió el azote desde el lado de sus amarras, un estrepitoso relámpago iluminó la escena, la mole comenzó a moverse separándose del muelle y las viejas amarras se tensaron inusitadamente.
Carmelo sintió que llego la señal.
Su Dío se decidió por fin.
Llegó el momento.
Fue rápido a ponerse el sombrero de lluvias y un viejo capote y corrió bajo el torrente de agua atravesando la cubierta hasta la sala de timonel, creyó que el barco partía y no se equivocaba totalmente.