Lunes por la mañana, muy de mañana, el sol es un bebé recién nacido. La ciudad despierta apenas y las calles están aún desiertas de gentes. En el vacío del derredor sus pasos suenan como truenos, camina rápido, tiene el corazón alegre y la sonrisa franca, será una sorpresa, ella lo merece. Piensa mientras sostiene un pequeño ramo de flores entre las manos. Gira de rato en rato hacia atrás esperando ver aparecer algún taxi que lo lleve al centro de la ciudad, quiere llegar antes que su bella llegue al trabajo, para que su sorpresa le alegre el día. La imagina sonreír y agradecerle con un beso.
Mira su reloj pulsera y sabe que aún tiene tiempo, pero sería mejor llegar rápido para esperarla de antes y evitar la horrible coincidencia de que hoy sea justo el día en que ella llegue temprano al trabajo, así que a pesar del tiempo que sobra, le corre una breve inquietud fría por la espalda.
Llega a la parada de buses y espera el de turno, suspira aliviado porque casi no esperó nada y el bus llega y sube rápido a él. Siente algunas miradas de los pasajeros y al pasar la vista por los que están ahí distingue alguna que otra sonrisa irónica por las flores que lleva en las manos, últimamente se ha hecho popular la historia donde las flores son la primera disculpa de los infieles y ahí está él, con un ramo de flores a tempranas horas de la mañana, un sospechoso.
Se inquieta un poco pensando si ella podría pensar lo mismo, él simplemente había tenido el impulso de comprarle flores para que su aburrido lunes sea distinto y sepa también que lo de él iba cada vez más en serio.
Solo quedaba esperar su reacción cuando le entregue las flores, mas no podía hacer.
Sentado allí en el bus rememoró un poco su relación con ella, habían empezado a salir hacía casi un año, pero al principio solo se veían fines de semana, los horarios de ambos eran incompatibles, a pesar de eso todo siguió fluyendo y los fines de semana se hicieron especiales. Luego ella viajó por encargo de su empresa y estuvo fuera un par de meses, allí él supo que todo era distinto sin sus fines de semana ajetreados junto a ella.
Se dio cuenta que estaba enamorado hasta el tuétano, empezó a extrañarla y pensaba en ella todo el día, las llamadas, mensajes y video llamadas no eran suficientes, su amor necesitaba la presencia de ella. Aunque no se lo dijo, trató de portarse lo más neutro posible para no parecer tóxico, pero lo hizo tan bien que ella pensó le era indiferente la relación.
El reencuentro que debió ser algo especial y bonito, fue un frio apretón de manos y un abrazo de circunstancia. Casi termina todo allí mismo, las apariencias estaban sepultando su historia, sin embargo, el hielo se rompió gracias a un tercero, un turista que había viajado con ella en el avión de regreso se acercó a despedirse de ella y al verlo comentó:
- ¿Es él? - Preguntó mirándola y antes que ella contestara lo miró le dio la mano y le dijo -"Suerte tener una novia bella e inteligente"-
- Gracias, lo sé, soy un afortunado de la vida - Le contestó sonriéndole a ella y tomándola de la mano
- ¡Foto! ¡Foto de recuerdo! - dijo el turista, sacó su cámara, se puso al medio de la pareja y tomó la foto. -Te la paso luego, no te olvides lo que hablamos, puede ser un buen negocio- Terminó de decir y dándole la mano a él y un sonoro beso en la mejilla a ella se despidió y se perdió entre el gentío.
- ¿Buen negocio? - Preguntó él
- Si, uno de importaciones. Así como lo viste, con esa facha de turista despreocupado y medio despistado, es uno de los mayores accionistas de la empresa donde trabajo y evaluó con un sobresaliente mi exposición final - Terminó de decir ella todo sonriente.
- ¡Que bien!, eso hay que celebrarlo. Que dices si te dejo en tu departamento y paso luego a recogerte a la noche para ir a comer algo y festejar ese sobresaliente - Dijo él también todo sonriente.
- Ok, estoy de acuerdo - contestó ella.
Y como si un velo extraño se hubiera retirado entre ellos, se acercaron al unísono y se dieron ese beso ajeno por el par de meses que se habían separado.
El recuerdo de la cena estaba vivo en su mente mientras las calles pasaban por la ventana del bus. Terminó siendo la primera vez que amanecieron juntos y eso lo hizo más especial todavía.
Acicaló las flores un poco para que se vean hermosas y brillantes, no faltaba mucho para llegar.
Después de aquella cena y la noche de pasión, la relación se hizo más fuerte y el viaje de ella hizo que la cambiaran de puesto y modificara sus horarios, eso les permitía verse casi todos los días.
Era un tiempo feliz para ellos.
Las flores eran como un corolario a ese tiempo, aunque solo le quedaba una duda en la mente, ¿casarse o no casarse?, ¿hacerle la gran propuesta?, ¿estaba listo para ese paso?
Lo había pensado mucho esos días, no paraba de hacerlo, así que decidió darle un romántico detalle ese lunes para más o menos ver su reacción, era la primera vez que la buscaba a esa hora.
Llegó el bus a destino, bajó apresurado para llegar frente a la puerta de la empresa y esperarla.
Ella entraba a las 7:30 am y eran cerca de las 7:10, le quedaban largos 20 minutos, y considerando que ella siempre le contaba que llegaba a las apuradas porque no estaba acostumbrada a levantarse tan temprano, esperaba cazarla mientras corría para no llegar retrasada.
Eran las 7:25 en el reloj gigante que estaba sobre la puerta de entrada de la empresa. Puso ojo avizor para que no se le escape la fugitiva, el tráfico de gente empezaba a ser mayor pero no tanto como lo sería en una hora, que era el horario casi general para los demás, incluido él.
De pronto una bocina sonó cerca de él, una, dos, tres veces, hasta que se giró.
Su fugitiva estaba en un gran automóvil negro.
- ¿Qué haces aquí? - Le preguntó casi sacando la cabeza por la ventanilla del asiento trasero
- Te traje esto - le dijo mostrándole las flores y sintiéndose casi ridículo al dárselas. El automóvil era finísimo, no era de ella.
Ella salió del automóvil y tomó las flores. Lo abrazó y le dio un gran beso en la boca - Gracias - le dijo - estarán lindas en mi escritorio - Háblame a las 6 de la tarde y te cuento que pasó -
- Ok, te llamo a esa hora entonces -
- Te espero Adiós -
- Adiós -
La vio subirse nuevamente al automóvil negro y marcharse. Una mano salió por la otra ventana y lo saludó de pasada. No lo reconoció, Estaba pensativo y celoso.
El día fue un tormento de curiosidad y celos. Quería saber qué hacía ella en un automóvil tan elegante y a esa hora de la mañana. Trató de ocuparse más en el trabajo para que las horas pasen volando, pero ese día todo le salía perfecto y parecía tener mucho tiempo libre que no quería.
Se analizó a sí mismo y se decía que era una soberana estupidez estar celoso porque ella se había acercado a hablarle cuando podía haberse ido en el auto negro y él ni cuenta se hubiera dado. Tampoco le hubiera recibido las flores y más que todo no le hubiera dado el beso a la vista de todos y especialmente de quien estaba en el automóvil con ella, sentado ahí atrás.
Pero sabiendo que todo era una estupidez de su cabeza, los celos no se le quitaban.
- No pensé que estuviese tan enamorado, me muero si se me va, no sé qué haría sin ella. Me hace muy feliz estar a su lado - reflexionó
Salió de su trabajo más temprano que de costumbre, decidido, se fue a la joyería más cercana y compró un anillo.
- Definitivamente la necesito más tiempo en mi vida que unas simples horas y a veces ni eso tenemos, pero si viviéramos juntos y fuéramos una familia todo sería más hermoso - Terminó de decirse sonriendo ante la nueva perspectiva de vida.
Con el anillo en el bolsillo la llamó y quedaron en verse en la puerta del trabajo de ella para ir a cenar.
Ella lo recibió feliz, ya lo estaba esperando cuando él llego, se colgó de su cuello y le dio otro beso en la boca, más largo y tierno.
Cuando se separaron él le dijo: -"necesito definitivamente saber qué pasó para tanta felicidad"-
- Vamos a cenar y ahí te lo cuento - le respondió
Ya sentados en un pequeño restaurante de allí cerca ella comenzó:
- La razón de mi felicidad es simple, me ascendieron en el trabajo, seré directora de una de las franquicias de la empresa. Tendré a mi cargo todo lo que tiene que ver con esa franquicia - Le dijo mirándolo a los con una sonrisa que a sus ojos la hizo mas tierna aun.
- ¡Felicidades! - Le dijo el con toda la sinceridad del mundo - hay que brindar por eso -
- Estaba con el socio de la empresa esta mañana, fue a recogerme a mi departamento temprano en su auto (tiene chofer) - le dijo susurrando, como si fuera un chisme inapropiado - estaba con él cuando nos vimos -
- Ah... el del saludo fue él ¿el turista de tu llegada de aquella vez? -
- Si, el mismo -
De pronto se puso seria y lo miró a los ojos
- Estoy un poco asustada, la responsabilidad es grande y quiero hacerlo perfecto. No puedo fallar en una oportunidad así -
- Claro que no - le apuntó el - y que vas a hacer -
- Voy a ir a tomar unos cursos al exterior por un tiempo. Nos reunimos con mi jefe y el gerente general para hacer cronogramas y establecer tiempos -
- ¿Vas a viajar? - Le dijo el ya resignado
- Si, un par de meses, como la vez anterior -
- Se me hace mucho tiempo -
- Es igual que la vez anterior amor -
- Si lo sé, pero no somos los mismos que la vez anterior. Cuando no estas me haces mucha falta -
- Y tú a mí, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad -
- Tampoco dejaría que eso pase. Solo me quejo porque soy un niñato y te voy a extrañar -
- Sabía que me entenderías, eres un ángel - Le dijo y tomándolo de la mano se la besó con ternura.
En su bolsillo estaba el anillo, pero se dio cuenta que no era el momento, ella tenía muchas cosas en que pensar para su futuro y un compromiso no parecía encajar en todo eso.
Pasaron los días, ella solía estar más ocupada que de costumbre preparando su viaje y tramitando sus documentos. Volvieron a verse solo los fines de semana.
Cuando partió de viaje él le regaló un pequeño calendario con la fecha de vuelta marcada en rojo y luego otra fecha dos días después marcada con verde, ella le preguntó que porqué tenía esa otra fecha marcada, pero él le dijo que cuando regrese lo sabría.
Se despidieron con lágrimas en los ojos y un largo muy largo beso.
- Solo cuídate y aprende mucho ¿si? - Le dijo él
- Lo haré. Y cuando regrese, vamos a tener mucho tiempo para nosotros -
- Lo sé y lo aprovecharemos. Ya lo verás. Ahora una foto antes del viaje - Le dijo sonriendo triste y se sacaron una foto juntos
- Adiós amor -
- Adiós mi cielo -
Vio el avión partir y se le estrujó el corazón, la quería demasiado.
Tenía el anillo otra vez en el bolsillo, pensó que en un arranque de romanticismo le iba a pedir matrimonio antes de que partiese, pero no sucedió y allí estaba, en el rincón de su bolsillo.
El calendario con las fechas en rojo y verde siguen allí, 40 años después. El anillo también, guardado en una cajita sobre su mesa de noche, junto a la última foto de ella, le quitó la parte en la que aparecía él.
A la mañana siguiente de la partida de ella, salió en las noticias el accidente del avión en el que viajaba. Al parecer un rayo había golpeado de lleno una de las alas del avión y ocasionó el estallido de ésta y el instantáneo estallido del avión. Los pasajeros no tuvieron tiempo de tener conciencia de lo sucedido. Nunca se recuperaron sus cuerpos. Ella se había ido junto con otros 167 pasajeros más.
La pena casi lo mata, vivió aferrado a su recuerdo casi hasta la obsesión. Intentó suicidarse un par de veces, pero algo le decía que si lo hacía así no la volvería a ver.
Siguió viviendo casi en automático.
Está por cumplir los 70 años y nunca se olvidó de ella.
El día de su cumpleaños el turista lo invitó a comer. Se hicieron amigos en el dolor, al final resultó que el turista también estaba enamorado de ella, aunque eso lo confesó muchos años después, cuando trató de convencerlo de rehacer su vida como él lo había hecho casándose y teniendo una familia. Él sabía que no iba a poder hacerlo, dejó que el turista le hablase, pero nunca tomó sus consejos en serio.
Hoy va para el cementerio donde hay una placa conmemorativa en nombre de ella. Como todos los años, va a dejarle un ramo de flores, como aquellos que le llevó un lunes por la mañana hace una vida.
FIN