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IV.- AGAPITO


Hoy ha venido a verme Agapito. Agapito es el relojero de la línea. Limpia, revisa, arregla y pone en hora los relojes de todas las estaciones y apeaderos, desde Madrid hasta Santander. Hace años que me conoce. El año pasado, por las fiestas de San Antolín me dijo que venía de desmontar y retirar el reloj de Venta de Baños, lo que me convertía en el reloj más veterano de todos los "suyos", y que se sentía orgulloso de mí. También me dijo que tanto a él como a mí se nos acababa el tiempo. Que nos quedaba poco para la jubilación. Y se reía al decirlo.


Subido a la grasienta escalera, con la "faria" humeante pegada a la comisura izquierda de la boca, hurgaba mis tripas, engrasaba mis ruedas y engranajes, y limpiaba mis dos esferas cuidadosamente, antes de volverlas a cerrar. Lo único que me molesta de él es que, al final de la revisión y puesta a punto, para ajustar mis dos minuteros, siempre tiene que mirar previamente su reloj de pulsera. El lo sabe, y se ríe con una risa sorda, que le provoca un áspero ataque de tos.


Al final, arroja la colilla de la "faria" y me promete una vez más que va a dejar de fumar, y que ahora que se va a retirar piensa cumplir una vieja promesa. Va a coger a la señora Patro, "mi santa esposa", dice siempre, y a viajar. Pero nada de apuntarse a esos viajes del Inserso en avión, a Canarias o a Mallorca, o en autocar a Benidorm o a la Costa Brava. No, no, no. Su ilusión es recorrer, una por una todas las estaciones de tren de España. Y recorrerlas preferentemente en trenes de cercanías, que, aunque también sean ahora ya eléctricos y rápidos, son los más parecidos a los trenes de "nuestros tiempos", me dice. Ya ha empezado a hacer la lista de líneas y estaciones. Quiere empezar a principios de Junio. Y lo hará por Galicia. Cree que hacia Octubre o Noviembre habrá acabado allí (son unas 300 estaciones), y entonces dará un salto hacia Andalucía, donde pasará el invierno... Está chiflado. Es un loco de las estaciones y de los relojes. Se lo digo, moviendo ligeramente mi minutero, y vuelve a reírse entre toses, pero en sus ojos he visto por primera vez después de tanto tiempo un brillo húmedo. ¿Se habrá emocionado?

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