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Me arrastre como gusano por los suelos. Magullado pero no muerto. La gente, no entendía, y al no haber procedimiento alguno ante este tipo de situaciones, el pánico anegó los corazones de mis colegas, que empezaron a hacer cosas irracionales. Unos lloraron, otros se tomaron de las manos y empezaron a rezar, otros simplemente bailaron. Alonso veía como su triunfo se desvanecía, su razón de ser desapareció, qué iba a hacer si ya no podía matar al mundo de aburrimiento, no tuvo opción, perdió la cabeza como los demás y se unió al pandemonio.

¡Había ganado, había ganado, no iba a morir! No. No iba a morir. Mis pies reaccionaron, avancé hacia la puerta, rebote contra varios que corrían sin lugar a donde llegar. Vi el corredor, y pronto estaba del otro lado. Había ganado.

Sólo faltaba el ascensor.  Le piqué al botón. Venían los locos hacía mí destruyendo todo su alrededor. Quemaban el cuarto mientras reían, todos quieran escaparse, todos habían perdido la mente. Se abrieron las puertas, entré, empujé a los que se acercaron y pronto descendí solo por el edificio.  Fue hasta sentir que se detuvo el ascensor, fue hasta escuchar la voz de Alonso en el transmisor, la voz de una grabación de emergencia y la música lenta de fondo, que me di cuenta que esto había sido una trampa. Ese día, estaba destinado a morir del aburrimiento.

Fin.
28/06/09

 

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