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--es difícil darle un fin a esta historia   --respondió--   el hombre  no  tiene líquidos ni alimentos;   la pierna está fracturada;   le queda poco aire aunque le envíen algo por la manguera;  y obviamente ni hablemos de las infecciones de sus heridas ni de su desangramiento.


--haz que un ángel lo rescate   --bromeó su compañero.


Daryl se ofendió.   Hacia   tres  semanas  que  intentaba  darle  un final  a  la  historia sin resultado alguno que lo satisfaciese.


Sabia que podía ser su  "Premio al escritor del año";  lo cual le reportaría un mejor status  para él y su familia, y un ascenso en su trabajo, además del reconocimiento de sus colegas.


--debe ser real , no es  un cuento  para niños   --respondió  tajante  volviendo  a  su


computadora--


                                   Esa noche no pudo dormir imaginando ser el personaje atrapado, analizando   todas  las  posibles  soluciones,  desvelándose  en  pos  de  un final lógico y coherente.


Pero el tiempo inexorablemente se le agotaba;   debía entregar el trabajo esa misma tarde y aún no había descubierto como concluir la historia.


--Tendrás que dejar que muera   --le dijo su esposa--  no existe otro fin para esa situación.


Todos le decían lo mismo;  no le convencía ese final,  prefería que el hombre quedara inválido, impedido de alguna forma; pero deseaba, en realidad, que sobreviviese.


Por más que intentase lograr su deseo;  él  había creado las situaciones ideales para una muerte segura.


Sentado en su escritorio; su compañero de trabajo le avisó.


--vienen a buscar los trabajos en diez minutos, Daryl.


Sintió que no quedaba otra salida. Comenzó a escribir frenéticamente en su computadora, el lógico desenlace de la historia.


       " ...y finalmente cerró sus ojos sabiendo que no necesitaría un ataúd;   ya estaba en él   desde ese cruel   terremoto que lo había  sepultado vivo, prolongando su agonía hasta  finalmente morir "...


 Terminó su escrito con la palabra FIN.


                                            Intentó levantarse de su silla,  pero un dolor muy fuerte se lo impidió. En ese instante  descubrió con horror y espanto la realidad :  él era el hombre enterrado vivo;   su mente enferma, y en procura  de  una  salvación  había  intentado evadirse imaginando estar aún en el diario en el que trabajaba de escritor.  Había escrito su última historia.


En ese instante cerró los ojos,   pero esta vez para soñar eternamente.


FIN        

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