-Esperad, hay que ponerse solemnes- rió Marta. -Alcemos nuestras cervezas, porque el negocio siga adelante y por vosotros, mis mejores clientes y amigos. El sonido brusco del cristal grueso de los botellines no tenía nada que ver con el exquisito de las copas de bohemia; pero para estos tres personajes aquello no tenía la mínima importancia.