Amarillo carnecí por fin haz sido liberado de las paredes de aluminio que te aprisionaban, por primera vez ves el mundo, tu mundo… es un cuarto iluminado, un restirador, un banco y un bastidor envuelto en tela, tus vecinos… son otros óleos en aquella paleta que sostiene el pintor.
Ves como el cuadro inmenso ante tus ojos se va llenando de colores, manchas, trazos puntos. Uno a uno el pintor escoge los colores, los seduce, los enrolla, los arrebata, brusco, lento, delicado, salvajemente. Ves la transformación en su rostro, como los sentimientos se van tornando en su piel, incluso lo escuchas hablar, piensas que está loco pues no te habla a ti.
Los pinceles y las brochas se van bañando de los colores para quedarse impregnados en la tela, no entiendes lo que pasa, mas te sientes celoso porque el pintor no se ha fijado en ti, estás ansioso porque su pincel te escoja, echas un vistazo a su obra y no te ves, pero es hermosa, maravillosa. Las horas pasan, ves a la ventana y los rallos pierden intensidad.
De pronto el cuarto toma un tono mas bajo, el pintor se detiene, respira profundo, ve su obra; piensa, sus ojos sufren transformación, trae mas pintura a su paleta… se detiene, te relajas amarillo carnecí, te has contagiado del momento, el aire es tan puro y la luz tan perfecta, el aroma a nada le da armonía que hasta sientes dormir. De pronto la brocha te toma por sorpresa… la impregnas de ti; viajas con ella y te estampas en la pintura, vas y vienes de un rincón a otro, arriba y abajo, de un lado a otro.
Fue tan mágico ese momento que lo recuerdas a detalle. Por fin te sientes realizado, haz puesto la mirada del pintor en ti, te encanta verlo maravillado, tan satisfecho, asombrado, agradecido de ti, haz sido su toque maestro, te encanta ver como te mira, eres su orgullo, ahora eres la atracción.
Toma la obra el pintor con sus brazos, la alza, está orgulloso de si mismo, se presume, gira la cabeza, la observa de cerca, de lejos…es perfecta., entra el pintor en la pintura…vive el mundo que creó, luego sale de el y la ve otra vez, lo vive otra vez…amarillo carnecí.
Jesús Alexandro Domínguez Briones
