Era una hermosa playa de blanca y fina arena, el sol brillaba en lo alto y el agua de un color azul como el cielo que la cubría jugueteaba con sus espumosas olas en la orilla, todo estaba en calma, nadie paseaba por la playa como en tiempos pasados.
En aquel desolado paisaje apareció una bella dama, vestida de blanco, con sus pies descalzos, que caminaba despacio, con sus cabellos sueltos agitados por la suave brisa. La joven corría y reía alegremente como si el mundo fuera sólo de ella, cuando a lo lejos vio algo que se movía muy lentamente y se acercó lo más rápido que pudo.
Cuando llegó al lugar, ante sus ojos aterrados se encontraba un pequeño caimán de color verde. El pobre animal tenía sus patas encadenadas y su hocico también. Ella no podía creer lo que veía, quien podía hacer semejante cosa a un ser viviente. Ella trató de quitarle aquellas gruesas cadenas que lo aprisionaban, pero sus manos comenzaron a sangrar y no pudo hacer nada.
El animal la miró con sus grandes ojos llenos de lágrimas y aunque no podía hablar ella comprendió que le pedía ayuda. La joven salió corriendo sin rumbo fijo, miró a todas partes, pero no encontró quien pudiera ayudarla, y lloró ella también. Regresó junto al animal y arrodillándose junto al él, le dijo con voz suave pero firme que algún día ella regresaría a liberarlo, sólo tenía que tener paciencia y resistir.
Pasó el tiempo, no se sabe cuanto, pero fue largo. La joven luchó y luchó, tuvo que recorrer largos y empedrados caminos, luchar contra el fuerte viento y los profundos mares y sobre todo con la maldad de los hombres, el hambre y la miseria. Sus pies descalzos sangraron y sus manos también, pero un día regresó.
Llegó a la playa y pudo romper las cadenas y el verde caimán dejó de llorar y sonrió. La playa se llenó de gente, los niños jugaban y reían junto a sus padres, con sus pelotas de colores, y los hombres y mujeres unían sus manos y alzaban sus voces para cantarle a la libertad, que volvió a correr por las arenas blancas con sus pies descalzos y su cabello largo agitado por el viento.
Fin