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El sordo rumor de los aplausos se va apagando poco a poco y la voz del anfitrión se escucha turbia  entre bambalinas. La mirada de ambos se cruza por un instante, imágenes que se arremolinan en sus cabezas y un sudor frío que recorre sus espaldas.

Una sonrisa de circunstancia que aflora a los labios para apagar cualquier sospecha, inútil sonrisa porque las sospechas solo se las inventan ellos. 

Se apresuran a salir, las mallas rojo eléctrico brillan sobre el contorno de sus figuras, las chicas siempre salen antes, eso le permite al público admirar su belleza, ellos salen después. Son 6, tres mujeres y tres hombres.

Los aplausos suenan claros ahora en sus oídos, la expectación del público se siente como algo físico sobre sus cuerpos, es algo a lo que uno nunca se acostumbra y provoca ese temblor extraño bajo la nuca y una descarga de adrenalina difícil de conseguir de otra forma.

A pesar de los años que cada uno lleva ya haciendo lo mismo, salir al escenario, recibir el aplauso y enfrentarse al público siempre es diferente.

Es hora de concentrarse, los cables no siempre son seguros y una falla siempre es desastrosa para todo el show, el trapecio es el número estelar, a la gente le gusta imaginar que vuela y los trapecistas parecen cumplir ese sueño, una caída rompe la magia de la noche, del espectáculo, de todo el esfuerzo conjunto. Hay que mantener la magia, ese es el trabajo del circo. Y ese es el trabajo de los 6.

La mira, no puede evitarlo, aunque sus ojos se desvíen al instante, siempre regresan a ella. Los presentan como "Los hermanos Águila - Maestros del aire", descendientes de la famosa pareja egipcia que maravilló al mundo a principios de los 80, muertos en un accidente en medio del mar.  La gente nunca averigua que ellos solo tenían 2 hijos varones que al hacerse mayores contrataron a 6 trapecistas que son los que actúan con su apellido, aunque dos de ellos llevan sus nombres para mantener cierto "realismo".

Por eso deben mantener cierta actitud de indiferencia que solo logra lo contrario.

Pero un mundo de 6 personas ya es en si mismo grande, y los sentimientos se envuelven entre unos y otros como un mal virus.

El espectáculo comienza y la gente desorbita los ojos y los niños no paran en sus "ohhh" y en sus "ahhh".

La rutina que los junta a ambos es una espectacular muestra de control sobre el cuerpo que le permite a ella contorsionarse alrededor de él mientras no tiene ningún tipo de soporte y él solo está sostenido por la punta de los dedos  de los pies boca a abajo a 10 metros sobre el suelo del escenario.

Ella sube y baja haciendo mil piruetas mientras se sostiene de cada pulgada del cuerpo de él.

El olvida..., las voces se apagan, el peso de la sangre sobre su cabeza desaparece, la presión en sus piernas se vuelve nada y solo siente el cuerpo de ella girar sobre el de él, y sus manos se vuelven caricias y sus instantes se vuelven fuego, siente sus senos, siente sus caderas, siente cada parte de ella que lo toca sin pudor. Al parecer ella también ha olvidado.

Un "OHHH" recorre la sala cuando uno de los pies de él suelta la barra del trapecio y quedan ambos sujetos solo por el otro. Ella hace la última pirueta apoyada en el fuerte brazo de él que la sostiene ahora frente al público, Siente sus manos tensas alrededor de sus piernas tan cerca, el aliento caliente de él tan profundo, que la arrebata nuevamente,  pero sus cuerpos, máquinas condicionadas, han hecho la rutina por si solos a la perfección.

La música termina y los aplausos estallan, ella trepa por él y se sostiene en el trapecio, él sube sobre si mismo y saluda junto a ella. Se miran y sin decir se cuentan todo lo que han sentido hace instantes.

El espectáculo continúa, ya no hay mas rutinas para ambos, pero entre vuelo y vuelo, las águilas aguzan la mirada y se encuentran.

Poco a poco van despidiéndose uno a uno volando desde sus trapecios hasta la plataforma por la que luego descienden.

Él es el último, toma impulso y salta hacia la plataforma sujeto del trapecio. De pronto el vuelo se hace caída, el trapecio no lo sostiene, la gente grita, el cable de seguridad se rompe y en el último suspiro solo ve figuras carmesí que se precipitan hacia él.

 Los llantos de ella caen tibios en su frío rostro, la separan apenas, la gente ha sido desalojada y ahora médicos y policía examinan la situación.

No hay nada que hacer, el arnés de seguridad no ha sido colocado como debería y ella recuerda que ese arnés siempre obstaculizaba su rutina, por lo que el no se lo colocaba del todo.

El trapecio se había quebrado en la unión, era él quien revisaba el equipo.

La policía concluyó que su muerte se debió a su propia negligencia.

Los verdaderos Águila habían llegado, como agentes de los trapecistas se ocuparon de todo.{mospagebreak_scroll}

Fue una rápida despedida, después, el entierro se hizo lejos, allí de donde era oriundo el trapecista.

- Fue perfecto - dijo el hermano mayor

- Lo sé - dijo el otro sin prestar demasiada atención.

- Es mejor así para el negocio - dijo una tercera voz.

- Es bueno tenerte allí - habló el mayor nuevamente.

- Si, es útil -

- Pero el trabajo es duro, no olviden que son 6 y cuesta mucho seguirlos a todos -

- Ya no necesitaras seguirlos -

- ¿No? - respondió sorprendido

- Ellos ya lo saben todo -

- ¿Ya lo saben?, pero.. ¡cómo! -

- Se los contamos nosotros - respondió el menor con una sonrisa malévola en su feo rostro

- Pero, pero - balbuceó.

- Ahora actuarán en honor del hermano muerto - dijo el primero mientras soltaba una risa mal contenida.

- No entiendo -

- Fácil, hablas y se muere alguien en otro "accidente". Eso incluye a tu esposa y tus hijos - terminó diciendo el segundo mientras lo miraba fijamente.

La otra voz calló y miró hacia otro lado.

- Creo que es hora de hacernos cargo de todo ¿no crees?, no solo de un grupito de estúpidos trapecistas -

- Es cierto -

- Pero no te preocupes - dijo el hermano menor hablando al espía que se había quedado callado.

- Aún puedes seguir siendo el músico del espectáculo. Y quien sabe, hasta tal vez dejemos que te cases con esa hermana nuestra. Claro, una vez que se le hayan pasado las lágrimas y el luto... - le dijo mirándolo con desprecio y burla - y no se sienta extraña casándose con el cuñado... - soltó la última frase suavemente, con saña, esperando que cale hasta el último de sus huesos -

- ¡¿Qué?! - dijo el otro

 - ¿No lo sabías?, ah bueno, nos lo llevamos cuando era casi un niño y tu eras aun un bebé. Luego te trajimos a ti. Nosotros tomamos siempre nuestras previsiones. La tuya no es la única historia, aquí. -

La mente se le había nublado y apenas pudo entender las últimas palabras. Solo los vio alejarse mientras hablaban de sus nuevos planes.

FIN 

 

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