Piel rota por el frio, entumecido el cuerpo fino y aterciopelado, cabellos dorados que flotan sobre las gélidas aguas de invierno.
Neyará piensa, no le queda otra alternativa, a no ser dormir, soñar, dejar que el frío se acurruque en lo mas profundo de su ser mientras ella descansa, abrigada de humedad en el agua de rio invierno.
No quisiera pensar pero lo hace, trata de distraerse hasta que puedan rescatarla. Neyará es fuerte, muy fuerte y no va a rendirse.
El agua revolotea a su alrededor junto con los trozos del barco que la llevaba a cuestas de este lecho salado que ahora quiere tragársela completa. Pequeñas manchas de aceite brillan como luciérnagas en la noche al reflejo de la luz, mucho más que los pliegues de las olas que la levantan y la zarandean tratando de cansarla.
Cuerpo perfecto el tuyo Neyará, bronceado y suave, como terciopelo, como flor, como tibio algodón. Pasiones secretas y ocultas Neyará, ocultas, secretas e imaginadas; no dejaste a nadie que se llevara tu inolvidable vez, sigues siendo invicta, aunque tu corazón se haya roto muchas veces, de todas formas eres humana Neyará y el dolor te ha llegado incólume, atrapante, desgarrador e inmisericorde.
Sin embargo el balance está a tu favor Neyará, tu balanza se inclina a tus desastres mas que a los desastres que te han causado y entre el medio del frio y la pérdida de sensibilidad de tu cuerpo, piensas en eso; y te ríes, te ríes y lloras, ¿será la angustia Neyará?, las esperanzas se hunden junto contigo, las jalas hacia abajo con el peso de tus piernas entumecidas, aquellas que siempre fueron imán de miradas, admiración de muchos y muchas... aunque no tanto como tus caderas, ellas sí se llevaba la flor, no hubo hombre o mujer que no las mirara embelesado, los hombres con deseo, las mujeres con envidia (aunque no todas, conociste a algunas que las miraban como hombres y escapaste de ellas).
Todo parece apagarse Neyará, y se irán contigo tu cabello dorado, tu piel color miel y suavidad de seda, tus labios carnosos, tus ojos seductores y tus pechos ardientes.
Todo ha de irse y no ves ya salida para este final, tus manos se mueven menos, tus piernas ya no te responden y la pintura de tus pestañas se ha corrido a pesar de las propagandas, las sientes negras y temes que si algo te pasa te entierren con los ojos bordeados de noche y el cabello desarreglado.
Y entre esas inquietudes piensas aún en las sonrisas de Pam y Esther, tus amigas, las que siempre dejaron en claro que nunca serías tan bonitas como ellas porque tú sabias que ya habías dejado de ser bonita para ser hermosa...
Piensas en eso y lo destrozada que quedará tu ropa con el agua salada. Si solo una persona pasara por aquí y pudiera salvarte..., Si solo pasara alguien lo suficientemente temprano para que llegues al hotel y nadie se dé cuenta de tu estado... sí solo pasara alguien para salvarte...
Sueña Neyará, no pasará nadie, la noche viene y nadie sale en la noche, ¡mejor!, piensas, así si alguien viene no sabrá que eres tú y no comentará con nadie de tu desastroso atuendo.
Neyará..., Neyará..., el agua por fin te ha vencido y te vas con tu hermosura de diosa poco a poco a una tumba húmeda e incógnita, y ni fuerzas para sufrir te han quedado.
Neyará... Neyará..., estuviste tanto tiempo luchando en el agua y de los únicos que te despediste fueron de tu peinadora, de tu modisto y de tu maquillador...