- Mi familia quitó los cargos cuando los convencí de que me había caído de la escalera, y que no habíamos peleado como lo dijo todo el piso.
José Carlos miró a su amigo y le platicó todo su calvario al ser interrogado por el agente Matos.
- ¿Y cómo fue que no te dejaron salir antes?
- Por que el agente se emperró en hacerme hablar, quería que le inventara una historia que fuera real; algo que pudiera quedar asentado en el archivo.
- ¿Y finalmente que pasó?
- Me sacaron por falta d e pruebas. Uno de los agentes, el que mejor se portó conmigo, Rodríguez creo que le dicen, me dijo que el caso estaba ya cerrado. Que todo había quedado en una pequeña disputa y en que te habías caído por accidente.
José Carlos cambió el semblante de su rostro. Mario notó que había algo más, algo que aterraba profundamente a su amigo.
- ¿Qué paso con el agente Matos?
José Carlos tragó saliva.
- Murió.
- Pero...
- Fue un paro cardiaco. El agente Rodríguez me dijo que fue algo que vio que lo alteró tremendamente; al punto que tuvieron que pegarle los ojos en la morgue porque los tenía muy abiertos. Murió con la imagen de lo que vio. De lo que tú viste, también.
- Quieres decir que...
José Carlos movió la cabeza afirmativamente.
- Sí. El infarto le dio en el departamento.
Ambos amigos guardaron silencio, una vez mas. Después de un rato José Carlos se despidió y salió con cuidado del hospital.
Fue a dormir a la pensión donde vivía. No había querido vivir cerca de la escuela ni del edificio de la pequeña cerrada, en el que había vivido tanto en tan poco. No tenía todas sus cosas con él, pero no quería ir por ellas, ni tampoco mandar a alguien. En cierta forma se sentía culpable por Mario y por el agente Matos. No quería que alguien más saliera lastimado de allí.
Tal vez algún día, cuando reuniera suficiente valor, podría ir por sus cosas.
Mientras, lo mejor era mantenerse a raya de ese lugar.