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Como siempre en estos casos, como es normal se pensaría que las historias de terror, de acción, de historias, siempre y como es normal son o debieran ser interesantemente catalogadas como historias como la palabra lo indica con contenido...y en todos los casos sin excepción: útiles...ya sea para dar miedo, para comerse las uñas o pochoclos o helados, y pizza de rotisería, o para auto creerse mas intelectual o informado en el mas humilde de los casos.


Mi historia procede de un hecho común podría decirse...y si bien no es una historia, en mi historia ocupa un espacio platea vip...en fin...el clima se prepara, comienzan los relámpagos primero, la viejita corre apurada como puede hasta el refugio almacenero, los pibes se reúnen para jugar a la pelota y chapotear como locos, mientras sus respectivas madres lamentan la falta del postre o el chirlo en la cola después del desastre: el barro los zapatos nuevos descosidos los botones en cualquier parte...las ranas y los vendedores de paraguas de las estación preparados desde hace un par de horas ...el sinfoneo de los goterones constantes del baño contra el tupper amarillo y gastado por un lado y los techos de chapa armonizando con el sonido constante, ruido a guerra dice mi abuelo, marcando el compás casi obligado en esos días los tanguitos en el combinado "grundig" de mi viejo...por las noticias el riachuelo desbordado, la boca nadando en canoa de conventillos...mi papa mi mama mi hermanito el menor y yo todos agazapados, casi pegoteados todos juntos, una misma maza, con una misma humedad de afuera y de adentro...mi hermanito prepara el barquito, su mundo en miniatura...y (empieza el dilema, mi dilema) por esas casualidades de los días de lluvia, a alguien se le ocurre comer unos buñuelitos esos que hacia mi abuela la mayor con tanta dedicación de sus manos, no llegabas a decirle abuela quiero que enseguida se arremangaba, y te hacía el engrudo de tu vida, un mazacote que después no sabías como podía terminar en algo. Decía...alguien se le ocurría que yo era el mas apto para mojarme los talones e ir a comprar...caminaba caminaba..con cuidado con mucha historia...sobretodo con la idea de que mis eternas enemigas "las baldosas" no se les ocurriera aflojarse ni llenarse de agua justo donde, (por consecuencia de su leve caída generalmente diagonal, donde queda un espacio estrecho pero suficiente como para que yo me despojara de mis casillas y me empiece a gritar y agitar mi pierna como bailarín antes del ensayo)...mi pié, objeto descuidado y despistado vaya a estrellarse con toda la fuerza de su corazón. Esquiva esquiva como el boxeador esos golpes a la nariz...izquierda, saltito, derecha derecha saltito, adelante y así por esas veredas interminables que los vecinos tienen por orgullo. En un momento de descuido, ya sea por el petirrojo del eucalipto, o el tren de cada cinco o diez, o la botamanga del pantalón estrenado y claro (que solo a mi se me ocurre para estas ocasiones...con mis manos a la altura de los muslos tratando de crear una arruga capaz de levantarlo a la altura del tobillo medio)...de pronto cuando el petirrojo estaba en el lente de mis ojos, escucho un ZUP...que es el ruido que produce la baldosa, mandinga, y mi pié en el descuido...después las risas de los chicos que chapoteaban con los zapatos lustrados...la viejita tapándose la boca como tosiendo, pero no, riéndose con burla de vieja que no tiene diversiones en la vida, pobre, de mi desgracia, yo mirando el pantalón y a veces hasta el sweater, preguntándole a Dios, y hablando en un diálogo casi secreto con esa maldita, por mi, baldosa de mi querido vecino, es un diálogo corto pero sincero, palabras como, yo sabía siempre me haces lo mismo baldosa, y nos miramos, ella se que me mira y me mira y lo disfruta con una pasión oscura de baldosas, le vuelvo a preguntar porque y porque baldosa esto baldosa el otro, y mi pie casi con vida propia diría yo le da un poético pisotón a la susodicha, caso consecuente de mas pantalón al estilo dálmata, mas risas, mas harina entre la baldosa y el empeine del pié, el otro pié, que también es parte del decorado hermoso y desprolijo que forman esos días, en esas circunstancias...mi mama sin harina, mi papa mi hermano y yo sin buñuelitos.

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