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El bosque de Sajambre

 

Papá me ha mandado una foto tuya. En estos días te veo especialmente guapa y preciosa. La naturaleza está bellísima en esta época del año, en el otoño, y creo que se pone tan bonita porque tiene celos de ti y quiere competir en belleza contigo, pero no, no le sirve de nada. Tú sigues ganando.  

 

         Al cabo de unos días me voy a Asturias y tu foto la tengo en mi teléfono que uso como cámara y así siempre estás presente.

 

          Y en esos bosques, y en estos lugares pienso en ti. Bueno, no es que pensase en ti, lo que ocurre es que en muchos momentos estás conmigo y hablamos de lo que vemos y yo disfruto viendo tu cara y tus ojos al tiempo que saboreamos este paisaje tan maravilloso. Los colores de aquí saben a caramelo.

 

            De vez en cuando paramos para pasear y para sentir el frescor y la caricia del aire. Y en el bosque de Sajambre es uno de los lugares en donde paramos. Y paseando vemos unos árboles con barbas. Son los primeros que vemos y nos quedamos mirándolos con atención.

 

         ¿Y cómo es que tienen barba?, me preguntas. Y el árbol que estaba más cerca nos contestó: Hoy se ha retrasado la peluquera que viene a cortarnos la barba.

 

          Nos quedamos sorprendidos, pero no nos duró mucho la sorpresa porque enseguida apareció una pequeña duendecilla y empezó a cortarle la barba.

 

         Pero como había tantos árboles vinieron más duendecillos, peluqueras y peluqueros, para tardar menos. Y en un pispás dejaron a los árboles sin barba, les dejaron todos guapos y elegantes.

 

         Y no solo les cortaron las barbas, sino que también les maquillaron, les limpiaron las uñas y les dieron un poco de colorete. ¡Y qué bonito se quedó el bosque!

 

          Ahora en el otoño los bosques de hayas se ponen así. Es magia en estado puro. Y sí, hemos disfrutado mucho, porque en medio de la magia corrías, te escondías detrás de un árbol y aparecías sonriente y te reías y reías. Jugábamos al escondite y me era muy difícil encontrarte pues tus ojos verdes se confundían con los verdes que también hay en el bosque. Y después de jugar al escondite nos fuimos a buscar setas, setas de caramelo y chocolate, que son las que hay en estos momentos en que todo es más dulce.

 

         Y aquí viven también hadas y princesas y nos encontramos con dos princesas rubias muy especiales, una de ojos azules y otra de ojos oscuritos y estuvimos ya toda la tarde hablando con ellas y jugando y siendo felices. Los cuatro estábamos en un lugar maravilloso, en un lugar mágico, en un lugar de ensueño.          

 

         Y todo esto sucedió en el bosque de Sajambre, un bosque que se llenó de magia, sueños y encantos solo con pensar en ti.

 

                  

 

Abuelo Ángel.

 

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