Al perro verde le dolió mucho aquel pellizco y salio corriendo, se escondió detrás de unas cortinas. De allí nadie lo sacaría, por primera vez sintió mucho miedo de los humanos. Tenía que irse de allí o le harían mucho daño. Él sabía muy bien que no era un perro normal, pues desde que nació lo despreciaron por su color. La señora que lo miraba mucho, trataba de hacer negocio con el dueño del circo. Quería comprarle al perro verde. Era una señora muy rica y les ofrecía mucho, pero mucho dinero. El dueño del circo le dijo que lo pensaría, mañana le daría la respuesta. A la señora le había gustado aquel perro verde, muy verde. El perro verde estaba bien asustado, por primera vez, nunca había visto tanta gente junta, tanto alboroto, y nunca nadie lo había lastimado, porque todos le huían. Tampoco nunca había visto niños llorando. Solo él se veía llorar cuando se recordaba de su mamá y sus hermanitos. El perro verde no tenía nombre. El dueño del circo lo buscaba desesperadamente, lo llamaba, “perro verdoso” Tenia que encontrarlo, ese perro valía mucho dinero. Pero el perro verde, muy verde, estaba tan atemorizado, que se fugo del circo.
El dueño del circo estaba furioso, el perro se le escapo, había perdido una pequeña fortuna. Mando a buscar al perro por todos los lugares. El perro verde se fue para el campo, allí volvió a comer hierba mojada, ya estaba acostumbrado y le gustaba. Pero también le había gustado mucho la carne roja, y el arroz que comía en el circo, y el agua fresca. Pero en el campo estaba mas tranquilo, aunque no tuviera amigos, ya se había acostumbrado a su soledad.
Solo soñaba con volver a ver a su mamá y a sus hermanitos. Ya se sentía viejo y cansado, y solo tenía seis meses de nacido. El pobre perro verde había sufrido mucho. Nunca nadie le dio amor o cariño, había vivido sin nadie toda su corta vida, se había criado solito. Estaba vivo gracias a aquella hierba húmeda que había comido cuando tenía hambre y cuando tenía sed. El campo era su casa, allí fue donde fue la primera vez, cuando era un cachorrito.
La señora rica estaba enojada, el dueño del circo no sabía donde estaba aquel extraño perro verde. Ella lo quería, le gusto mucho aquel animal y su color, verde era su color favorito. Amaba a los animales, ella también estaba sola, solo tenia una cotorra y un gato negro. Ahora quería un perro, y tenia que ser aquel perro verde. Ella también mando a buscar al perro por todos sitios, envió cinco hombres para que lo buscaran por mar y tierra. El del circo envió tres personas, tenia que encontrarlo para vendérselo a la señora rica. Ellos se cansaron de buscarlo, el perro no aparecía. Para la señora era como un martirio. Ella decidió unirse a la búsqueda y también lo busco por cada rincón de la tierra, pero no había rastros de aquel perro verde, muy verde.
Un día cansada de buscarlo, decidió irse a su casa de campo a descansar. Allí pasaba los veranos calientes y húmedos. Era de noche, dormía tranquilamente en su casa de campo. Con ella dormía su gatito negro. De momento sintió como unos quejidos de dolor. Se asusto un poco. Pensó que era su gato, pero él dormía tranquilamente a su lado. Trato de seguir durmiendo, los quejidos eran más fuertes, eran como unos gritos de desesperación. Se levanto preocupada, su cotorra dormía en su jaula, en la sala. Destapo la jaula de la cotorra, la cotorra dormía tan profundamente que roncaba. Entonces, ¿de donde venían esos lamentos? Ya no podía dormir, fue a la cocina a buscar un vaso de leche de vaca.
Entonces se dio cuenta que aquellos quejidos venían de afuera, del balcón de la cocina. ¿Será un oso? Eso pensó. ¿Será un lobo? Le dio un poco de temor. Abrió poco a poco la puerta, pero con un palo de madera bien gordo en su mano. Tenia que cuidarse, podía ser un animal salvaje. Solo la luna alumbraba aquel balcón, pero se podía ver bien. Pudo notar que había como un bulto en una esquina del balcón. Se acerco con miedo, dentro de aquel bulto alguien se quejaba, no se movía, solo se veía su cabeza. La señora pudo ver unos ojos brillosos y llenos de lágrimas. El miedo se le espanto. Se acerco a aquel bulto. El animal tristemente la miraba y se quejaba. Ella lo tomo entre sus brazos y se lo llevo para dentro de la casa. Allí prendió la luz de la cocina. ¡Cual seria su sorpresa! ¡Aquel bulto, aquel animalito era el perro verde! Ese perro que tanto busco. Parecía que estaba bien enfermo.
Busco unas mantas y lo cubrió con ellas, lo acaricio, lo beso, calentó leche de vaca y en un plato hondo le dio aquella leche tibia. Después lo reviso por todos lados, quizás estaba herido, y por eso gemía de dolor. Pero no, no estaba herido, parecía más bien que estaba enfermo. Temblaba como una hoja. Ella se lo llevo a su cuarto, lo cubrió bien y comenzó a acariciarlo, hasta que el pobre animal dejo de quejarse. Después con una voz muy suave y cariñosa le dijo: “Trata de descansar, aquí no te pasara nada. Parece que estás enfermo, algo te debe doler. Mañana a primera hora te llevare donde el veterinario. Duerme, no te voy a dejar solito.
El gato despertó cuando vio que su dueña mecía en el sillón a un extraño, no se podía ver porque estaba todo cubierto. Sintió celos y se acerco a su ama. Ella le sonrió y destapo al pobre perrito que cargaba en sus brazos. El gato se puso blanco del susto, se le pararon todos sus pelos y salio corriendo de la habitación.
La señora seguía dándole cariño a aquel pobre perro verde, mientras le decía: “que casualidad, mira donde te vine a encontrar, en mi propia casa. Me gustaste mucho desde que te vi en el circo. Ya no te iras de mi lado, te cuidare mucho y nuca nada te faltara. Eres el perro mas lindo que he conocido. Será un orgullo para mi llevarte a pasear para que todos te vean.”