El amor es un huracán que arrasa con todo a su paso, desnudando la vida hasta su esencia. Sus vientos, furiosos y despiadados, pueden desgarrarte el alma, dejarte sin refugio, y convertir en ruinas lo que creías eterno. Pero entre el caos y la tempestad, hay un instante en el que las nubes se abren, y entre el torbellino, vislumbra el cielo: un pedazo de infinito que te envuelve en calma.
Es allí, en el ojo de la tormenta, donde entiendes su dualidad: el amor puede destruirte, sí, pero también reconstruirte. Te despoja de lo superfluo, te muestra quién eres y quién puedes llegar a ser. Te enseña que a veces, para ver el cielo, hay que enfrentarse al viento.