ESPERANDO A ESTER
Personajes:
Sara
Selva
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Ezequiel Castillo (Argentores 10030694)
Buenos Aires: Capital Federal Argentina
CELULAR: 1168529027
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Una sala: una o dos camas en cada lateral del escenario.
En cada cama una mesa de luz. Una a la derecha con muchas bolsas cajas, cremas, peine, libros y revistas. La otra con sólo dos botellas de agua mineral y un vaso.
Un ventanal en el fondo simulando el patio del hospital.
LA ESCENA TRANSCURRE EN LA HABITACIÓN DE UN HOSPITAL PÚBLICO. SELVA Y SARA SUFRIERON ROPTURA DE CADERA POR ACCIDENTES DISTINTOS, ESTÁN ESPERANDO LA PROTESIS PARA SER OPERADOS. LLEVAN VARIOS MESES INTERNADOS, SARA SEIS MESES, SELVA APENAS DIEZ DÍAS.
SELVA ESTÁ EN UNA SILLA DE RUERDAS, PERO PUEDE DESPLAZARSE CON MULETAS, SARA CAMINA MUY SUAVE CON UN ANDADOR. COMIENZA LA OBRA SOLO SELVA EN PROSCENIO PARECE HABLAR CON ALGUIEN. SARA ESTÁ DETRÁS DE ESPALDAS, COMO SI MIRARA POR LA VENTANA QUE DA AL PATIO DEL HOSPITAL.
Escena 1
Selva: ¡Ester!, ¡Ester!, ¿dónde estás?, ¡Ester!, vos me dijiste que ibas a venir, me lo prometiste, ¿Por qué me haces esto?, vos sabes que a mí me hace bien que vengas a verme.
¡Ester! Si estás escondida mirándome, sabes que te extraño. Conté los días, ya son 7, hoy debe de ser viernes. Hoy es viernes de visita, ¿Dónde estás Ester?, ¿dónde estás? Mamá no va a venir. Papá se fue de viaje, mis hermanos están lejos y ocupados con sus hijos, y no los quiero molestar. Pero vos sos mi amiga Ester, vos sos como mi hermana, ¿dónde estás? quiero que me cuentes como están lo nenes. Si viste a mis sobrinos. ¿Creció el mar? (Riendo) Contame si hay muchas almejas en la costa, es divertido escarbar la arena para sacarlas, acordate que te dije que las almejas que están en la orilla no se pueden comer, pero a lo mejor podes impresionar algun que otro turista, que no sabe que las burbujas son las patitas de las almejas y tal vez alguno que otro te podés levantar, si le enseñas a buscar las almejas en la arena, la zona del torreón es ideal siempre que hay marea roja, se llena de esos bichos.
El otro día, vino uno de esos religiosos a visitarme, ya sé... Todos dicen lo mismo, te hablan del cielo, del infierno, yo los escucho. Si nadie sabe mejor de esas cosas que yo, pero está bueno che ¿sabes por qué? porque a uno se le pasa el tiempo y el día se hace más corto. Si podés tráeme un mantecol, no aguanto más esas peras al agua, son horribles, yo me quiero comer un mantecol. Siempre me acuerdo cuando íbamos al kiosco y nos comprábamos uno cada uno ¡qué rico! Después me daba una terrible patada al hígado pero ¡quién te quita lo bailado?
Che Ester, si estás muy ocupada, ¿me podés escribir una carta? o mejor acá al lado tengo una compañera que tiene celular y la llaman todo el tiempo, si vos querés le pido el numero así vos me podes llamar a mí también.
(Entra Sara con un andador. Es como un corredor de esos para ayudar a caminar)
Sara: ¿Otra vez hablando sola Selva?
Selva: Me estaba desahogando. En realidad repito para no olvidarme de lo que le tengo que decirle a mi hermana cuando venga. Viste que mi amiga es como una hermana para mi y hablamos tanto que se me olvidan las cosas
Sara: (dudando como que le sigue la corriente, pero sabe en el fondo que no es verdad lo que dice) Claro, me imagino. Pasa que ustedes hablan tanto que se van por las ramas.
Selva: ¿Viste que cuando dos personas que se conocen de toda la vida se ven? No alcanza el tiempo, por eso para refrescar la memoria y no olvidarme lo repaso en la mente.
Sara: Claro, eso está muy bien. Buena técnica Selvita, la voy a tratar de implementar, ¿te dijo que venia hoy?
Selva: Si es viernes hoy sale más temprano del trabajo y llega justo para la visita de las siete
Sara: Yo recibí hoy al mediodía, vino mi prima de Buenos Aires, mirá lo que me trajo. (Va hacia la mesita y saca un par de fotos) éste es mi sobrino y el esposo de ella.
Selva: !Qué viaje se pegaron!, (toma las fotos y las mira) ¿desde Buenos Aires te vinieron a ver? (silencio), se ve que te quiere mucho.
Sara: Sí, dentro de poco me voy a poder ir con ellos, ya falta poco. El jueves si Dios quiere me ponen la prótesis, parece que ya la consiguieron. Así que en cualquier momento te llega a vos. Me dijeron que tengo que caminar para endurecer los huesos, de a poquito, ando.
Selva: Te veo muy bien, ahora podes llegar a la ventana.
Sara: Sí, de a poquito voy tomando coraje.
Selva: ¿qué hora es?
Sara: siete y media pasada.
Selva: seguro se le hizo tarde otra vez.
Sara: tranquilo charlemos un poco. Mirá ¿querés un caramelo? Me trajeron los que a mí me gustan, los “bandolero” de dulce de leche. No sabés lo que cuesta conseguirlos, no se fabrican más, no sé cómo hicieron, para mí que los mandaron a pedir.
Selva: Qué suerte tenés vos, cómo te cuida tu familia.
Sara: la tuya también Selvita, si ayer vino tu hermana y tu cuñado.
Selva. Sí, me dijo que mi sobrino ya está compitiendo en los interbarriales. No sabés cómo juega al futbol el mocoso.
Sara: qué lindo, pero vos siempre estás esperando a tu amiga ¿no?
Selva: pasa que Ester es como mi hermana, compartimos muchas cosas, la extraño. Tengo muchas cosas para contarle que a mi hermana no le puedo contar. No sabés la de macanas que nos mandábamos de chicas. Es tan lindo recordar, quiero tomarme un mate con ella.
Sara: pero si vos no podés tomar mate por la vesícula Selvita.
Selva: pero uno lavadito sí puedo, uno solo no me va hacer mal y de última me la aguanto. Con tal de compartir un mate con una amiga cualquier cosa.
Sara: Selvita yo no quiero ser mala, pero por qué no te acostás, ella no va a venir.
Selva: Sí va a venir, a lo mejor se le hizo tarde y perdió el colectivo. Yo no tengo celular, si no me manda un texto y me avisa.
Sara: Hace frío, por qué no te acostás y lo esperas en la cama.
Selva: vos siempre con mala onda. Déjame a mí que lo espero acá, vas a ver que va a llegar.
Sara: Selva, Ester no va a llegar, se pasó el horario de visita.
Selva: seguro viene mañana a la hora del mediodía.
Sara: sabés que estaba pensando, que si el jueves me operan, hago la rehabilitación y vos estas acá te voy a traer una tele así vemos películas juntas ¿querés?
Selva: está bueno eso.
Sara: ¿Qué películas te gustan a vos?
Selva: a mí me gusta el cine clásico
Sara: te voy a traer alguna de Farinelli.
Selva: Me encanta. Dale, yo le voy a pedir a Ester que me traiga un mantecol, así nos damos una panzada.
Sara: ¿otra vez con ese Ester? paré un poco.
Selva: ¿qué tiene de malo? yo comparto todo con mi amiga. No te jode si la invito ¿no?
Sara: no me jode, simplemente porque ella no va a venir. Hace diez días que estás internada y jamás vino. No le conozco la cara, no va a venir. Dejá de esperar.
¿Sabés qué pasa? que acá es donde se ven los verdaderos amigos. Acá uno aprende todo. En el hospital te das cuenta quién está a tu lado y quién no. ¿Sabés la de amigas que yo tenía, o que creía tener? Pasábamos navidad, año nuevo, mi cumpleaños, nos íbamos de vacaciones juntas. ¿Sabés cuántos vinieron a verme en estos meses que estoy internada? Pocas, contadas con las manos. Los únicos que están a mi lado son mi familia, lo mismo que te está pasando a vos, pasa que vos no valoras lo que tenés al lado. Esperas una persona que jamás vino y tampoco va a venir.
(Silencio. Selva parece que se pone a llorar, piensa, no dice nada, largo silencio)
Sara: Perdón. Dije algo que te lastimó, te pido perdón. No quise decirte eso, pero lo sentía en mi corazón. Se me escapó.
Selva: ella va a venir, ella es mi hermana. Voy hacer de cuenta que nunca dijiste nada, yo sé que ella va a venir.
Sara: está bien. Te pido perdón. (Silencio)
(Sara va hacia una bolsa y saca una media que parece un títere, se lo pone en la mano)
Sara: ¡qué cara selvita! Mirá, te voy a presentar una amigo. El es especialista en casos de tristeza. Saluda a Selva. (Cambia la voz, habla el muñeco)...
Lofrego: Me dijeron que hay alguien que está un poco triste.
Sara: Te dijeron bien. Al parecer tiene el corazón con agujeritos.
Lofrego: Pero yo soy especialista en esos casos, déjamelo a mí. A ver Selvita... ¿vos sabés cuántos pares son tres botas?
Selva: déjate de joder, ¿de dónde sacaste eso? (tira la mano para sacárselo)
Lofrego: tranquilo, tranquilo, no me tires manotazos que me podés pegar.
Sara: ¿cómo le vas a decir a Lofrego eso? Qué feo Lofrego, ni siquiera te saludó.
Lofrego: qué mala onda hay por estos lados, más que un cartón cuadriculado. Pero yo con esta canción te voy hacer cambiar el humor.
(Canta) En el viejo hospital de los muñecos, llegó el pobre Pedrito mal herido, lo sorprendió… (Selva mudo, parece que no le gusta nada)
Sara: seguro que no le gusta la canción de pinocho. Probá con otra Lofrego, a lo mejor le pegás.
Lofrego: Sí, creo que le voy a cantar el rock del amargado.
Selva: pará ¿qué decís boluda? Dejate de joder. (Le saca el títere) ¿De dónde sacaste esta media?
Sara: ¡qué pedazo de testaruda que sos! Me lo hicieron los payamédicos. No es solo una media, es Selva. Una forma de pasar el mal humor y reírnos un poco como si fuéramos chicos.
Selva: el otro día le dije que no molesten más, que no tengo ganas ni de pintar, ni cantar, ni aplaudir.
Sara: a vos no te gusta que vengan. Yo cuento los días esperando para que vengan los pibes, a mí me hace muy bien. Ahora hace unas semanas que no vienen y los extraño. ¿Por qué sos tan amargado?
Selva: demasiado tengo que estar acá tirado, esperando que me hagan esos estudios para decirme qué es lo que tengo.
Sara: ¿qué? ¿No sabes todavía?
Selva: No, primero me dijeron que tenía el pie quebrado en cinco, luego la rodilla, ahora que hay un líquido que tienen que sacar, y luego me van hacer una biopsia. Yo me quiero ir a mi casa, pero si me voy, no me van atender más.
Sara: vos sí que tenés suerte, lo tuyo no es nada Pedrito. En un par de días, ya estás en tu casa. Es más paciencia que recuperación, lo mío es más jodido, tengo rota la cadera. No tengo obra social, la mutual no se hace cargo de la prótesis, se tiran la pelota uno al otro y yo acá. Pasan los días y nada. Ahora parece que consiguieron el aparato que pidió el médico. Ojo, no es cualquier prótesis, ésta es importada, la mandaron a pedir a Estados Unidos.
Selva: yo no puedo creer con la de herramientas y gente que tenemos en nuestro país, mandan a pedir cosas a otro lugar que salen como comprarte un auto.
Sara: el médico dijo que allá hacen las cosas bien, que hay que esperar. Hace tres meses que la pidió y si Dios quiere el jueves ya me opera. Por eso estoy caminando despacito para que los huesos se fortalezcan y me cueste menos luego el tratamiento.
Selva: ¿Quién te paga la prótesis? me imagino que es carísima, viniendo de Estados Unidos mínimo te va salir lo que cuesta un auto.
Sara: la provincia deposita el dinero. Yo me accidenté en la vía pública. Estaba el piso mojado de un negocio, pisé y caí, no sé cómo hice para que no me rompa la cara. Caí de costado me rompí. No sabés el dolor que fue. Y acá, así se pasan la pelota uno al otro, nadie da pelota. No hay insumos, las prótesis tardan años, pero esperado, teniendo paciencia, que es lo único que hay que tener: Paciencia y buena voluntad. A mí jamás me pasó nada, de un día para el otro caí en el hospital.
Selva: Acá los días se hacen interminables.
Sara: Andá acostumbrándote, ves cada cosa. Con el correr de los días la gente que está acá va a pasar a ser tu familia y con un poco de suerte podés llegar a tener un loco que se ponga un títere y busque hacerte reír. La gente está metida en sus problemas no tiene tiempo para el otro: Por eso vos sos un privilegiado, el chico que estaba en tu cama antes era como mi hermano. Ya hablamos que apenas me recupere nos vamos a juntar. Quiero hacer una payada, así tocamos la guitarra, cantamos, vos también podés venir si querés.
Selva: te agradezco la invitación, pero para esas cosas soy un poco reacio. A mí me gusta solo estar con mi amiga Ester. No sabés qué bien la pasamos.
Sara: ¿querés que te diga una cosa? ya cansás con lo de tu amiga Ester ¿Hace cuantos días estás acá? Pensá.
Selva: no sé, ocho o nueve…
Sara: hace diez días que estás acá y en ese tiempo esa tal Ester nunca vino y tampoco va a venir. Te voy a decir algo Selva, acá estamos desnudos, en estas cuatro paredes de la habitación de este hospital de mierda, acá... estamos desnudos, acá está la posta. Acá te das cuenta quiénes son tus verdaderos amigos. Acá sabés en quién verdaderamente podés confiar. ¿Sabés cuántos amigos tenía yo que venían a casa, comían en mi mesa para año nuevo, navidad, se iban de vacaciones y de joda conmigo? Miles. ¿Sabés cuántos vinieron a verme? (silencio) Los dedos de esta mano me sobran (mostrándole la mano)
Uno va por la vida creyendo que puede confiar en todo el mundo, y te puedo asegurar que no es así. Yo tengo un celular que me regaló mi hermana, lo tengo acá mirá. (saca del bolsillo del pantalón un teléfono) ¿Vos lo oíste sonar? La única que llama es mi hermana, ni para marcar mi número tienen tiempo, y vos no estás ajeno a eso, andá haciéndote la idea que Ester no va a venir hoy, no va venir mañana y talvez sólo la vas a ver cuado puedas salir de este hospital, que Dios quiera que sea rápido, porque yo llevo varios meses esperando. Acá vas aprender el verdadero significado de la palabra amistad. Te vas a dar cuenta lo importante que sos para algunos. Jamás te imaginaste que alguien te podría amar tanto y también te vas a desilusionar porque del que menos te lo imaginaste va hacer el que te va a fallar.
Perdón si estoy siendo cruda, pero seguramente a partir de ahora, vas a valorar que pendejos de mierda vengan disfrazados como ridículos con pompones de colores. Con canciones y bailares para hacerte pasar un rato agradable, porque esas personas que vos echaste se hacen el tiempo para venir a verte. Y a partir de ahora vas a valorar a tus hermanos que vienen todos los días a saber cómo estás.
Perdón si soy crudo, pero es la realidad. En este lugar aprendés, acá estamos desnudos, acá esta la verdad de la milanesa viejo. No te preguntes más ¿por qué vos? Si no, ¿para qué vos?
Selva: (silencio) Te voy a pedir una sola cosa, no me hables más mal de Ester, porque es como una hermana para mí. Si a vos te desilusionó la gente, es tu problema. Vos estás acá porque no tenés nada qué hacer, pero yo sí tengo.
Sara: ojalá fuera eso, vos no tenés ni idea de la vida, vivís en una nube de pedo, ¿de verdad seguís esperando a Ester?
Seguí hablando solo como los locos, ¿te pensás que no escucho como rogás cariño? acá se escucha todo, hasta cuando te tirás un pedo. Todo se escucha, pero yo me hago la boluda, pero escucho cada palabra que decís cuando hablás solo como los locos, vos esperás a Ester. Si llegara a venir, te juro que salgo gateando de acá y yo misma te traigo el mantecol.
Selva: sos una hija de re mil putas y la puta madre que te parió.
Sara: y vos sos un pelotudo, fabulador.
Selva: voy a pedir que me cambien de habitación, no te aguanto más (grita) ¡enfermera! ¡enfermera!
Sara: Dale, seguí gritando que van a venir. Vos te pensás que estás en una clínica privada. Éste es el hospital público, si das dos pasos te vas a encontrar con decenas de personas esperando por una cama para ser internados, cientos en la guardia con urgencias de vida o muerte, ¿y vos querés molestar a las enfermeras para que te cambien de habitación porque tu compañera te dice la cruel verdad? ¡Gritá!. Gritá más fuerte.
Selva: vos estás loca, no tenés ni idea de lo que estás diciendo.
Sara: intento abrirte los ojos, para que no pierdas tu tiempo pensando en personas que no piensan en vos. Mejor ponete a pensar en tu familia, a pensar que vas hacer cuando salgas de acá y de qué manera vas afrontar la vida. Lo tuyo no es nada, solo un estudio y una rápida recuperación, hace meses que estoy acá y créeme este hospital fue una escuela de vida para mí.
Selva: (comienza a llorar) Yo te voy a demostrar que estás equivocada.
Sara: (va hacia el rincón donde se ve la mesa de luz, y saca una bolsa con caramelos) Tomá, ¿querés un bandolero? (Selva lo agarra, pero no lo come, lo tiene dentro de su puño)
Comelo, te va hacer bien un poco de azúcar, para amarga está la vida. (Selva abre el papel del caramelo y se lo mete en la boca)
¿Sabés que cuando era chico soñaba con ser cantante? Mi papá tocaba la guitarra, pero tenía un problema, le gustaban las cosas de riesgo. Un día se puso a jugar a la ruleta rusa y se pegó un tiro, yo tenía seis años. A los seis años unos días antes de empezar la escuela se mató, mi vieja se hizo cargo de mí y de mis hermanos como pudo. Mi vieja era una persona de mucha fe, ella me enseñó a creer en Dios.
Selva: yo no creo en Dios, si Dios existiera seguramente no estaría acá y no habría tanta gente muriendo de hambre.
Sara: lo mismo decía yo, pero con el tiempo empecé a creer, tomá esto te va hacer bien. (Se saca un rosario que tiene colgado) me lo regaló una anciana que se llamaba Liliana, ella nos venía a visitar siempre y rezaba por nosotros. Tomá, (se lo da, Selva lo pone en su mano) cada uno cree en lo que quiere, pero yo te regalo esto, cuando te sientas solo, pedile a Dios, como decía mi vieja, él nunca nos deja.
Selva: Gracias Sara, sé que vos estás tratado de ayudarme, pero perdóname, todo esto es muy bueno para mí, me tomó por sorpresa.
Sara: tranquilo yo acá vi y pase de todo, pero ahora este jueves me operan y en unos días voy a volver a mi casa y todo esto va a ser un recuerdo.
(Baja luz)
Escena 2
VUELVE LUZ COMO SI HUBIERAN PASADO ALGUNOS DIAS. SARA YA ESTA OPERADA Y CASI REHABILITADA. BIEN VESTIDA CON UNA MULETA Y UN BOLSO.
Selva: qué bien te ves Sara, parece que los médicos hicieron un buen trabajo.
Sara: fue primordial hacerle caso al kinesiólogo con los ejercicios antes de la operación, el cuerpo tiene memoria, y yo hice todo al pie de la letra y ahora veo los resultados. Vos hacé caso a todo.
Selva: me dijeron que no saben si me van a operar, hay que esperar unos días para ver los resultados de la rodilla. Yo ya me puedo ir a mi casa pero tengo miedo, voy a esperar unos días.
Sara: ¿tenés un ibuprofeno? me duelen un poco los músculos.
Selva: No, no tengo y para colmo acá para que te den tenés que estar casi moribundo: No hay nada y algunos te tratan para la mierda, hay uno que no sabes cómo trata a los pacientes. El viejo que estaba en la cama de enfrente le pidió que lo acomodara en la almohada, no sabés el tirón que le pegó, me dijeron que es re malo.
Sara: Sí malísimo, hay de todo, hay enfermeros que son un amor: El pibe de la mañana es un encanto de persona nos trata súper bien pero el de la tarde, parece que no supiera que estamos internados.
Selva: por las dudas, yo trato de rebuscármelas solo y no pedirle nada.
Sara: bueno tranquilo, vos pedile todo de la mejor manera. ¡Qué loco cómo pasó el tiempo! Pesar que en un mes pudimos llegar a conocernos mucho, espero que en unos días cuando salgas nos podamos encontrar a charlar, tomar unos mates.
Selva: jajá no puedo tomar mate.
Sara: cierto la vesícula, ¿pero un lavadito con un amigo podés no?
Selva: obvio siempre hay lugar para los amigos. Haceme un favor antes ¿no me traes un vaso de agua? te aprovecho que ahora te podes mover, (Sara va y trae un vaso con agua, se lo da) ¿Qué tenés pensado hacer en estos días?
Sara: tantas cosas Pedrito, estuve varios meses ahí acostada (señala lo que sería la cama) imagínate que lo primero que hice cuando el kinesiólogo nos hizo caminar fue empinar para la ventana a ver la calle. Uno empieza a valorar las cosas cuando no las tiene, cuando estás en silla de ruedas ahí te das cuenta la importancia de poder caminar, salir, ir a la plaza, mirar los árboles, sentir el aire fresco: Y pensar que uno cuando estaba bien se hacía problemas por pelotudeses como el vecino no me saludó o discutir por cosas que no tienen sentido. Lo primero que voy hacer es disfrutar cada día de mi vida como si fuera el último, no voy a ponerme más mal por cosas que no tienen sentido.
Selva: es verdad Sarita, buen consejo. Este hospital para mí también es una escuela. Acá de verdad se forjan nuevas amistades, yo te agradezco por enseñarme el verdadero sentido de la vida, no sé qué voy hacer ahora por las noches, porque con vos no parábamos de hablar hasta que me venía el sueño, ahora va a costar mucho más.
Sara: quédate tranquilo que yo te voy a llamar por las noches para que podamos hablar tranquilos. Te dejo mi celular, vos lo necesitás más que yo ahora (le da el teléfono)
Selva: no Sara, ¿cómo me vas a dar tu celular? yo después le pido a mi hermana que me compre uno, dejá, llevalo, ¿cómo te vas a comunicar con tu familia?
Sara: Haceme caso, tenelo. Porque de acá que venga tu hermana, vaya a comprarlo, te lo habiliten, van a pasar dos noches, así yo te puedo llamar hoy mismo.
Selva: tenés razón, pero apenas salga de acá lo primero que hago es devolverte el celular, ¿entendido?
Sara: déjate de joder apenas salgas de acá lo primero que tenés que hacer es pedirle a tu hermana que te lleve a ver el mar. Por un par de días no vas a poder ir a buscar almejas en la arena, pero que te siente en la costa ahí en las piedras, por lo menos miras el agua sentado desde arriba.
Selva: hace un poco de frío ahora en la costa, voy a esperar al próximo verano, es más este verano no nos vamos a perder un solo día de sol, vamos a ir juntos, yo te paso a buscar.
Sara: ¡Dale!, te tomo la palabra. Cómo te gusta el mar Pedrito. Cómo voy a recordar todas esas macanas que te mandabas cuando eras chico, qué historias.
Selva: dame un abrazo. (Silencio... Selva abre su corazón y quiebra en llanto) tengo miedo Sarita, tengo miedo de estar solo. No estoy acostumbrado a estar en soledad. Sé que tengo algo malo en la pierna, los médicos no encuentran que es o no me quieren decir.
Sara: ahí vas a estar bien, tranquilo. Si salí yo de esta mirá que no vas a salir vos. No te quiero ver triste, prometeme que no te vas a poner mal, además seguro mañana u hoy mismo ya te traen otro viejo con quien conversar. No te olvides que este es el hospital público. Acá una cama es como una montaña de oro.
Hagamos algo, decime dónde vive tu amiga Ester así la voy a visitar y le cuento que estás internado, a lo mejor ella no sabe qué te pasó.
Selva: no dejá, no quiero molestarla.
Sara: no vas a molestarla a lo mejor ella no sabía que estabas acá y por eso no te vino a ver.
Selva: déjala Sara, ella no va a venir, ella no vino ayer, no vino hoy, y no va a venir mañana, ella se olvidó de mí, ella no quiere verme (va subiendo de clima hasta la furia) pedazo de hija de puta, decía que éramos amigas, compartimos todo juntos y en el peor momento de vida me dejo solo. Era verdad, acá estamos desnudos, acá te das cuenta que la amistad no es solamente una palabra linda, la amistad es algo grande e importante, no es para cualquiera. Porque ser un amigo es ser dueño de una parte del corazón del otro, y si en un mes y medio ella no pudo venir a verme fue simplemente porque no le importó. La amistad no es una palabra. (Silencio. Sara lo abraza)
Sara: tranquilo, no pienses cosas malas, mente positiva, ya está, tranquilo. Teneme esto (le da el bolso, lo pone sobre sus piernas lo abre en busca del algo saca a Selva) ¡mirá quién esta acá!
Selva: ¡Selva! Qué loca sos, cómo me haces cambiar de humor en dos segundos.
Sara: te voy a contar algo, yo también tenía miedo al principio, me daba vuelta contra la pared para que no me vean y lloraba toda la noche hasta dormirme, con el correr de los días aprendí a ser un ser resiliente. Resiliente quiere decir aprendí hacerme fuerte en las adversidades. Un día vinieron los payamédicos nos hicieron cantar, y traían títeres yo quería uno, era tan cómico y divertido cuando los hacían hablar, yo quería uno para mí, pero no me lo querían dar así que un día le pedí que me compraran hilo y aguja, así de a poquito le dí vida a Selva. Por lo menos no me sentía tan sola, tomá, ahora Selva te va acompañar a vos.
Selva: dame a Selva yo la cuido así me hace compañía unos días.
Sara: bueno Selva te dejo. En unos días te vuelvo a ver, dame un beso Selva. (Le da el beso)
Selva: anda tranquila, dale dejá de perder tiempo, si te estás muriendo de ganas de salir a la calle.
Sara: es verdad, quiero sentir el aire fresco que corre por la vereda. Mi hermana me está esperando en el pasillo con mi cuñado, dice que organizaron una fiesta sorpresa, así que me voy hacer la sorprendida cuando llegue.
Selva: ¿cómo una fiesta sorpresa? Si ya sabes que hay una fiesta, entonces no es sorpresa.
Sara: mi hermana no se pudo contener y me contó, bah en realidad se le escapo.
Selva: ¿ya practicaste?
Sara: tengo muchas ganas de ver mi casa, estar con el perro. Uhh espero que me reconozca, el Dakar debe estar re grande.
Selva: ¿tenés un perro? No me habías dicho nada de eso.
Sara: es el perro de mis sobrinos. Se lo regaló mi hermana cuando nació, es como parte de la familia es rottweiler tiene una cabeza enorme.
Selva: esos perros son asesinos yo le tengo miedo.
Sara: eso dicen, pero todo está en el dueño, cómo lo crías. Mirá mi hermana lo tiene de bebé y se crió con mis sobrinos, jamás un problema es re guardián. Se pone en el portón y ladra que da calambre, además con la inseguridad que hay está bueno tener un perro porque te cuida la casa.
Selva: los perros dicen que son los mejores amigos del hombre.
Sara: te digo algo, el perro no te deja solo ni a gancho, la de casos que hay que el perro permanecía fiel al dueño no la podes creer, esos sí que son amigos. Ahora me quiero comprar un ovejero para tener criarlo, salir a pasear, caminar un poco. Te vas y cuando llegas están ahí esperándote,
Selva: me diste ganas de cómprame un perro, pero a mí me gustaría ir a las casitas esas que tienen perros que encuentran en la calle, creo que hay muchos animales que necesitan un refugio que están así como estoy yo en el hospital esperando. Si apenas pueda me voy a ir a buscar un perrito así nos hacemos compañía el uno del otro.
Sara: Sí, está muy bueno lo que decís. Pero yo quiero un ovejero, me vuelven loco. Eso sí voy a tener que tener cuidado porque dicen que también tienen problemas de cadera.
Selva: sí de última te juntás unos pesos y le compras una prótesis pero no cualquiera que sea de Estados Unidos, que parecen que son buenas, mira como quedaste vos.
Risas.
Sara: me hiciste reír, ¿viste que a pensar de todo uno siempre le puede encontrar el lado lindo a la vida?
Selva: anda Sarita que te está esperando tu hermana, quédate tranquila que yo voy a estar bien. Anda disfruta tranquila. Y cuando tengas tiempo si podés pasate, si no nos vemos afuera...
Sara: Estás loco, yo a vos mañana o pasado te veo a ver, vas a salir rápido. Dame otro abrazo, ahora si me voy.
Sale.
Baja luz.
Escena 3
En el mismo cuarto Selva con muletas, recuperándose le acaban de extirpar el tumor que tenía en la rodilla. Suena el teléfono.
Está arriba de la cama. Se dirige a la cama agarra el teléfono y se sienta.
Selva: hola. Ester (con alegría) qué haces che, ¡qué sorpresa!...bien acá estamos, qué alegría, no sabés como te extraño amiga, hace días que te estoy esperándote. (Cambia el humor como que reacciona, su forma de hablar y expresarse es otra)… Dejá no te hagas problema, yo estoy bien. Si hace dos días me extrajeron un tumor que tenía en la rodilla, tenía todo infectado. Primero no sabían que podía ser, me hicieron muchos estudios y como hay mucha demanda para que me puedan atender decidieron internarme. Pero ahora me estoy recuperando, creo que mañana me van a dar el alta. Así que no te hagas problema. Sí, de apoco puedo caminar lo mínimo, me pidieron reposo. Luego el kinesiólogo hará su trabajo final. ¿Vos bien?.. Sí, tranquila... no te hagas drama cualquier cosa que necesite te llamo, ¿este es tu número? Dale yo cualquier cosa que necesite, te pego un tubazo… quédate tranquila, bueno es una alegría escucharte, te dejo porque acaba de llegar un amiga visitarme, te mando un abrazo.
Entra Sara con mucha alegría. Trae en su mano un Mantecol lo muestra apenas se deja ver.
Sara: ¡pedazo de hijo de puta! Viste que todo iba a estar bien, mirá lo que te traje. Te traje el Mantecol. ¡Mierda che! cómo suben los precios, parecen importados. Ni que fueran de Estados Unidos.
Selva: decime cuánto es que te doy la guita.
Sara: andá a cagar, te estoy comentando nomás, así me saliera todo el sueldo yo te dije que te lo iba a traer. ¡Pero qué sorpresa, ya te extirparon esa mierda! Rápido vas a salir caminado sin muletas vos.
Selva: sí, ya puedo apoyar pero poco, lo ideal es reposar unos días más y empezar con el tratamiento de kinesiología para que se recupere, pero me dijeron que no tengo nada. ¡Boluda qué dolor! Fui a la operación, estaba toda mi familia dándome fuerza, no me tomó la anestesia, porque tenía todo infectado así que sentí todo, cómo cortaban, cómo me introducían la aguja en el hueso, ¡cómo grite!, no se lo deseo a nadie ese dolor. Mi familia a fuera escuchando mis gritos.
Sara: pero ya estás bien, rápido todo, ahora en pocos días vas andar caminando de acá para allá. ¿Con quién hablabas por teléfono cuando entré?
Selva: con nadie
Sara: ¿era Ester no?
Selva: sí, era ella que me llamó.
Sara: fui a verla a la casa, le conté tu situación y le pase el teléfono. ¿Todo bien?
Selva: Sí, todo bien, me dijo que estaba con muchas cosas pero que siempre prendía una vela por mí para que salga todo bien.
Sara: ¿vos qué le dijiste?
Selva: nada que le voy a decir, ya está Sara. Ahora tendré que replantearme muchas cosas, algo se quebró, me desilusioné. A un amigo no se lo deja tirado, con un amigo hay que estar al lado en las buenas y en las malas por más chico que sea el problema hay que ponerle el hombro para eso están los amigos ¿no?
Sara: ¿pero qué, no pensás verla más?
Selva: cómo voy a dejar de ver una amiga, ella es una amiga y si ella me necesitara ahí voy a estar yo, porque uno no elige a quien querer, pero algo sé, que ella no estuvo conmigo cuando la necesité, así que cualquier cosa que me pueda decir yo la voy a tomar con pinzas porque en mi mente siempre va a estar este recuerdo. Pero ya está, hablemos de otra cosa.
Sara: no, hablá desahógate porque ahora empieza una nueva vida para vos, en dos días vas a salir a la calle nuevamente, vas a poder estar con tu familia,
Selva: algo sé Sara, la familia no se elige, pero siempre van a estar cada uno con sus problemas, sus rollos, pero yo hoy puedo decir, que la familia siempre esta, uno no se da cuenta, pero cuando más los necesites están ahí. ¿Sabés quiénes estaban conmigo cuando entré al quirófano? Mi familia, hoy más que nunca aprendí a valorarlos.
Sara: viste que uno de todo aprende, la vida es una enseñanza continua. Como decía mi abuela, no hay mal de dure cien años ni cuerpo que lo resista. Dale comete el mantecol que tenes unas ganas.
Selva: Es verdad dame eso. (Agarra el mantecol abre el paquete, corta un pedazo y se lo da) toma comete un pedazo conmigo,
Sara: solo un pedazo que eso tiene no sé cuántas calorías.
Selva: sos muy coqueta, dale comete un pedazo que no te va hacer mal.
Sara: bueno dale solo un pedazo.
Selva: por Dios que cosa más rica.
Sara: increíble dame otro pedacito.
Selva: menos mal que me trajiste del grande, sino se iba hacer poco.
Risas, baja Luz
Final
ESTA OBRA FUE ESCRITA DURANTE LA SEMANA QUE MI MADRE GRACIELA SE ENCONTRO INTERNADA EN EL HOSPITAL REGIONAL DE LA CIUDAD DE MAR DEL PLATA.
POR NO PODER CAMINAR, DEBIDO A UNA INFECCION DE RODILLA, LOS HECHOS Y ACONTECIMIENTOS QUE NARRA LA OBRA FUERON PRODUCTO DE ANÉCDOTAS Y CHARLAS ENTRE LAS CUATRO MUJERES QUE ACOMPAÑARON A MAMÁ DURANTE SUS CUATRO DIAS DE INTERNACION. LILIANA, MARIANA, GRADIS Y NELLY.
ESTA OBRA ESTA DEDICADA A CADA UNA DE ELLAS QUE DEMOSTRARON COMO A PESAR DE ESTAR EN UNA MALA SITUACION SE PUEDE SEGUIR ADELANTE.