Después de la batalla Juana de arco llevo el estandarte entre sus manos, con la vista baja, temblorosa recorrió el catillo destruido en medio de la batalla, al llegar a la cima ondeo en señal de victoria al ver a su ejército de caballeros, estos hicieron temblar el suelo de Francia entre gritos y aplausos, alzo la vista para ser recibida por una luz dorada y resplandeciente que la bañaba, veía sus manos parecía un ángel, aun con su manos manchadas por la victoria, supo ante los ojos de Dios que el día de mañana no sucedería los mismo.