III.- EL SHANGHAI
He hecho una pausa en mi relato porque acaba de pasar por la vía 3 el Intercity que procedente de La Coruña y Vigo tiene como destino Barcelona. A la hora en punto. Y por megafonía lo han anunciado en castellano... y en catalán. ¡Jesús, qué cosas! Claro que ni la megafonía es lo que era. Ahora es una cinta magnetofónica pregrabada; no como antes, que el factor de circulación de turno, anunciaba las llegadas, las salidas y, con demasiada frecuencia ...los retrasos;
Este tren es el heredero del mítico "Shanghai". Bueno; en realidad lo único que ha heredado es el recorrido, porque no se parece en nada. El "Shanghai" era un tren magnífico. Cuando llegaba a los "Tres Pasos", a un kilómetro de la estación, todos temblábamos. El estruendo de su potente máquina de vapor, la enorme nube que le precedía, el agudo silbido que emitía, todo en él era extraordinario. Y cuando salía por el otro lado, mucho después de pasar la pasarela de Villalobón, yo aún estaba ciego, empañadas mis dos caras por el cálido vapor producto de su poderosa caldera.
La primera vez que mi amigo Juan Carlos, a la edad de 5 ó 6 años viajó a Barcelona, el trayecto tenía una duración de ...veinticuatro horas! Más que un viaje, era una aventura. Tiempo para hablar, para dormir, para hacer amistades...
Más tarde aparecieron el Talgo, Taf, el Ter, esos trenes con nombres tan raros. Y después vinieron los Intercity, como éste que acaba de pasar. Hasta he oído decir que hay un tren al que llaman AVE, y que es muy rápido, Por aquí nunca ha pasado, y me temo que si lo hiciese, no me iba a gustar. Porque, al fin y al cabo, ¿para qué tanta prisa? Para eso están los aviones, digo yo. El tren es para viajar relajados, contemplando el paisaje, hablando con el compañero de al lado, compartiendo la merienda, o la cena, y recordando al amigo, al padre o la novia que se acaban de despedir en la estación. O disfrutando ya por adelantado del reencuentro que tendrá lugar dentro de unas horas...
Sí, no cabe duda que estos trenes modernos son estupendos.. Puedo percibir el suave deslizar de sus ruedas sobre las vías, la aerodinámica de sus máquinas, y a través de las ventanillas veo la cómoda tapicería de sus asientos pero siempre recordaré el "Shanghai" y aquellos grandes expresos con nostalgia, aunque no fuesen tan puntuales, ¡qué caramba!