En un principio esporádico y circunstancial, la producción en prosa de Meira Del mar se intensifica hacia 1997 y 1998, cuando la autora publica quincenalmente en El Heraldo de Barranquilla, su columna Palabras. Es allí, cuando en verdad comienza a ejercitar su brazo, como el lanzador de beisbol, poniendo a punto, sus energías creadoras, en un proceso de calentamiento regular. Esta etapa productiva coincide con un cauto cambio en su poesía iniciado en Reencuentro (1981) y consolidado en Laúd memorioso (1995) y Alguien pasa (1998), que señala el tránsito de una poesía simbolista --intemporal, incontaminada, ajena a una geografía concreta, preocupada por la pureza, en la tradición de Mariano Brull, Paul Valéry, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Jorge Rojas: construcción de un mundo armonioso, perfecto, nacido del desorden del sentimiento y de la emoción, pero sometido al cálculo de la forma: sueños vueltos geometría verbal, juego de paralelismos y reiteraciones-- a una poesía atenta al entorno, consciente del tiempo, poblada de seres reales, sensible a los accidentes y a la cotidianeidad del reino de este mundo. Podemos decir que a partir de aquí, se establece una sana ruptura, en el desarrollo de su producción poética, ahora es una Poetisa, que canta desde el choque de los sentimientos que la estremecen, de una realidad multifacética, que hiere sus sentidos, y de la luz del mundo real y contradictorio que dilata sus pupilas…..la sociedad en cuestión..
Perfectamente escritas, ratificación de su dominio del lenguaje, las páginas en prosa de Meira poseen, en relación con su poesía, un valor especial: son compañeras de viaje de los textos en los que se concentra su labor fundamental o decisiva, los poemas. Su publicación en libro aporta claras claves y pertinentes pistas para la intelección mayor y el disfrute mucho más intenso de la obra en verso, al revelarnos las direcciones e intenciones de su poética, así como la formación intelectual de una escritora caribeña colombiana de mediados del siglo XX., testigo memorable de su Época.
La búsqueda de un rostro
Una de las claves que nos proporcionan las prosas es la concreción, con rasgos mucho más precisos que los poemas, del personaje público y privado que está en el origen de la poesía lírica de Meira Del mar: [[Olga Chams Eljach]], una mujer contemplativa y culta, sensible a la naturaleza (en especial al reino vegetal cuyas especies nombra con propiedad y profusión), dedicada al ejercicio cuidadoso de la inteligencia, la sensibilidad y la imaginación, que vivió en la niñez y en la adolescencia de manera reiterada la experiencia de mirar el mundo desde la ventana o el balcón, "puerto del corazón", en el que se le iban las horas leyendo el poema del paisaje, aprendiéndole rostros y modos a la ronda del tiempo --los meses de brisa o de agua, los de golondrinas o flores en el patio--, soñadora incorregible, sedienta de caminos como Sindbad, su antepasado marinero, amiga de caminar descalza bajo la lluvia y de abrirles las jaulas a los pájaros, lectora de los clásicos, y quien nunca ha olvidado, de su primer libro de lectura, las palabras iníciales que acompañaban el grabado de la lluvia: "La otra tarde, después de un día muy caluroso, estalló una tempestad" Este contacto cotidiano con la Naturaleza, signa en gran medida, el registro que hace de ella, a su exuberancia, calidez, y mágico colorido, en las tierras del Caribe Colombiano.
Retrato de la artista adolescente y adulta que fue Olga Chams Eljach, sus prosas nos revelan sus lecturas, su formación religiosa, amistades, ideas y principios, viajes a Europa y a la riqueza espiritual e intelectual del Oriente Medio, patria de sus padres, circunstancias que, tiempo después, se incorporan de manera creadora, a los poemas ("Inmigrantes", "Cedros", "Muerte en Venecia") o sirven, al ser evocadas, como vacuna contra los terrores del insomnio.
En este viaje hacia el rescate del legado de sus ancestros, se nos presenta, como el ser humano, que busca articular ese pasado oriental de su familia, y de su cultura, con el territorio donde ha nacido, y de ese cruce y sincretismo socio-cultural, surgirá, una poderosa mezcla, que nos habla del descubrimiento de otros mundos. Mundos donde el autor mismo, se enfrenta a la odisea de su propia búsqueda infinita…el papel del individuo en la historia, el sentido o sin sentido de la vida, el compromiso con su tiempo, la afirmación como sujeto histórico através de la relación con los otros...
De lo anterior, Meira es plenamente consciente cuando afirma que "en cuanta poesía se ha escrito participa la vida del creador". Este hecho se evidencia al máximo en los poemas líricos, los cuales, a menudo, cifran la trayectoria del poeta por la tierra con "su grito y su silencio, su inquietud y su asombro", proyectando "un laberinto de espejos en los que se miran y huyen y tornan los seres que poblaron un día su tiempo vital, las sombras de ayer, los instantes que signaron, indelebles, su paso bajo el cielo". De similar manera, las prosas de Meira Del mar, biografía espiritual de un huésped sin sombra, Olga Chams, constituyen la constancia viva de su entrega total (sin egoísmo ni miedo, con dedicación y desvelo) a la búsqueda de la verdad del sueño, de la que hizo, en medio de las dificultades, su secreta isla, el sitio del amor esquivo, o la luz del laúd del poema…el misterio de sus poemas no escritos...aquellos que no encontraron el filo del horizonte despejado para lanzarlos a los huracanados vientos de su tiempo…por ello compartía la visión de que la palabra.. Ha de ser palabra que signifique, y a la vez que rutile…la lírica solo puede cumplir su papel, o su misión haciéndose cargo del presente, en la cantera histórica de la realidad…propuesta literaria de los amigos de Mito…