La nave comenzó a bambolearse hasta que la amarra se proa se soltó de su biton, al separarse del muelle el barco se puso en dirección al medio del río.
Ante tanta tensión la amarra de popa bastante carcomida se cortó.
Carmelo ya estaba con sus manos aferradas en el timón, el rostro y los cabellos empapados. Sintió claramente cuando se cortó la amarra y el barco salía hacia el medio del río, pareció una explosión.
Sii grito, es la señale, partimo.!
En ese momento un nuevo relámpago iluminó el rostro de Carmelo, los ojos desorbitados y una risa fantasmal y sonora que era ahogada por el rugir del viento . Era una alegría loca.
El vendaval que venia desde el continente arrastraba junto con la marejada todo lo que flotaba hacia el medio del rio.
Carmelo juntó todas su fuerzas para hacer virar el barco y ponerlo en buen rumbo, todo en medio de su alegría, el buen rumbo para Carmelo era rumbo a Cerdeña; pudo poner proa hacia el estuario .
La nave se alejaba envuelta en un torbellino rechinando desde lo más profundo, su estructura había estado inmóvil durante años y por el movimiento hacía toda clase de ruidos quejumbrosos, a Carmelo no le importaba, el barco era timoneado por él y por su Dío, así que su destino estaba asegurado. El viento daba aviso de la presencia del buque, ululando en los viejos mástiles y cordajes que colgaban de los mismos, algunas lingas de acero sueltas golpeaban por el movimiento en la estructura y sonaban como campanas victoriosas
Desde el muelle podía verse de a ratos a la nave, iluminada por relámpagos, que se alejaba envuelta en la borrasca, hasta que desapareció en la noche.
El viento fue bajando de intensidad y el agua comenzaba a caer mas mansa.