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Callé una fracción de segundo y pregunté


--¿ te han encontrado otros entonces?


--sí, muchos más de los que tu piensas  --aseveró—


--pero, no puede ser, nadie ha informado de...


--¡ que tontos son los mortales! –me interrumpió-- ¿es qué no conoces tu propia esencia humana?, aquellos que me reconocieron, me vieron apenas unos segundos como me viste tu: una bella y atractiva dama ó una dulce anciana ó un niño feliz ,de acuerdo obviamente a la edad del humano en cuestión; pero a los pocos segundos se dieron cuenta que no querían morir, que preferían el dolor y el sufrimiento y el seguir aferrados a lo único


conocido por ellos, aferrados a esa dolorosa vida; todo, todo antes que ir a un lugar desconocido del que no se puede volver jamás; todo antes que el miedo a la muerte; todo antes que el miedo a mi. Por lo cual instantáneamente la bella mujer, la amable anciana y el niño feliz , desaparecieron, quedando en su lugar el cadáver  putrefacto con su capa negra y su guadaña, el monstruo de los cuentos de terror, el fantasma del ser más diabólico y hasta el mismo Lucifer.


Como ves, el arrepentido jamás revelará su descubrimiento porque ello le podría significar el tener que enfrentarse a algo de lo cual ya ha huido en su previo encuentro. ¿entiendes ahora por qué nadie supo de mi en tanto tiempo?


--si, creo que sí entiendo...


--¿cómo me sigues viendo tu ?


La miré atentamente, luego de aquel relato debía ver con claridad y precisión en lo que me estaba adentrando.


--sigues siendo la misma bella mujer de antes. –aseguré—


--eso implica que debes sufrir mucho con tu pesada vida


--así es...¿y qué pasará entonces conmigo Muerte?. Llévame, haz un último trabajo, nadie lo sabrá, enviaré cartas a los demás diciendo que abandono la búsqueda y me voy a un lugar remoto del mundo para estar solo...


--¡ que egoísta eres , piensas sólo en ti y no en los que están como tú !


--¿ acaso tu no eres egoísta también ? sólo piensas en tu fastidio, tu rechazo y en tu pesado trabajo.


Luego que dije esto, callé; tuve miedo de su reacción. Ella me miró podría decirse que comprensivamente


--tienes razón, creo que los humanos me han contagiado muchos sentimientos, entre ellos el egoísmo; además debo reconocer que también estoy cansada de escapar y cansada de contemplar cosas que no me llenan; en cierta forma creo que sigo sintiendo ese antiguo vacío dentro de mi. Quizás mi sino sea este : el de liberar las almas de los verdaderos atormentados por la agonía física, sin fijarme en el rechazo de los que se niegan a cumplir su ciclo ; puede ser que mi vacío se llene con la alegría de los que me reciben como tu y no con el dolor de los que se niegan a venir...


Nos callamos los dos. Ella de repente se incorporó y me tendió su mano:


--¿ deseas seguir viéndome como una bella mujer ? aún puedes arrepentirte si lo deseas.


La miré y sonreí, por toda respuesta le tomé la mano.


--vamos  --dijo—hay mucho trabajo que hacer.


Y  diciendo   esto,  nos alejamos juntos,  tomados de  la mano  como  dos enamorados.             

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