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Este ensayo lo escribo debido al auge del fenómeno ZOMBI, a parte de mis opiniones, tomo textos de Wikipedia y otros sitios de la red.

Desde hace unos años los zombis se pusieron de moda en todo el mundo y llenaron revistas, comics programas de cine y TV y hasta invadieron la literatura de terror; tanto se ha publicado sobre este tema de los llamados muertos vivientes que muchas personas están seguras de su existencia y aseguran y juran que son reales. La curiosidad me llevó a buscar en internet acerca de este fenómeno.

Tanto han influido en las mentes que hasta tienen un Día del Orgullo Zombi que se celebra el 4 de febrero de cada año y eso me hace pensar hasta donde ha llegado la fama de una creencia nacida en Haití, pequeña isla caribeña, vecina de la República Dominicana y marcada por la pobreza (es uno de los países más pobres del planeta) con mayoría negra y creencias ancestrales de sus ancestros africanos. “Su fama macabra ha llevado a los científicos a investigar si estos seres suspendidos entre la vida y muerte tienen base real”.

“La primera fuente occidental que mentó el asunto fue el escritor Moreau de Saint-Méry. En 1797, el viajero francés recogió el término “zombi”, referido a la creencia de los esclavos haitianos en los aparecidos. Su etimología deriva de “nzambi”, palabra en lengua kongo que designa al alma, o, según otros, de “zumbi”, fetiche”.

No hay que olvidar que el concepto zombi como lo entendemos en el llamado mundo occidental nace en el VUDÚ, religión de origen africano que llegó a Haití con los esclavos negros y que, aún hoy en día, sigue vigente en la isla, compitiendo con otras religiones y creencias. “El vudú (del francés criollo "Voudou", a su vez, del Ewé "vodu" ("Espíritu")) es una religión originaria de África Occidental, donde actualmente sigue siendo practicada por miembros de las etnias Ewe, Kabye, Mina y Fon de Togo y Benín. También se conoce como vudú a la variante que se originó del sincretismo que se produjo en el área del Caribe entre las creencias que poseían los esclavos trasladados desde el África Occidental y la religión cristiana católica practicada mayoritariamente en esas tierras”.

“La variante caribeña se trata de una religión teísta de un sistema animista, provisto de un fuerte componente mágico. El vudú se encuentra entre las religiones más antiguas del mundo”.

Años después, se hizo popular la idea (un espíritu sin cuerpo) y otra nueva (un cuerpo sin alma), relativa al individuo sepultado en estado inconsciente y sacado de su tumba por un brujo que se torna su amo. Parece que todo se logra con el envenenamiento con sustancias que, sin causar la muerte, pueden producir un letargo prolongado.

“El zombi saltó a la fama internacional en 1929, gracias a The Magic Island, el libro de viajes del escritor americano William Seabrook. Ya desde el título la obra envolvía al país en brumas esotéricas, para luego confundir el vudú con un tipo de magia negra, soslayando que es una auténtica religión emparentada con la santería cubana. Sus alusiones a las plantaciones cultivadas por cadáveres vivientes, sacrificios, danzas nocturnas e incansables tambores rituales sedujeron a los estadounidenses”.

“Fascinación por los zombis

La fascinación por los zombis hizo que comenzaran a documentarse casos. Los más famosos: el de Felicia Felix-Mentor, fallecida en 1907 y ‘reaparecida’ en 1936; y el de Clairvius Narcisse, que fue encontrado en 1980 vagando cerca de su pueblo natal después que dos médicos certificaran su muerte en 1962.

De la primera no quedó claro que se tratase de la misma persona, de la identidad del segundo no hubo dudas. Es más, Narcisse contó que un hechicero lo había envenenado, sepultado, desenterrado, drogado para tenerlo bajo su control y obligado a trabajar en una plantación, de la que finalmente escapó”.

Pero, no todo es creencia popular, varios científicos e investigadores han estudiado el fenómeno y entrado directamente en los sitios claves donde se presenta:

“El intento más célebre por averiguar el trasfondo científico de esas historias lo protagonizó el antropólogo canadiense Wade Davis. A principios de la década de los 80, se adentró en las herméticas sociedades secretas de Haití y regresó con una explicación: en un territorio en donde el poder estatal se ha ejercido únicamente en las ciudades, el campo ha estado regido por instituciones de impronta africana, en las que el brujo, el juez, el médico y el verdugo se confunden en una misma persona.

En ese entorno, quien atenta contra la comunidad cometiendo, por ejemplo, violencia doméstica o robo a los familiares, se arriesga a la ‘zombificación’. De acuerdo con su interpretación, un zombi sería algo así como un condenado a trabajos forzados. Davis aseguró haber identificado el ingrediente de la pócima empleada para inducir un estado comatoso en los sentenciados: la tetrodotoxina extraída del pez globo”.

Como siempre ocurre, otros investigadores negaron a esa sustancia tóxica el poder de crear individuos manipulables. “Cuesta imaginar que un hatajo de tipos paralizados y con náuseas sean trabajadores rurales muy eficaces”, ironizó el neurólogo Terence Hines. Cundió la sospecha de que los informantes brujos engañasen a Davis.

“El debate tomó otro cariz en 1997, cuando la revista The Lancet publicó una investigación llevada a cabo por el antropólogo británico Roland Littlewood y el médico Chavannes Douyon. Tras estudiar con escáneres y otras pruebas a tres presuntos zombis, les diagnosticaron diversos trastornos mentales –uno de ellos padecía esquizofrenia catatónica–. Concluyeron que el misterio se explicaría por una mistificación colectiva de las enfermedades psiquiátricas; un fenómeno equivalente a la confusión entre psicosis y posesión demoníaca en la Europa del siglo XVI”.

Pocos casos documentados

“En definitiva, ¿hubo alguna vez zombis? La respuesta sigue en el aire. Llama la atención que existan tan pocos casos documentados; tampoco se identificó ninguna plantación con jornaleros venidos de ultratumba. Más verosímil parece pensar en creencias fomentadas por las sociedades secretas con el fin de dominar por el terror el Haití profundo; una mitología que, explican algunos expertos, reelabora de modo distorsionado la tragedia de los africanos arrancados de su medio por los traficantes de esclavos, privados de su identidad y vendidos a los latifundistas blancos.

“Así las cosas, la realidad del zombi parece limitarse a la cultura de masas, en donde ha experimentado grandes transformaciones. A diferencia del referente original –un pseudo cadáver–, el del cine es un muerto auténtico; aquel es un pelele inofensivo mientras su correlato fílmico persigue a los vivos para devorarlos; y el haitiano es negro mientras el personaje de ficción es blanco.

“Su fulgurante estrellato cinematográfico se vio favorecido por las circunstancias: a mediados de los años 30, la Universal Pictures necesitaba más seres sobrenaturales para seguir explotando el éxito de Frankenstein, Drácula y la momia, la ‘maligna trinidad’ de los no muertos”.

Debo confesar que las películas y series basadas en Zombis no son de mi agrado, pero, para poder opinar hay que verlas. Resulta que la industria de la TV y el cine comercial, vieron en el tema ZOMBI una mina de oro y decidieron explotarla; el muerto viviente ya no es exclusivo de Haití y algunos países africanos, se trasladó a EE. UU. y Europa, donde nada tienen que ver sus raíces de VUDÚ como religión nacida en África.

¿Qué dicen en Haití?

“¿Y qué dicen en Haití de su principal exportación cultural? A la patria del invento no dejan de llegar periodistas a producir el enésimo reportaje sobre el tema, alimentando la demanda de historias sobre muertos ambulantes y con ello un aumento de las denuncias de fraude. Resulta que los nativos se toman a risa al estereotipo nacional, como se ve en Los amores de un zombi, la película sobre un resucitado al que los políticos elevan a la presidencia con el plan de manejarlo a su antojo. En una república que viene padeciendo gobiernos digitados por los poderes fácticos, la sátira pone de manifiesto la ductilidad del antiguo imaginario para reciclarse y expresar las preocupaciones del momento, al igual que los zombis de fuera de sus fronteras”.

A mis lectores aficionados a las películas de terror y a los zombis, les dejo estas reflexiones. Que se diviertan, pero, ya me ha ocurrido con algunos conocidos que juran que eso puede ser real, ni por asomo crean que estos seres existan o puedan ser reales, son producto de la imaginación y la Guerra Z jamás va a ocurrir, lo mismo pasa con los Transformers, nunca se harán realidad.

Edgar Tarazona Angel

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