Cada día, cada mañana, es un nuevo comienzo. El nacimiento diario de tu propia persona, una nueva luz resplandeciente, en el camino oscuro de nuestra alma, que busca siempre el cambio y la felicidad.
Abrir los ojos cada mañana, y poder mirar, ¡repito! mirar, no ver, ya que son dos acciones muy distintas. Ver: es simplemente una acción de los ojos, un reflejo.
Mirar: en cambio es una acción que incluye la atención, a lo que ves.
Si miras todo a tu alrededor, significa que tienes una oportunidad de ser mejor acá en la tierra, con todo lo que te rodea, y contigo mismo.
Oportunidad de vivir tu vida. De cumplir tus sueños y todos los anhelos de tu corazón.
Dar lo mejor de ti. A cada paso que das, soñando, construyendo y enriqueciendo tu vida, y la de los otros.
Enriqueciendo tu alma, espíritu y mente.
Sonríe, cultiva ilusiones, comparte con las personas que te hacen feliz, haz lo que te hace feliz.
Recuerda siempre que en las cosas sencillas esta la verdadera felicidad.
No en el dinero o cosas materiales, como nos quiere hacer ver esta sociedad superficial que perdió el horizonte y el verdadero valor de vida.
No llegamos a la tierra a hacernos ricos ni a poseer, llegamos a vivir, sentir, servir, trascender.
Todo lo que poseemos, o no, es ganancia.
Ya que llegamos sin nada, a partir del momento en que batallamos, entre millones de espermatozoides participantes en una carrera, y salir victoriosos en la fecundación del óvulo de nuestra madre.
Que espera con paciencia nueve meses, llevando consigo una barriga pesada que cada día es más incómoda y difícil de llevar. Hasta el punto de no respirar en la noche como es normal, para descansar sentada, por la incomodidad de no poder acostarse.
Que, por medio de un esfuerzo gigante, entre pujas interminables, rompiendo fuente, que en realidad nunca he comprendido bien esta palabra. Nos trae al mundo.
Con lágrimas y llanto, la primera inhalación de aire, en los pequeños pulmones que apenas se acomodan a un nuevo ambiente.
E imágenes borrosas que denotan un comienzo de vida, o camino a recorrer.
Sabías que, al nacer, comienzas a morir, no es para asustarte ni mucho menos, pero es así.
El reloj de la vida empieza a marchar. Tic, toc, tic, toc. Comienza una carrera definiendo tu existencia e historia a escribir. A veces larga a veces corta. Según tu destino. Y comienza el juego.
He descubierto algo, como ser humano estamos inmersos en cantidad de normas que nos impone la sociedad que manipula el mundo. Y en realidad no creo que deba ser así. Aunque así funciona.
Dirigen nuestra existencia y forma de vivir, dejando a un lado los verdaderos valores que dan razón a la vida. Ej: de ello, consumismo: eres lo que compras. El último vehículo, apartamento en un lugar exclusivo, celular o iPhone de moda. Ropa de marca, etc...
Materialismo: si tienes eres respetado y vales mucho más, como dice la canción. Tienes sinnúmero de amigos que en verdad no lo son, y seguidores, porque te mueves dentro de este mundo superficial que está de moda.
Estamos en una era de deshumanización, donde el dinero, internet, redes, reemplazaron valores humanos. Y definen quién eres o cuánto vales. No digo que la tecnología sea mala. ¡No! Sin ella no podría estar escribiendo estas líneas.
Y que vivir bien o cómodamente sea pecado ¡no! Pero podemos vivir bien sin tanta vanidad. Si nos sentamos un momento y analizamos el mundo, podemos ver que la vida es muy simple y sencilla, somos nosotros mismos los que hemos complicado la existencia.
En cuanto a la tecnología, digo, es que no se está utilizando todo el avance tecnológico en muchas ocasiones como se debe.
Es curioso.
Hace algunos días estuve en el centro de la ciudad donde tenía una diligencia que tramitar.
Al terminar la diligencia, fui a comprar un tiquete del metro, para llegar nueva mente a mi casa. Abordé el metro y conmigo otras personas.
Me quedé agarrado de uno de los tubos cerca a la puerta de salida, comencé a mirar a todas las personas a mi alrededor y a pensar un poco en esto. Todos miraban su celular, excepto una señora que va con una pequeña de entre cuatro o cinco años, con overol azul celeste y sandalias rosa. Que da vueltas alrededor de uno de los tubos del metro, igual al que yo estoy sujetado, observando.
Todos los pasajeros inmersos en su mundo de redes y vida virtual, que plago el mundo y lo sigue inundando. Se ha perdido el humanismo y esa socialización que nos caracteriza como humanos. Un saludo, una sonrisa. dar la mano, abrazar, sonreír.
Quedaron atrás. Las historias de terror y mitos coloniales de nuestros antepasados.
Historias contadas con velas gastadas, cuando los apagones en el barrio y en la casa de los abuelos, eran frecuentes. Y la ausencia de luz de los cuartos y corredores, daba esa sensación de terror y misterio.
Donde rodear a la abuela era protegerse del mal y los fantasmas. y comenzar con las historias de terror, que terminaban con gritos al volver la luz.
Ya son historias antiguas, de personas antiguas, con sabiduría peculiar como nadie. sabiduría entregada en el hogar, en la familia, en su entorno. Entregándolo todo, por todos. Sin esperar nada.
A mi abuela.
A través de los tiempos siempre te recordare.