Ello se miraron y no comprendieron. Hasta que observaron como un de los invasores trituraba con goce al pequeño insecto cantor, bajo uno de sus pies. Ella gritó, él intento hacer algo pero le quitaron la vista unas luces fortísimas, que luego fueron mil, dispuestas a su alrededor. Entonces regresó el silencio.
Sintió que su pecho se contraía, y empezaba a dolerle, ella lo supo y sintió lo mismo. Finalmente se acercó al hombre y quedó sentada a su lado, con la cabezada sobre su hombro. Los invasores que llegaban desde un planeta llamado "Tierra", se enfadaron por la actitud de la pareja extraña, no querían que el espectáculo llegara a su fin. Primero les arrojaron trozos de alimentos sobre los cuerpos marrones y fríos, luego el tripulante de mayor jerarquía de la nave, se acercó despacio, con un palo en su mano. Golpeó con suavidad el cuerpo de uno y otro, pero estos continuaron pasivos. Lo soltó y esta vez pateó el estómago del ser más prominente, con igual resultado. Sonrió. Se volvió hacia la gente y pronuncio un breve discurso, luego las quejas, el barullo, el viento, el polvo, los papeles rodando sobre el nuevo suelo, la nave que desaparecía en el espacio. Al volver el silencio volvieron también los bichitos cantores bajo la luna roja, el silbido del viento cálido, que poco a poco, cubría de polvo los cuerpos inertes de esos solitarios seres.