Momentos antes, en su balcón, miraba hacia el cielo, probablemente para conciliar el sueño, o probablemente, era costumbre, pues solía estar con frecuencia en ese mismo lugar todas las noches.
¿Cómo la conocí? eso es facil, la ví por primera vez en la tienda de la esquina, saliendo con una caja de cartón, probablemente, con lo que compró, o probablemente, había conseguido trabajo en aquella tienda, pues muy bien ahí.
Al día siguiente lo supe, ella había conseguido trabajo en esa tienda, así que tomé lo que mi madre me había pedido y me dirigí hacia ella, la saludé, le mostré las mercancías, me cobró, di las gracias, me despedí y me retiré del lugar. Probablemente, olvidé preguntarle su nombre, o probablemente, no se lo pude preguntar...
Ese mismo día, en la tarde, fui a la tienda, y ahí estaba ella, sola, atendiendo a una anciana que no era muy coherente, probablemente por su edad, o probablemente porque estaba loca; la anciana me saludó, llamándome por otro nombre y se fue, cargando con 12 litros de leche que colocó lentamente en su bolsa con rueditas; después, le saludé a ella, y pegunté de varias cosas, recuerdo como si fuera ayer lo que dije ese día: "Oye, puedo ver ése paquete de pasta dental?? ... ¿Cuánto cuesta?... y ese chocolate de mesa que está allá, ¿cuanto cuesta?"... ¿aquí no venden lonches? ... y ¿de qué hay? ... sabes, mejor dame una caja de chicles de $3.50"... probablemente lo hice porque tenía tiempo libre, o probablemente, porque quería hablar con ella; pero recuerdo que al salir de la tienda, tiré la caja de chicles.
Todas las tardes y momentos libres que tenía, paseaba por ahí, probablemente a comprar chicles, o probablemente a visitarla. A propósito, soy un mascador de chicle compulsivo, pues, invertía mucho dinero en tantas cajitas de chicles que hasta la fecha, había comprado.
Después de algunas semanas, el visitarla no era muy interesante, cada que me veía en la tienda, me decía "chicles, ¿verdad?" total, que después de pagarlos, me quedaba hablando con ella durante un momento, por desgracia, siempre se me olvidaba preguntarle su nombre. Probablemente, por descuido, o probablemente, por timidez.
El tiempo pasó rápido, y yo no dejaba de ir a visitarla, probablemente, era atracción física, o probablemente, amor. No lo sabía, pero con el tiempo, supe algunas cosas más sobre ella, como dónde vivía, qué le gustaba hacer, sus favoritismos, etc.
Nos hicimos amigos, y ella generalmente me contaba las barbaridades que hacía la anciana, como decir que no le había dado el cambio de lo que pagó, que la leche que compró estaba mala, etc.
Por fin, y por iniciativa de mis amigos, a la mañana del día siguiente me le iba a declarar; esa lluviosa y amarga noche, momentos antes de irse a dormir, en su balcón miraba al cielo, probablemente para conciliar el sueño, o probablemente para despedirse por siempre...
Al día siguiente, cuando yo lloraba amargamente al lado de su cuerpo, se me acercó alguien y me dijo: "Por la forma en que lloras, debiste conocerla muy bien". Yo me quedé callado. Para después contestarle: "No, en verdad, ni siquiera sé su nombre..."
FIN