Ursula representa la tradición y la religiosidad, estatuyeno un gobierno de las mujeres en las áreas de la vida social y familiar. En ese contexto se generan toda clase de incongruencias, ellas con sus sentimientos maternales quieren manejar hasta los asuntos administrativos de Macondo, como cuando Ursula enfrenta a Aureliano en la guarnición militar para decirle que si no atiende sus peticiones bajará los calzones y golpeará sus nalgas.
Poco antes de su muerte, Ursula rogó a Dios para que entre los suyos no ocurrieran relaciones sexuales. Inició una oración interminable, atropellada, profunda, más de dos días, el tercer día había degenerado en un revoltijo de súplicas a Dios y de consejos para que las hormigas coloradas no tumbaran la casa, para que nunca dejaran apagar la lámpara frente al daguerrotipo de Remedios. Además cuidaran que ningún Buendía fuera a casarse con alguien de la misma sangre; nacían los hijos con cola de puerco. Ursula no puede detener la práctica del incesto porque no poseía la autoridad moral para hacerlo.
José Arcadio y Ursula estaban unidos en un común remordimiento de conciencia. Dos de sus antepasados habían engendrado un hijo que pasó su vida con unos pantalones englobados y flojos, habiendo nacido con una cola cartilaginosa en forma de tirabuzón y con una escobilla de pelos en la punta. Fueron cuarenta y dos años con esa novedad. Se mantuvo en el más puro estado de virginidad, que le costó la vida cuando un carnicero amigo cortó la parte íntima con una hachuela de destasar.
La misma noche que José Arcadio mató a Prudencio Aguilar dijo a Ursula: “Si has de parir iguanas, criaremos iguanas, pero no habrá más muertos en este pueblo por culpa tuya”. Desde ese día no volvió a usar las correas que su madre puso en su cuerpo después de casada. Aquella noche retozaron en la cama hasta el amanecer. A los catorce meses de iniciar el peregrinaje, nació el primer hijo con todas las partes humanas. Un poco más adelante, dice García Márquez que Ursula en cinta por tercera vez, vivió de nuevo los terrores de recién casada: el horror del incesto. Si las parejas con parentesco lejano temen sorpresas en la conformación del recién nacido, podemos imaginar los temores de las personas que a sabiendas sostienen relaciones incestuosas. Este temor existe en todas las culturas representado en prohibiciones y advertencias.
En “Cien años de soledad” desde las primeras páginas los personajes hierven en deseos de poseer a sus hermanos o parientes cercanos, violando toda norma y contra toda prohibición. Con este detonante ninguna norma es valedera, en donde los caprichos personales gobiernan la vida de los hombres. Cuando se casan José Arcadio y Rebeca, Ursula saca argumentos para impedirlo, pero el deseo hace los oídos sordos. Si bien es cierto como lo menciona Freud en “Tótem y Tabú” en algunas tribus de Australia la violación a esta prohibición no es seguida de un castigo automático. Como las violaciones de otras prohibiciones, la de comer carne del animal totémico, por ejemplo, son vengadas por la tribu entera, como si se tratara de alejar un peligro que amenaza a la colectividad. El padre Nicanor revela en el sermón que José Arcadio y Rebeca no eran hermanos. Ursula no perdonó nunca lo que consideró una falta de respeto y cuando regresaron de la iglesia prohibió a los recién casados entrar en su casa, contrariedad que no impidió que adelantaran una luna de miel escandalosa. Los vecinos no durmieron con los gritos que despertaban a los vecinos hasta ocho veces en la noche y hasta tres veces en la siesta y rogaba que una pasión tan desaforada no perturbara la paz de los muertos, pues, su residencia estaba al frente del cementerio. Es posible colegir de la narración que el éxtasis desatado lo logra la relación incestuosa, verdadero motor del deseo, pues si existe el deseo de violarlo es por la prohibición misma, dice Freud.